Estocolmo, pero el hallazgo de la ropa se lo impidio. Empezo a leer. El interrogatorio parecia en regla, pero Knutas queria de todas formas hablar con los padres.

Descolgaron el auricular al cuarto tono. Se oyo una voz femenina debil al otro lado del auricular.

– Persson.

Knutas se presento.

– Sera mejor que hables con mi marido -dijo la mujer con voz aun mas debil, casi inaudible-. Esta fuera en el jardin. Espera un momento.

Enseguida oyo al marido:

– Si, diga.

– Soy el comisario de la policia judicial de Visby, Anders Knutas. Me encargo de la investigacion del asesinato de vuestra hija. Se que la policia ya os ha interrogado, pero me gustaria haceros algunas preguntas mas.

– Bien…

– ?Cuando visteis a vuestra hija por ultima vez?

Una pequena pausa. El hombre respondio con la voz apagada.

– Fue hace ya mucho tiempo. No nos veiamos muy a menudo, por desgracia. La relacion pudo haber sido mejor. Nos vimos cuando se mudaron. Los ninos querian despedirse. Esa fue la ultima vez.

Hubo otra pausa, un poco mas larga. Luego volvio a oir su voz.

– Pero yo hable con ella por telefono la semana pasada, cuando Linnea cumplio cinco anos. Bueno, al menos queria hablar con los nietos el dia de su cumpleanos.

– ?Como te parecio que estaba Frida entonces?

– Parecia contenta por una vez. Me conto que empezaba a sentirse a gusto en Gotland. Fue duro para ella al principio. En realidad no queria irse a vivir alli. Lo hizo porque Stefan queria. Fue el colmo, que fuera a encontrarse precisamente con un chico de Gotland. Ella detestaba Gotland, nunca quiso hablar del tiempo en que vivimos alli.

Knutas se quedo estupefacto. Le costaba asimilar lo que acababa de decir aquel hombre al otro lado del telefono.

– ?Oiga! -se oyo la voz del padre al cabo de unos segundos.

– ?Que ha dicho, vivieron en Gotland antes? -resoplo Knutas.

– Si, nos mudamos para probar, pero solo estuvimos unos meses.

– ?Y que hicieron aqui?

– Yo estaba en el ejercito y fui trasladado al regimiento P18. Pero eso fue hace mucho tiempo. En los anos setenta. Pusimos en alquiler nuestra casa aqui, en Jakobsberg. Pero no nos sentiamos a gusto. Sobre todo, a Frida le parecio terrible. Faltaba a clase y en casa estaba como cambiada. Era imposible tratar con ella.

– ?Como no conto nada de esto en el primer interrogatorio que le hizo la policia? -pregunto Knutas indignado.

No podia controlar su enojo.

– No se. Estuvimos tan poco tiempo… Y hace tantos anos de aquello…

– ?En que ano vivieron en Visby?

– Vamos a ver… Si, tuvo que ser en la primavera del 78. Llego en muy mal momento para Frida. Tuvo que cambiar de clase a mitad del ultimo semestre, en sexto. Hicimos la mudanza durante la Semana Santa.

– ?Cuanto tiempo residieron aqui?

– Habiamos pensado quedarnos por lo menos un ano, pero mi mujer enfermo de cancer y quiso volver a casa, a Estocolmo, para estar cerca de sus familiares. Regresamos a Estocolmo a comienzos de verano.

– ?Donde vivian?

– Esto… ?Como se llamaba la calle? De todos modos, estaba algo alejada de la muralla. Iris… algo. Irisdalsgatan, eso es.

– Entonces, Frida iria a la escuela de Norrbackaskolan, ?no?

– En efecto, asi se llamaba.

Terminada la conversacion, el comisario llamo inmediatamente a Kihlgard a su telefono movil. Su colega le hizo saber que en aquel momento estaba disfrutando de unas chuletas de cordero en el restaurante Lindgarden.

– Frida Lindh vivio en Visby en su ninez.

– ?Que me dices?

– Si, aunque solo unos meses, cuando estaba en sexto curso. Su padre es militar y estuvo destinado en Visby.

– ?Cuando fue eso?

– En 1978. En la primavera. Fue a la escuela de Norrbackaskolan y vivian en la calle Irisdalsgatan. Esta en la misma zona que la calle Rutegatan, donde vivia Helena Hulerstrom. Esta puede ser la pista que necesitamos.

– Casi seguro. Voy para alla.

– Bien.

La policia no tardo mucho en averiguar que tambien Gunilla Olsson habia asistido a la misma escuela. Frida Lindh era un ano menor que las otras, pero entro en la escuela con seis anos. La policia supo enseguida cual era el comun denominador: las tres victimas del asesino habian ido a la misma clase en sexto.

El tiempo parecia que iba a ser como los meteorologos habian pronosticado. El cielo estaba de un amenazador gris oscuro y por el oeste se acercaba una masa de nubes negras, que parecian presagiar lluvias abundantes. Emma, en la proa del transbordador, contemplaba la isla de Faro, cada vez mas cerca. La travesia del estrecho solo duraba unos minutos, pero queria aspirar la brisa marina y disfrutar de la vista. Faro era uno de sus lugares favoritos. La isla, agreste y solitaria, con sus originales formaciones calcareas, raukas, y sus largas playas de arena, no atraia solo a Emma. En verano, aquello era un hervidero de turistas. Sus padres tuvieron una suerte enorme al comprar hacia diez anos aquella casa de piedra, situada al norte, al lado de la playa de Norsta Auren, que se extendia a lo largo de varios kilometros. Un pariente de la familia conocia a la duena, interesada en vender. Pero solo a alguien de Gotland. Por lo general era gente adinerada de Estocolmo la que adquiria las pocas casas que se ponian a la venta. Muchas personas conocidas se refugiaban en la isla, para tener tranquilidad: actores, artistas y politicos, por no hablar de Ingmar Bergrnan, que vivia alli todo el ano.

Sus padres se mudaron desde Visby, sin dudarlo. No se habian arrepentido ni por un segundo.

Se detuvo de camino en el Konsum, para comprar las ultimas provisiones. Echo un vistazo a las portadas de los periodicos de la tarde al entrar en el local. En las dos aparecia una fotografia grande de la ultima asesinada: una mujer de su edad, con el cabello largo y moreno recogido en trenzas. Ahora publicaban tambien su nombre y una fotografia de ella. Compro los dos periodicos. En el coche les echo un vistazo. Una mujer brutalmente asesinada, igual que las otras. El malestar le revolvio las tripas. Cuando llegase a casa leeria los diarios con calma. De camino hacia el norte de Faro condujo a gran velocidad. En el cruce, antes de llegar a Sudersand, giro a la izquierda. Se detuvo al lado de la tahona, donde siempre paraba cuando iba a ver a sus padres. Charlo un poco con las chicas que la atendieron. Alli conocia a todo el mundo.

El cielo estaba cada vez mas oscuro.

Cuando salio de la carretera, para recorrer el ultimo trecho del camino, muy bacheado, en direccion a la playa, donde se encontraba la casa, descubrio un Saab rojo detras de ella, con un solo ocupante, el conductor. Vio que habia unos prismaticos en el salpicadero. «Seguro que es un ornitologo», dedujo. El estrecho al lado de la casa de sus padres era un lugar muy frecuentado por los ornitologos. Cuando aparco el coche fuera de la casa, vio que el automovil daba la vuelta y se iba por el mismo camino por donde habia llegado. «Bueno, un observador de pajaros sin sentido de la orientacion.»

Acababa de cerrar la puerta tras ella cuando empezo a llover. Al dejar las bolsas en el suelo de la entrada, vio el primer relampago al otro lado de la ventana, luego retumbo el trueno y la lluvia comenzo a repiquetear en el tejado de chapa. Con la tormenta, el interior de la casa estaba casi totalmente a oscuras.

Olia a cerrado; sus padres ya llevaban fuera una semana. Fue a la cocina e intento con cuidado abrir una

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