encantarle estar.

– Vamos, ?pisale! -Mellberg ya estaba sentado en el asiento del acompanante. Patrik se acomodo ante el volante y giro la llave de encendido.

– ?Es la primera vez que sales en la tele? -gorjeo la maquilladora.

Christian la miro en el espejo y asintio. Tenia la boca seca y las manos humedas. Dos semanas atras, habia aceptado una entrevista en Nyhetsmorgon, de TV4, pero ahora lo lamentaba profundamente. Se habia pasado toda la noche de viaje a Estocolmo combatiendo el impulso de coger un tren de vuelta.

Gaby se mostro absolutamente encantada cuando llamaron del Canal 4. Habian oido decir que una nueva estrella alumbraria en breve el parnaso literario, y querian ser los primeros en pedirle una cita para una entrevista. Gaby le explico que no habia mejor publicidad que aquella, que venderia montanas de libros solo por aparecer unos minutos.

Y el se dejo seducir. Pidio el dia libre en la biblioteca y Gaby le reservo los billetes de tren y el hotel en Estocolmo. En un principio, sintio cierta expectacion ante la idea de aparecer en la television con el libro. Con La sombra de la sirena. Lo presentarian como «autor» en un canal nacional y le preguntarian sobre la novela. Pero los titulares del fin de semana lo habian estropeado todo. ?Como pudo enganarse de aquel modo? Llevaba tantos anos en la sombra que habia llegado a creerse que podia salir a la luz otra vez. Incluso desde que empezo a recibir las cartas, continuo viviendo la fantasia de que ya habia pasado todo, de que estaba salvado.

Pero con los titulares se esfumo aquel espejismo. Alguien veria, alguien recordaria. Y todo volveria. Se estremecio en el asiento y la maquilladora lo miro sorprendida.

– ?Tiene frio, con el calor que hace aqui? ?No estara pillando un resfriado?

Christian asintio con una sonrisa. Era mejor asi. Sin explicaciones.

La gruesa capa de maquillaje le otorgaba un aspecto antinatural. Incluso en las orejas y las manos le habian puesto una capa de aquella crema de color piel ya que, al parecer, la piel natural se veia de un tono palido verdoso en la pantalla. En cierto modo, era un alivio. Era como llevar una mascara. Detras de la cual podria esconderse.

– Pues ya esta, listo. La presentadora vendra a buscarle enseguida. -La maquilladora examino su trabajo satisfecha. Christian se miro en el espejo. La mascara le devolvio la mirada.

Unos minutos mas tarde, lo condujeron a la cafeteria que habia delante del estudio. El bufe del desayuno era impresionante, pero el se contento con un poco de zumo de naranja. La adrenalina le bombeaba en el cuerpo y, cuando se llevo el vaso a la boca, comprobo que la mano le temblaba un poco.

– Muy bien, pues ya puedes venir conmigo. -La presentadora le hizo una senal y Christian dejo en la mesa el zumo a medio beber. Le temblaban las piernas cuando la siguio hasta el estudio que estaba un piso mas abajo.

– Puedes sentarte -le susurro la presentadora al tiempo que le indicaba cual era su asiento. Christian se sobresalto al notar que alguien le ponia una mano en el hombro.

– Perdon, iba a ponerle el microfono -susurro un hombre con unos auriculares. Christian asintio. Tenia la boca mas seca aun que antes y apuro de un trago el vaso de agua que tenia delante.

– Hola, Christian, es un placer conocerte. He leido tu libro y, de verdad, me parece fantastico. -Kristin Kaspersen le ofrecio la mano, que Christian le estrecho tras un segundo de vacilacion. La tenia tan sudorosa que, seguramente, le pareceria una esponja empapada. Tambien el presentador se les habia acercado y ya se habia sentado en su puesto. El hombre lo saludo y se presento como Anders Kraft.

Alli, sobre la mesa, estaba el libro. Y detras de donde se encontraban, el meteorologo hablaba del tiempo. Tenian que conversar entre susurros.

– No estaras nervioso, ?verdad? -dijo Kristin sonriendo-. No tienes por que. Tu miranos a nosotros y todo ira bien.

Christian asintio de nuevo sin pronunciar palabra. Le habian llenado el vaso de agua, que otra vez bebio de un solo trago.

– Ahora nos toca a nosotros, dentro de unos veinte segundos -senalo Anders Kraft guinandole un ojo. Christian noto que la serenidad que irradiaba aquella pareja lo tranquilizaba un poco, e hizo cuanto pudo por no pensar en las camaras que lo rodeaban y que lo enviarian en directo a buena parte de la poblacion sueca.

Kristin empezo a hablar dirigiendose a un punto que habia detras de el y Christian comprendio que estaban transmitiendo. Se le acelero el corazon, le zumbaban los oidos y tuvo que hacer un esfuerzo para prestar atencion a lo que decia Kristin. Tras una breve introduccion, le hizo la primera pregunta:

– Christian, la critica ha elogiado ampliamente tu primera novela, La sombra de la sirena. Y tambien el numero de lectores ha sido mayor de lo normal para un escritor hasta ahora desconocido. ?Como te sientes?

Le temblaba un poco la voz cuando empezo a hablar, pero Kristin lo miraba con firmeza y serenidad y Christian se concentro en ella, no en la camara que veia con el rabillo del ojo, de modo que al cabo de un par de frases balbucientes, el mismo oyo como se le estabilizaba la voz.

– Pues, naturalmente, es fantastico. Siempre abrigue el sueno de ser escritor, y verlo hecho realidad y, ademas, con esta acogida, es algo con lo que ni habia sonado.

– La editorial ha hecho una gran apuesta. Te vemos anunciado en grandes carteles en los escaparates de las librerias y se habla de una primera edicion de quince mil ejemplares. Ademas, se diria que, en las paginas de cultura, los criticos compiten por compararte con los grandes nombres de la literatura. ?No te supera un poco todo esto? -Anders Kraft lo miraba amablemente.

Christian empezaba a sentirse mas seguro, el corazon habia recobrado el ritmo habitual.

– Desde luego, que la editorial confie en mi y se haya atrevido a hacer semejante apuesta significa mucho para mi, pero el que me comparen con otros escritores me resulta un tanto extrano. Cada uno tiene una manera de escribir y todas son unicas. -Ahora se sentia en su terreno. Se relajo un poco mas y, un par de preguntas mas tarde, penso que podria haber seguido hablando alli durante horas.

Kristin Kaspersen cogio algo que habia sobre la mesa y lo mostro a la camara. Christian empezo a sudar otra vez. Era el GT del sabado, con su nombre en grandes letras negras. Las palabras AMENAZA DE MUERTE acapararon su atencion. Ya no quedaba agua en el vaso y Christian intentaba tragar una y otra vez, para humedecer la boca.

– Se ha convertido en un fenomeno cada vez mas habitual en nuestro pais: los famosos se convierten en blanco de amenazas, sin embargo, en tu caso comenzo antes de que el publico te conociera. ?Cual crees que es el origen de las amenazas?

En un primer momento no consiguio emitir mas que una especie de graznido, pero despues logro emitir una respuesta:

– Es algo que se ha sacado de contexto y ha adquirido unas proporciones descomunales. Siempre hay gente envidiosa, gente con problemas psiquicos y… bueno, no tengo mucho mas que decir al respecto. -Estaba tenso de pies a cabeza y se seco las manos en la pernera del pantalon, por debajo de la mesa.

– Bien, pues muchas gracias por venir a hablarnos de esta novela tan elogiada, La sombra de la sirena. -Anders Kraft sostenia el libro ante la camara y sonreia. Christian sintio un alivio inmenso, pues comprendio que la entrevista habia terminado.

– Ha ido bastante bien -dijo Kristin Kaspersen recogiendo sus papeles.

– Desde luego que si -confirmo Anders poniendose de pie-. Perdona, tengo que irme al espacio de loteria.

Cuando el hombre de los auriculares lo hubo liberado del microfono, Christian se levanto. Dio las gracias y salio del estudio en compania de la presentadora. Aun le temblaban un poco las manos. Subieron la escalera, pasaron por delante de la cafeteria y luego bajaron otra vez y salieron al frio invernal. Se sentia aturdido y mareado, no exactamente en condiciones de verse con Gaby en la editorial, tal y como habian acordado.

Fue mirando por la ventanilla mientras el taxi lo llevaba al centro de la ciudad. Sabia que, a partir de aquel momento, habia perdido el control por completo.

– Aja, ?y como resolvemos esto? -pregunto Patrik oteando la capa de hielo.

Torbjorn Ruud parecia tan tranquilo, como de costumbre. Siempre conservaba la calma, por dificil que se les

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