Christian tamborileaba con el boligrafo en la mesita que le habian preparado. A su lado se alzaba una pila de ejemplares de
Todavia no podia hablarse de gran afluencia de publico y tampoco confiaba en que acudieran en masa. Solo escritores como Marklund y Guillou atraian a grupos verdaderamente numerosos. El, por su parte, se sentia bastante satisfecho de los cinco ejemplares que habia firmado hasta el momento.
Pese a todo, se sentia un tanto fuera de lugar en aquella silla. La gente pasaba de largo con premura, lo miraba con curiosidad, pero sin detenerse. Y el ignoraba si debia llamarles la atencion cuando miraban o quiza fingir que estaba ocupado con algo.
Gunnel, la propietaria de la libreria, vino en su auxilio. Se le acerco y senalo con un gesto de cabeza el monton de libros.
– ?Te importaria firmar unos cuantos? Es estupendo tener algunos firmados para venderlos despues.
– Por supuesto. ?Cuantos quieres? -pregunto Christian, satisfecho de tener algo que hacer.
– Pues… no se, unos diez, quiza -respondio Gunnel alineando bien unos libros de la torre que se habian torcido.
– Sin problemas.
– Hemos difundido a fondo la noticia -dijo Gunnel.
– Estoy convencido de ello -contesto Christian sonriendo, consciente de que Gunnel temia que el pensara que la falta de publico se debiera a la escasa promocion por parte de la libreria-. No soy nada conocido, precisamente, asi que no abrigaba grandes esperanzas.
– Bueno, pero algunos ejemplares si que has vendido -dijo Gunnel amable, antes de alejarse para atender la caja.
Christian cogio un ejemplar y le quito el capuchon al boligrafo para empezar a firmar. Pero entonces vio de reojo que alguien se habia colocado justo delante de la mesa y, cuando levanto la vista, se encontro con un microfono gigantesco de color amarillo en plena cara.
– Nos encontramos en la libreria donde Christian Thydell firma esta tarde su novela
El reportero, que aun no se habia presentado pero que, a juzgar por el logotipo del microfono, pertenecia a la emisora local, lo miraba apremiante.
A Christian se le quedo la mente en blanco.
– ?Noticia de primera pagina? -pregunto.
– Si, en el
El reportero echo una ojeada al interior del local, pero volvio a centrarse enseguida en Christian, que se habia quedado con el boligrafo en alto, encima del libro que se disponia a firmar.
– No se como… -balbucio.
– Pero, es cierto, ?no? Has recibido amenazas mientras escribias el libro y te viniste abajo el miercoles, al recibir otra carta en la presentacion, ?no?
– Pues si… -respondio Christian sintiendo que se quedaba sin respiracion.
– ?Sabes quien te ha estado amenazando? ?Lo sabe la Policia? -De nuevo tenia el microfono a apenas un centimetro de la boca y Christian tuvo que contenerse para no apartarlo de un manotazo. No queria contestar a aquellas preguntas. No se explicaba como habia averiguado aquello la prensa. Y pensaba en la carta que tenia en el bolsillo de la cazadora. La que habia recibido el dia anterior y que habia logrado pescar del correo del dia, antes de que Sanna la descubriese.
Presa del panico, busco una salida por donde huir. Se topo con la mirada de Gunnel, que comprendio en el acto que algo no iba bien.
Se acerco a ellos.
– ?Que esta pasando aqui?
– Le estoy haciendo una entrevista.
– ?Le habeis preguntado si quiere que lo entrevisten? -pregunto Gunnel mirando a Christian, que nego con la cabeza.
– Pues entonces… -Clavo la mirada en el reportero, que ya habia bajado el microfono-. Ademas, esta ocupado. Esta firmando ejemplares. Asi que tengo que pedirles que lo dejen en paz.
– Si, pero… -comenzo el periodista, aunque enmudecio en el acto. Pulso uno de los botones del equipo de grabacion-. ?Y no podriamos hacer una pequena entrevista despues…?
– Esfumate -le espeto Gunnel, y Christian no pudo contener una sonrisa.
– Gracias -le dijo una vez que el periodista se hubo marchado.
– ?De que se trataba? Insistia tanto…
El alivio que sintio ante la desaparicion del periodista se esfumo tan rapido como el y Christian trago saliva antes de responder:
– Dice que hablaban de mi en la primera pagina del
– Vaya. -Gunnel lo miro consternada primero y preocupada despues-. ?Quieres que vaya a comprar el periodico, para que veas lo que han escrito?
– ?No te importa? -pregunto con el corazon latiendole con fuerza.
– Claro, ahora mismo te lo traigo. -Gunnel lo animo con una palmadita en el hombro antes de marcharse.
Christian se quedo sentado mirando al frente. Luego cogio el boligrafo y empezo a estampar su firma en los libros, tal y como Gunnel le habia pedido que hiciera. Al cabo de un rato, decidio que debia ir al aseo. Seguia sin haber gente rondando la mesa, asi que podria escaquearse un momento sin problemas.
Cruzo a toda prisa el local de la libreria hasta la sala de personal, que estaba al fondo y, al cabo de unos minutos, ya estaba de vuelta en su puesto. Gunnel aun no habia regresado con el periodico, y Christian ya se estaba preparando para lo que le esperaba.
Fue a coger el boligrafo cuando, desconcertado, se fijo en los libros que debia firmar. ?Los habia dejado asi? Algo habia cambiado, no estaban asi cuando se fue al aseo, y penso que alguien habria aprovechado para birlar un ejemplar durante su ausencia. Sin embargo, no le parecio que el monton hubiese disminuido, asi que decidio que, seguramente, eran figuraciones suyas y abrio el primer libro dispuesto a escribirle unas palabras al lector.
La pagina ya no estaba en blanco. Y la letra era de sobra conocida. Habia estado alli.
Gunnel se le acercaba con un ejemplar del
– ?Por Dios santo! ?Sabes cuanto dinero te fundiste la ultima vez que estuviste en Gotemburgo? -Erik miraba espantado la suma que aparecia en el extracto de la tarjeta de credito.
– Si, bueno, unas diez mil -dijo Louise sin dejar de pintarse las unas tranquilamente.
– ?Diez mil! ?Como pueden gastarse diez mil coronas en un solo dia de compras? -Erik blandia el papel, que termino arrojando sobre la mesa de la cocina.
– Si me hubiera lanzado a comprar el bolso que pensaba, habrian sido cerca de treinta mil -replico contemplando con satisfaccion el rosa de sus unas.