mesa.
– ?Que habeis averiguado de Hagman?
Kihlgard estaba sentado a un extremo de la mesa con una taza de cafe y un bocadillo de queso enorme en un plato demasiado pequeno. Knutas lo miro estupefacto, mientras pensaba que tenia que haber cortado el pan de molde a lo largo.
– Bah, no mucho -contesto Kihlgard despues de dar un buen mordisco y tomar un poco de cafe sorbiendo ruidosamente-. Trabajo en el instituto Saveskolan hasta el verano de 1983. Despues lo dejo a peticion propia, segun el director, que todavia es el mismo. En eso tuvimos suerte- constato Kihlgard satisfecho y le dio otro mordisco al bocadillo.
Los que estaban presentes en la sala esperaban impacientes a que terminara de masticar.
– El hecho de que hubiese mantenido una relacion con una alumna se extendio enseguida y fue, evidentemente, muy duro para Hagman. El tema dio que hablar, claro. El, como sabemos, estaba casado y tenia dos hijos. Se fue a otro instituto y toda la familia se traslado a Grotlingbo, en el sur de Gotland -anadio Kihlgard, como si hubiera olvidado que todos los que se encontraban alli, excepto el, eran de Gotland. -Echo una ojeada a sus papeles-. El instituto en el que empezo se llama Oja Skola y esta cerca de Burgsvik. Hagman trabajo alli hasta que se jubilo hace dos anos. Jubilacion anticipada.
– ?Aparece en los archivos policiales? -pregunto Knutas.
– No, ni siquiera por un exceso de velocidad -respondio Kihlgard-. Es cierto, de todas formas, que tuvo una historia de amor con Helena Hillerstrom. El director me lo confirmo. Todos los profesores lo sabian. Hagman se despidio antes de que el centro tuviera tiempo de adoptar alguna medida.
Kihlgard se echo hacia atras con el bocadillo en la mano y miro expectante a su alrededor.
– Vamos a ir a hablar con el enseguida -dijo Knutas-. ?Me acompanas, Karin?
– Por supuesto.
– ?Os molesta que vaya yo tambien? -pregunto Kihlgard.
– No, claro -dijo Knutas-. Vente.
Johan y Peter finalizaron la correccion de un reportaje extenso sobre el ambiente que se respiraba en la isla despues del ultimo asesinato. Habian incluido varias entrevistas: la mama preocupada, el dueno de un restaurante que ya acusaba una retraccion del negocio, y unas chicas jovenes a quienes les atemorizaba salir por la noche. Con todo, el redactor no estaba contento. Max Grenfors nunca se mostraba satisfecho si el reportaje no se habia hecho exactamente tal como el lo hubiese hecho. «Que gilipollas», penso Johan. Al menos habia accedido a permitir que se quedaran unos dias mas, aunque no hubiese novedades. Tenian mas trabajos pendientes. Para el dia siguiente, Johan tenia concertada una nueva entrevista con el comisario judicial Anders Knutas, para informarse de como avanzaba la investigacion.
El hecho de que Johan se quedase en la isla significaba que tendria mas posibilidades de ver a Emma. Si ella queria, claro. Temia haberla asustado la ultima vez con su atrevimiento. Y por dentro le corroia una sensacion de culpa. Estaba casada. A pesar de ello, no dejaba de pensar en ella. Disfrutaba pronunciando su nombre en voz alta. Emma. Emma Winarve. Sonaba tan bien… Tenia que volver a verla. Al menos, una vez mas.
Decidio probar suerte. A lo mejor estaba en casa, y su marido, no. Contesto tras el primer tono. Algo agitada.
– Hola, soy yo, Johan.
Una corta pausa.
– Hola.
– ?Estas sola?
– No, estan aqui los ninos. Y su abuela paterna.
?Mierda!
– ?Podemos vernos?
– No lo se. ?Cuando?
– Ahora.
La oyo reirse.
– Estas loco.
– ?La abuela oye lo que dices?
– No; estan fuera, en el jardin.
– Tengo que verte. ?Tu quieres verme?
– Quiero, pero no puede ser. Es una locura.
– Deja que sea una locura. Es una necesidad.
– ?Como sabes si lo es para mi?
– No lo se. Lo deseo.
– ?Uf! No se.
– Por favor. ?Puedes venir?
– Espera un poco.
Pudo oir como dejaba el auricular y se alejaba. Tardo un minuto. Tal vez dos. Contuvo la respiracion. Ella volvio y dio la respuesta:
– Si, esta bien.
– ?Paso a buscarte?
– No, no. Ire en coche hasta el centro. ?Donde nos vemos?
– Te espero en el aparcamiento de Stora Torget. ?Te parece bien dentro de una hora?
– Vale.
«Estoy loca -se dijo Emma cuando colgo el auricular-. He perdido el juicio del todo.» Pero en aquellos momentos le importaba un bledo. Habia sido muy facil. Le dijo a su suegra que una amiga estaba deprimida y llorando y que tenia que ir inmediatamente. «No te preocupes», la tranquilizo la madre de Olle. Ella se ocuparia de los ninos y les prepararia unos crepes para cenar. Que terrible lo de tu amiga. Claro que tenia que ir. Su suegra se ofrecio a quedarse toda la tarde, y toda la noche tambien, si era necesario. Olle no regresaria a casa hasta el dia siguiente.
Emma se apresuro a darse una ducha. Como habian estado fuera tomando el sol toda la tarde, tenia calor y estaba sudorosa, se justifico en voz alta, al tiempo que se encendian en su cabeza las luces de alarma. Se lavo el pelo, se dio una locion corporal olorosa y se rocio unas gotas de perfume con el corazon acelerado y expectante. Se puso el sujetador mas bonito, una falda y una blusa. Un beso a los ninos y adios. Respiro hondo y prometio llamar mas tarde. Cuando se dejo caer en el asiento del coche, sudaba de nuevo.
Al mismo tiempo que se incorporaba a la carretera principal en direccion a Visby, subio el volumen de la radio al maximo y abrio la ventanilla. Dejo que entrasen en el coche los calidos efluvios de comienzos de verano y que sus remordimientos salieran despedidos por la ventanilla.
Cuando aparco el coche en el unico sitio libre que quedaba en todo el aparcamiento, lo vio fuera de la tienda Systembolaget. Llevaba vaqueros y una camiseta negra. Tenia el pelo alborotado.
Lo que ocurrio despues fue lo logico. No tuvieron que decirse nada. Solo caminaron por la calle, uno al lado del otro, y sus pasos se dirigieron automaticamente hacia el hotel donde se alojaba el reportero. Como si fuera la cosa mas natural de mundo. Cruzaron la recepcion, subieron la escalera, llegaron a la puerta de la habitacion y entraron. Por primera vez estaban solos en un espacio privado. Siguieron sin decir nada. Johan la abrazo nada mas cerrar la puerta. Observo que cerraba con llave.
Knutas conducia rapido en direccion a Sudret. Karin Jacobsson y Martin Kihlgard iban en los asientos traseros. Habian tomado la carretera 142 que discurria justo por el centro de la isla. Pasaron Trakumla, Vali y Hejde. Cruzaron luego el paramo de Lojsta, donde los caballos autoctonos de Gotland,
– ?Has visto el cartel donde pone Russpark? Si continuas unos kilometros mas, llegas a la zona de Lojsta, donde estan los caballos. Estan ahi en manada todo el ano, haga el tiempo que haga. Hay cincuenta yeguas y un semental. El semental se queda de uno a tres anos, en funcion de cuantas yeguas haya conseguido cubrir. Suelen