– Ya, pero se imaginara que tu has hablado conmigo.

– He logrado que lo crucifiquen en uno de los diarios vespertinos mas importantes de Suecia, de modo que puedes aprovechar, de todas formas, ya querra verme muerta.

– Bueno, no creo que sea para tanto.

– Si hubiera sido al reves, no creo que hubiese vuelto a dirigirle la palabra.

– Vamos, no seas tan pesimista -le aconsejo Patrik cogiendo a Maja de la encimera. A la pequena le encantaba estar con ellos cuando preparaban la comida y siempre estaba dispuesta «a ayudar»-. Ve a verlo manana y explicale lo que paso, dile que nada mas lejos de tu intencion que las cosas salieran asi. Luego ire yo a hablar con el y tratare de que colabore con nosotros. -Patrik le dio a Maja un trozo de pepino, que la pequena empezo a procesar con aquellos dientes suyos, escasos, pero tanto mas afilados.

– Manana mismo, ?no? -suspiro Erica.

– Manana -confirmo Patrik inclinandose para darle a su mujer un beso en los labios.

Se sorprendio mirando una y otra vez hacia el lateral del campo de futbol. Sin el, no era lo mismo.

Siempre habia acudido a cada entrenamiento, con independencia del tiempo que hiciera. El futbol era su rollo. Lo que hacia que se mantuviera su amistad, pese al deseo de liberarse de sus padres. Porque su padre y el eran amigos. Claro que discutian a veces, como todos los padres con sus hijos, pero, en el fondo, eran amigos.

Ludvig cerro los ojos y se lo imagino alli mismo. Con los vaqueros y la sudadera con el nombre de Fjallbacka en el pecho, la que siempre llevaba puesta, para disgusto de su madre. Las manos en los bolsillos y los ojos en la pelota. Y en Ludvig. Pero el nunca le renia. No como algunos de los otros padres, que acudian a los entrenamientos y los partidos y que se dedicaban a gritarles a sus hijos todo el rato. «?Espabilate, Oskar!» O «?Vamos, Danne, ya puedes currartelo un poco!» Nada de eso hacia su padre, nunca. Tan solo «?Bien, Ludvig!», «?Buen pase!», «?Ya los teneis, Ludde!».

Vio con el rabillo del ojo que le enviaban un pase y lanzo a su vez la pelota mecanicamente. Habia perdido la alegria de jugar al futbol. Intentaba encontrarla de nuevo, por eso estaba alli, corriendo y luchando pese al frio del invierno. Podria haberse escudado en todo lo ocurrido y haber abandonado. Haber dejado los entrenamientos, haber pasado del equipo. Nadie se lo habria echado en cara, todos lo habrian comprendido. Salvo su padre. Rendirse no entraba dentro de sus posibilidades.

De modo que alli estaba. Uno mas del equipo. Pero le faltaba la alegria y el banquillo lateral estaba vacio. Su padre no estaba ya, ahora tenia la certeza. Su padre no estaba ya.

No lo dejaron ir en la caravana. Y esa fue una de las muchas decepciones que se llevo durante aquello que llamaban vacaciones. Nada resulto como el esperaba. El silencio, roto tan solo por la dureza de las palabras, parecia solidificarse ahora que no tenia toda la casa para moverse libremente. Era como si «vacaciones» implicase mas tiempo para las disputas, mas tiempo para los ataques de su madre. Su padre parecia mas pequeno y gris que de costumbre.

Era la primera vez que el los acompanaba, pero sabia que su madre y su padre solian ir todos los anos con la caravana a aquel lugar de nombre extrano. Fjallbacka. El no veia alli montanas, como indicaba el nombre del lugar, tan solo algunas lomas. Sobre todo en el camping, alli donde plantaron la caravana encajada entre otras muchas, el terreno era totalmente plano. No estaba seguro de si le gustaba o no. Pero su padre le habia explicado que la familia de su madre era de alli y que por eso ella queria ir a aquel pueblo de vacaciones.

Eso tambien era raro, porque el no veia alli a ningun familiar. Durante una de las discusiones en aquel espacio tan reducido, comprendio por fin que debia de existir alli alguien llamado La bruja, y que ella era aquel familiar. Era un nombre gracioso, Karingen. Aunque no parecia que a su madre le gustara aquella mujer, porque su voz se endurecia cuando hablaba de ella y, ademas, jamas iban a verla. Entonces ?por que tenian que estar alli?

Lo que mas odiaba de Fjallbacka y de las vacaciones era, pese a todo, lo de banarse. El jamas se habia banado en el mar. Al principio no estaba seguro de que le pareceria, pero su madre lo animo, le dijo que no queria que su hijo fuese un miedica, que tenia que dejarse de remilgos. Asi que respiro hondo y entro temeroso en las frias aguas, pese a que al notar en las piernas la sal y la baja temperatura se quedo sin respiracion. Se detuvo cuando el agua le llegaba por la cintura. Estaba demasiado fria, no podia respirar. Y tenia la sensacion de que habia cosas moviendose alrededor de los pies, de las pantorrillas, como si algo trepara por sus piernas. Su madre se acerco hasta donde se encontraba, se rio, lo cogio de la mano y lo llevo consigo hacia el fondo. Se sintio tan feliz. Con la mano de su madre en la suya, con aquella risa tintineando sobre la superficie del agua y sobre el. Era como si los pies se le movieran solos, como si fueran flotando y alejandose del fondo. Finalmente, dejo de sentir el suelo, pero no importaba, porque su madre lo sujetaba, lo llevaba de la mano, lo queria.

Luego lo solto. Noto como la palma de la mano se deslizaba por la suya, luego por los dedos, luego por las yemas, hasta que no solo los pies, sino tambien las manos se agitaban a tientas en el vacio. De nuevo sintio aquel frio en el pecho y era como si el nivel del agua subiese. Le llegaba por los hombros, por la garganta, y el levantaba la barbilla para que no le llegara a la boca, pero se acercaba demasiado rapido y no tuvo tiempo de cerrarla, se le lleno de sal, de un frio que le bajo por la garganta, y el agua seguia subiendo, hasta las mejillas, hasta los ojos, y noto que le cubria la cabeza como una tapadera hasta que desaparecieron todos los sonidos y lo unico que oia era el rumor de lo que se arrastraba y le trepaba por el cuerpo.

Manoteo a su alrededor combatiendo aquello que tiraba de el hacia abajo, pero no podia con aquella pared densa de agua y, cuando por fin noto la piel de alguien en la suya, una mano en el brazo, su primera reaccion fue la de defenderse. Luego lo subieron y la cabeza atraveso la superficie. El primer suspiro fue brutal y doloroso, respiraba con ansia y con avidez. Su madre le apretaba el brazo con fuerza, pero no importaba, porque el agua ya no le daria alcance.

La miro agradecido de que lo hubiera salvado, de que no lo hubiese dejado desaparecer. Pero lo que vio en sus ojos era desprecio. Sin saber como, habia cometido un error, la habia decepcionado de nuevo. Y si el supiera como…

Los moretones del brazo le duraron varios dias.

– ?Tenias que arrastrarme hasta aqui, hoy, precisamente? -No era frecuente que Kenneth dejase traslucir la irritacion que sentia. Creia firmemente que habia que conservar la calma y la concentracion en todas las situaciones. Pero Lisbet parecia tan apenada cuando le dijo que Erik lo habia llamado y que tenia que ir a la oficina un par de horas, pese a que era domingo… Ella no protesto, y casi fue peor. Lisbet sabia que les quedaban muy pocas horas para estar juntos. Lo importantes que eran aquellas horas, su valor incalculable. Aun asi, no protesto. En cambio, reunio fuerzas para sonreir cuando le dijo: «Claro, ve, ya me las arreglare».

Kenneth casi deseaba que se hubiese enfadado y le hubiese gritado. Que le hubiese dicho que, que demonios, que tendria que empezar a distinguir las prioridades. Pero ella no era asi. Kenneth no recordaba una sola ocasion, durante sus cerca de veinte anos de matrimonio, en que ella le hubiese levantado la voz. Ni a el ni a ninguna otra persona, por cierto. Lisbet habia encajado cada reves y cada dolor con serenidad e incluso lo consolaba cuando el se venia abajo. Cuando no tenia fuerzas para seguir siendo fuerte, ella lo fue por el.

Y ahora la dejaba alli para ir al trabajo. Despilfarraba un par de horas de su precioso tiempo juntos, y se odiaba a si mismo por salir corriendo en cuanto Erik chasqueaba los dedos. No lo comprendia. Se trataba de un comportamiento que se habia fijado hacia tantos anos, que casi formaba parte de su personalidad. Y Lisbet era quien tenia que sufrir siempre por ello.

Erik ni siquiera le respondio. Se quedo mirando la pantalla del ordenador, como si se encontrara en otro mundo.

– ?De verdad era necesario que viniera hoy? -repitio Kenneth-. ?En domingo? ?No podia esperar hasta manana?

Erik se volvio despacio hacia Kenneth.

– Soy consciente y respeto al maximo tu situacion personal -respondio Erik al fin-. Pero si no dejamos la cosa controlada antes de la ronda de ofertas de esta semana, podemos cerrar el negocio. Aqui cada uno tiene que hacer el sacrificio que le corresponde.

Kenneth se pregunto para sus adentros a que sacrificios aludia Erik por lo que a el se referia. Y tampoco era

Вы читаете La sombra de la sirena
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату