El cuerpo desnudo de la mujer estaba en el suelo, banado en sangre, con profundas heridas en el cuello, el vientre y los muslos. Knutas se obligo a si mismo a hacer un esfuerzo para acercarse al cadaver. Exacto: en la boca tenia unas bragas blancas de algodon. Karin aparecio en el vano de la puerta y se apoyo en el marco. Los policias miraban a su alrededor impotentes.

Solo habia una entrada y era la puerta por la que ellos mismos habian llegado. En el suelo se veia un espejo roto. Los trozos brillaban a la luz del sol. Un monton de arcilla estaba tirado un poco mas lejos.

– Debia de estar sentada trabajando -concluyo Knutas-. ?Veis la pieza de arcilla que hay alli?

– Si -contesto Karin y se volvio hacia Sohlman, agachado al lado del cuerpo-. ?Cuanto tiempo crees que llevara muerta?

– Esta totalmente rigida. Teniendo en cuenta eso y las manchas del cadaver, yo diria que lleva muerta por lo menos doce horas. Pero no mucho mas. El cuerpo esta aun caliente.

– ?Quien dio el aviso?

– Una amiga. Cecilia Angstrom. Esta en la casa.

– Voy alli -dijo Knutas levantandose.

Vista desde fuera, la casa de Gunilla Olsson se antojaba demasiado grande para estar habitada por una sola persona. Era una casa de piedra caliza de dos pisos y parecia muy antigua.

El comisario entro en la casa tratando de no pensar en la imagen violenta que se habia visto obligado a contemplar poco antes.

A la mesa de la cocina estaba sentada una mujer joven con la barbilla hundida en el pecho. La melena larga y oscura le ocultaba el rostro. Llevaba un vestido de verano de color claro y con hombreras. Una mujer policia de uniforme estaba sentada a su lado, con una mano entre las suyas. Knutas saludo; conocia a su colega solo de vista. La mujer del vestido tendria unos veinticinco anos, supuso. Lo observo con la mirada perdida. Tenia la cara arrasada de lagrimas.

Knutas se presento y se sento enfrente.

– ?Puedes contarme lo que ha ocurrido?

– Si. Gunilla iba a ir hoy a mi casa. Habiamos planeado celebrar juntas el solsticio de verano, en mi casa de veraneo en Katthammarsvik. Debia presentarse nada mas desayunar. Como no llamaba y seguia sin aparecer a las doce, me empece a preocupar. No contestaba ninguno de sus numeros de telefono. Entonces decidi venir aqui en el coche.

– ?Cuando viniste?

– Debia de ser casi la una.

– ?Que paso entonces?

– La puerta del taller estaba abierta, asi que entre. La vi inmediatamente. Tendida en el suelo. Habia sangre por todas partes.

– ?Que hiciste?

– Sali, me meti en el coche y cerre las puertas. Despues llame a la policia. Tenia miedo y queria irme de aqui, pero me dijeron que me quedara. La policia llego al cabo de media hora, mas o menos.

– ?Viste a alguien?

– No.

– ?Notaste alguna otra cosa extrana?

– No.

– ?Conocias bien a Gunilla?

– Bastante bien. Nos conocimos hace un par de meses.

– ?Ibais a celebrar la fiesta las dos solas?

– Gunilla trabajaba en un pedido importante. Trabajo muchisimo las ultimas semanas y solo queria un poco de tranquilidad. A mi me ocurria lo mismo. Por eso decidimos celebrar el solsticio juntas.

– ?Cuando hablaste con ella por ultima vez?

– Anteayer. Tenia que haberme llamado ayer por la tarde, pero no lo hizo.

– ?Sabes si pensaba hacer algo especial ayer o si iba a encontrarse con alguien?

– No. Tenia previsto trabajar todo el dia.

– ?Sabes donde vive su familia? ?Sus padres? ?Sus hermanos?

– Sus padres murieron. Tiene un hermano, pero no se donde vive. Desde luego, aqui en Gotland, no.

– ?Tenia novio?

– No, al menos que yo sepa. No llevaba aqui mucho tiempo. Habia vivido en el extranjero un monton de anos. Creo que volvio a Suecia en enero.

– Ya entiendo. Bien, basta por ahora -concluyo Knutas, antes de dar una palmada a Cecilia Angstrom en el brazo y pedir a su colega que la llevara al hospital-. Ya hablaremos mas despues. Yo te llamare.

Salio de la cocina y dio una vuelta por la casa. Sintio desanimo al mirar por la ventana. Ni un solo vecino a la vista. El cuarto de estar era amplio y luminoso. Algunos cuadros de colores alegres colgaban de las paredes. Obras de pintores para el desconocidos. Subio la escalera y entro en el dormitorio. Una cama de matrimonio. Al lado habia una habitacion para los invitados; parecia vacia. Un estudio, un cuarto de bano amplio y una salita de estar.

No descubrio nada que le llamase la atencion. Al menos, no a primera vista. Ningun desperfecto o destrozo que pudiera observar. Sohlman se ocuparia mas tarde de la casa, por eso tuvo buen cuidado de no tocar nada.

El piso inferior era igual de amplio y luminoso. Al lado de la cocina habia un comedor grande con chimenea. Otro dormitorio y un cuarto lleno de libros y con un buen sillon de lectura. «Pues la verdad es que para vivir sola andaba sobrada de espacio», se dijo.

La presencia de Karin Jacobsson en la puerta interrumpio sus reflexiones.

– Anders, ven -le grito con el resuello en la boca-. Hemos encontrado algo.

Quedaban menos de cinco minutos para que terminara la jornada escolar. Despues de la escuela, solia irse directamente a casa. Deprisa. Deprisa. Con la llave colgando de una cinta alrededor del cuello. Puesto que la unica manera de evitar a sus torturadores era sacarles una ventaja lo bastante grande para que no pudiesen alcanzarlo, empezo con sus preparativos varios minutos antes de que finalizara la ultima clase. Empezo a guardar sus cosas con cuidado. Cerro el libro sin hacer ruido. Luego, metio el lapiz en su pequeno compartimento dentro del estuche, la goma en el suyo. En todo momento mantuvo la mirada fija en la maestra, que no tenia que notar nada. Cerro con sigilo la cremallera del estuche. Le parecio que hacia tal ruido que se habria oido en toda el aula. La senorita tampoco noto nada esta vez. Por lo comun, el silencio en clase era absoluto, la senorita era severa y no toleraba que se hablara ni que se hiciesen travesuras. Entonces se volvio de espaldas. Bien. Aprovecho para abrir la tapa del pupitre. Solo una pequena abertura, lo suficiente como para poder deslizar los libros dentro. Despues, el estuche. Ya esta. Notaba los latidos del corazon rapidos y nerviosos. Pronto sonaria el timbre. Sobre todo, que la maestra no notara nada antes. Lisa, que se sentaba a su lado, vio lo que estaba haciendo; le daba igual. Ella hacia como los demas, que pasaban de el, lo ignoraban. Exactamente igual que los otros cobardes. Nadie se atrevia a ser amigo suyo, por miedo a ser victimas ellos mismos de la banda de los odiosos.

Johan colgo el auricular despues de hablar con su confidente en Nynashamn. ?Como podia el tio enterarse de todo tan rapido? Se preguntaba con quien tendria tan buenos contactos su confidente. Recogio a toda prisa su bloc, el movil y los boligrafos, y salio a la carrera de la habitacion. Se habia cometido otro asesinato mas. Tres en menos de tres semanas. Era aterrador, increible. Los redactores en Estocolmo querian que fuera directamente a la casa de Nar y que informara desde alli, por telefono, en directo, para los informativos Aktuellt y Rapport. Tendria que tratar de conseguir el mayor numero posible de datos antes de las emisiones. Segun su fuente, todo era como en los dos asesinatos anteriores: una treintanera asesinada a hachazos y con las bragas metidas en la boca.

Llamo a Knutas mientras esperaba que Peter pasara por el hotel a recogerlo. El fotografo habia salido a probar uno de los muchos campos de golf que habia en Gotland y lo interrumpio en mitad del recorrido. El

Вы читаете Nadie lo ha visto
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату