– ?Estas como una cabra! -Erik cogio la factura y se quedo mirandola como si pudiera reducir la suma con su sola voluntad.

– ?Es que no podemos permitirnoslo? -pregunto su mujer con una sonrisa.

– No se trata de que podamos permitirnoslo o no. Se trata de que yo me paso las veinticuatro horas del dia trabajando para ganar dinero, y tu te dedicas a despilfarrarlo en… estupideces.

– Claro, como yo no hago nada en casa… -respondio Louise al tiempo que se levantaba, sin dejar de agitar las manos para que se secara el esmalte-. Yo me paso la vida sentada comiendo bombones y viendo culebrones. Y seguro que la educacion y crianza de las ninas tambien ha sido cosa tuya, ahi tampoco he tenido yo nada que ver, ?verdad? Tu te has dedicado a cambiar panales, dar de comer, limpiar, llevar y traer y tenerlo todo ordenado aqui en casa. ?A que si? -Paso por delante de el sin mirarlo siquiera.

Aquella era una discusion que habian mantenido miles de veces. Y, a menos que sucediera algo drastico, se repetiria seguramente otras mil. Eran como dos bailarines expertos en el baile de parejas, que conocian bien los pasos y los abordaban con elegancia.

– Esta es una de las gangas que encontre en Gotemburgo. Bonita, ?no? -De la percha que tenia en la mano colgaba una cazadora de piel-. Estaba rebajada, solo costaba cuatro mil. -Se la probo por encima y volvio a colgarla antes de subir la escalera hacia la planta alta.

Probablemente, ninguno de ellos ganaria tampoco aquella ronda. Eran contrincantes muy igualados y todos los enfrentamientos de su vida habian terminado en empate. Por ironico que pudiera parecer, tal vez habria sido mejor que uno de los dos hubiese sido mas debil. De ese modo, aquel desgraciado matrimonio habria terminado hacia tiempo.

– La proxima vez te cancelo la tarjeta -le grito Erik desde el pie de la escalera. Las ninas estaban en casa de una amiga, de modo que no habia razon para moderar el tono de voz.

– Mientras sigas gastando dinero con tus amantes, deja en paz mi tarjeta. ?Es que crees que eres el unico que sabe mirar los movimientos de las tarjetas?

Erik solto una maldicion. Sabia que deberia haber cambiado la direccion por la de la oficina. Era innegable que se portaba con suma generosidad con aquella que, por ahora, disfrutaba del privilegio de tenerlo en su cama. Volvio a proferir otra maldicion y se puso los zapatos, consciente de que, al menos aquella ronda, la habia ganado Louise. Y ella tambien lo sabia.

– Salgo a comprar el periodico -grito cerrando de un portazo.

La grava chisporroteaba bajo los neumaticos cuando acelero con el BMW y el pulso no empezo a normalizarse hasta que vio que se acercaba al centro. Si hubiese firmado las capitulaciones matrimoniales… De haberlo hecho, a aquellas alturas Louise no seria mas que un mero recuerdo. Pero por aquel entonces eran estudiantes con pocos medios y, hacia un par de anos, cuando menciono el asunto, Louise se rio en su cara. Ahora se negaba a permitir que se marchara con la mitad de lo que el habia conseguido, aquello por lo que tanto habia luchado y por lo que tan duramente habia trabajado. ?Jamas en la vida! Dio un punetazo en el volante, pero se calmo al entrar en el aparcamiento del supermercado Konsum.

Hacer la compra era cosa de Louise, de modo que paso de largo ante las estanterias de comida. Se detuvo un instante junto al expositor de golosinas, pero al final decidio abstenerse. Cuando se dirigia hacia el expositor de prensa, que se encontraba al lado de la caja, se paro en seco. La tinta negra de los titulares lo dejo perplejo: «?La nueva estrella literaria, Christian Thydell, vive amenazado de muerte!». Y debajo, en letra mas pequena: «Recibio una amenaza durante la presentacion: sufrio un colapso».

Erik tuvo que obligarse a seguir caminando. Se sintio como si se hundiera en un mar profundo. Cogio un ejemplar del GT y lo hojeo temblando hasta las paginas en cuestion. Una vez leida la noticia en su totalidad, se dirigio corriendo a la salida. No habia pagado el periodico y, como un sonido de fondo, oyo que la cajera le gritaba algo. Pero el continuo corriendo. Tenia que llegar a casa.

– ?Como demonios se ha enterado la prensa?

Patrik y Maja habian estado haciendo la compra y Patrik dejo el GT en la mesa antes de seguir colocando los alimentos en el frigorifico. Maja se habia subido a una de las sillas y le ayudaba ansiosa a sacarlos de las bolsas.

– Eh… -Fue cuanto Erica logro articular.

Patrik se detuvo en mitad de un movimiento. Conocia lo bastante bien a su mujer como para ser capaz de interpretar las senales.

– ?Que has hecho, Erica? -pregunto con un paquete de margarina Latt & Lagom en la mano, pero mirandola fijamente a los ojos.

– Pues puede que yo sea responsable de la filtracion.

– ?Como? ?Con quien has hablado?

Hasta Maja capto la tension que reinaba en la cocina, asi que la pequena se quedo muy quieta mirando tambien a su madre. Erica trago saliva y tomo impulso.

– Con Gaby.

– ??Con Gaby?! -Patrik por poco se ahoga-. ?Se lo has contado a Gaby? Pues igual podrias haber llamado a la redaccion del GT directamente.

– No pense…

– No, claro, eso no hace falta que lo jures, que no pensaste. ?Y que opina Christian de todo esto? -pregunto Patrik senalando aquellos titulares tan escandalosos.

– No lo se -admitio Erica. Todo su ser se retorcia por dentro ante la sola idea de cual seria la reaccion de Christian.

– Pues, como policia, te dire que esto es lo peor que podia suceder. El revuelo y la atencion que ha merecido la noticia pueden estimular no solo al autor de las cartas, sino a nuevos autores de nuevas amenazas.

– No me rinas, ya se que fue una estupidez. -Erica estaba a punto de llorar. Ya lo estaba en condiciones normales, y las hormonas del embarazo no mejoraban la situacion-. Es que no me pare a pensar. Llame a Gaby para preguntar si a la editorial habia llegado alguna amenaza y, en cuanto lo dije, supe que habia sido un error contarselo a ella. Pero ya era demasiado tarde… -Se le ahogo la voz en llanto y noto que ya empezaba a gotearle la nariz.

Patrik le ofrecio un trozo de papel y la abrazo y empezo a acariciarle la melena, antes de decirle dulcemente al oido:

– Carino, no te pongas triste. No era mi intencion parecer enfadado. Se que no tenias la menor idea de que la cosa acabara asi. Vamos… -Patrik la mecio sin dejar de abrazarla y Erica empezo a calmarse.

– No crei que Gaby fuese capaz de…

– Ya lo se, ya lo se. Pero ella no es como tu ni de lejos. Y tienes que aprender que todo el mundo no piensa igual. -La retiro un poco para verle los ojos.

Erica se seco las lagrimas de las mejillas con el papel que Patrik acababa de darle.

– ?Y que voy a hacer ahora?

– Pues tendras que hablar con Christian. Pedirle perdon y explicarle lo ocurrido.

– Pero…

– Nada de peros. No hay otra salida.

– Tienes razon -admitio Erica-. Pero te dire que me espanta la idea. Y ademas, pienso mantener una seria conversacion con Gaby.

– Ante todo, debes reflexionar sobre que le dices a quien. Gaby piensa unicamente en su negocio y vosotros sois secundarios. Asi es como funciona esto.

– Si, si, ya lo se. No tienes que insistir -replico Erica mirando airada a su marido.

– Bueno, dejemoslo por ahora -dijo Patrik retomando la tarea de colocar la compra.

– ?Has podido examinar las cartas mas de cerca?

– No, no he tenido tiempo -confeso Patrik.

– Pero ?lo haras? -insistio Erica.

Patrik asintio mientras empezaba a cortar verduras para la cena.

– Si, claro, pero nos habria facilitado las cosas que Christian hubiese colaborado. Por ejemplo, me gustaria ver las otras cartas.

– Pues habla con el. Quiza logres convencerlo.

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