Erica habia ido a la biblioteca de Fjallbacka. Sabia que Christian tenia el dia libre. Habia estado muy bien en el programa Nyhetsmorgon, al menos al final. Luego, cuando empezaron a preguntarle por las amenazas, se puso muy nervioso. Erica lo paso tan mal viendo como sudaba y se ruborizaba hasta las orejas que apago el televisor antes de que acabase el programa.
Y ahora se encontraba alli, fingiendo que buscaba un libro, mientras pensaba en como alcanzar su verdadero objetivo: hablar con May, la companera de trabajo de Christian. Y es que, cuanto mas reflexionaba sobre las cartas, tanto mas se convencia de que quien estaba amenazando a Christian no era ningun desconocido. No, tenian algo personal, y la respuesta debia de existir en el entorno de Christian, o en su pasado.
El problema era que siempre se habia mostrado extremadamente reservado en lo referido a lo personal. Aquella manana se levanto con la intencion de poner por escrito cuanto le hubiese oido decir sobre su pasado, pero se quedo sentada, boligrafo en ristre y con el folio en blanco. Tomo conciencia de que no sabia nada, pese a que habian pasado juntos mucho tiempo mientras el trabajaba en la novela y, pese a que, al parecer de Erica, habian intimado y se habian hecho amigos, el jamas le revelo nada. Ni de donde era, ni como se llamaban sus padres ni a que se dedicaban. Ni donde habia estudiado, ni si habia practicado algun deporte de joven, ni quienes eran sus amigos de juventud ni si aun tenia algun contacto con ellos. No sabia nada en absoluto.
Y solo eso hizo sonar la alarma. Porque uno siempre desvela algun detalle sobre su persona en las conversaciones, siempre ofrece informacion fragmentaria sobre su pasado y sobre como se ha convertido en la persona que es. Y el hecho de que Christian se hubiese sujetado la lengua de aquel modo termino de persuadir a Erica de que ahi se encontraba la respuesta. La cuestion era, desde luego, si Christian habia logrado mantenerse en guardia con todo el mundo. Quiza la colega que trabajaba con el a diario se hubiese enterado de algo.
Erica miraba de reojo a May, que estaba escribiendo algo en el ordenador. Por suerte, estaban solas en la biblioteca, de modo que podrian hablar sin que las molestaran. Finalmente, se decanto por una tactica viable. No podia empezar preguntando directamente acerca de Christian, tenia que actuar con prudencia.
Se llevo la mano a la espalda, exhalo un suspiro y se desplomo pesadamente en una de las sillas que habia delante del mostrador de May.
– Si, debe de ser duro. Son gemelos, tengo entendido -dijo May con una mirada maternal.
– Asi es, dos ejemplares llevo aqui dentro -respondio Erica pasandose la mano por la barriga, tratando de dar la impresion de que necesitaba descansar un poco. Aunque no era necesario tanto disimulo: en cuanto se sento, noto que la zona lumbar se lo agradecia.
– Tu descansa mucho.
– Si, si ya lo hago -dijo Erica sonriendo-. ?Has visto a Christian en la tele esta manana? -anadio al cabo de un instante.
– Por desgracia, me lo he perdido, estaba aqui trabajando. Pero programe el DVD para que lo grabara. O eso creo. No consigo hacerme del todo con esos chismes. ?Que tal lo hizo?
– Fenomenal. Es estupendo lo del libro.
– Si, aqui estamos muy orgullosos de el -aseguro May radiante de alegria-. No tenia la menor idea de que escribiera hasta que oi que su libro saldria publicado. Y menudo libro. ?Y menudas criticas!
– Si, es fantastico. -Erica guardo silencio un instante-. Todos los que conocen a Christian deben de estar contentisimos por el. Incluso sus antiguos colegas, supongo. ?Donde dijo que trabajaba antes de mudarse a Fjallbacka? -Intento fingir que lo sabia, solo que no lo recordaba.
– Ummm… -A diferencia de Erica, May si que parecia estar rebuscando en su memoria de verdad-. Pues sabes que te digo, ahora que lo pienso, no me lo ha dicho nunca. Que raro. Pero claro, Christian llego aqui antes que yo y seguramente no hemos hablado nunca de a que se dedicaba antes.
– ?Y tampoco sabes de donde es ni donde vivia antes de venir a Fjallbacka? -Erica se dio cuenta de que dejaba traslucir un interes excesivo y se esforzo por adoptar un tono mas neutro-. Lo estaba pensando esta manana, mientras veia la entrevista. Siempre me parecio que hablaba el dialecto de Smaland, pero esta manana me parecio oirle un tono de otro dialecto que fui incapaz de reconocer. -No era una mentira sensacional, pero tendria que valer.
May parecio aceptarla.
– No, de Smaland no es, eso es seguro. Pero la verdad, yo tampoco tengo ni idea. Claro que el y yo hablamos en el trabajo, y Christian se muestra siempre agradable y solicito. -May parecia estar sopesando como formularia la siguiente frase-. Aun asi, tengo la sensacion de que existe un limite, hasta aqui, ni un paso mas. A lo mejor te resulta ridiculo, pero nunca le he preguntado por detalles personales porque, de alguna manera, el me ha enviado el mensaje de que no le gustaria.
– Entiendo lo que quieres decir -aseguro Erica-. ?Y nunca te ha dicho nada asi, como de pasada?
May volvio a hacer memoria.
– Pues no, la verdad es que no… Bueno, espera, si…
– ?Si? -pregunto Erica maldiciendo su impaciencia.
– Bueno, fue algo insignificante. Pero tuve la sensacion… Veras, fue un dia que estabamos hablando de Trollhattan, porque yo acababa de volver de visitar a mi hermana, que vive alli. Y parecia conocer la ciudad. Luego reacciono y empezo a hablar de otra cosa. Y lo recuerdo muy bien porque me extrano que cambiara de tema de aquella manera tan brusca.
– ?Te dio la sensacion de que hubiese vivido alli?
– Si, eso creo. Aunque ya te digo que no lo puedo asegurar.
No era mucho, pero por ahi se podia empezar. Trollhattan.
– ?Pasa, Christian! -Gaby le dio la bienvenida en la puerta y el entro un poco en guardia a aquel paisaje blanco que era la sede de la editorial. Igual de colorido y extravagante que su jefa, asi de refinado y luminoso era el despacho. Y quiza fuera esa la idea, porque constituia un fondo en agudo contraste con Gaby, que resaltaba mas aun.
– ?Cafe? -Senalo un perchero que habia a la izquierda de la puerta y Christian colgo la cazadora.
– Si, gracias -respondio siguiendo el repiqueteo de los tacones por el largo pasillo. La cocina era tan blanca como el resto del local, pero las tazas que saco del armario eran rosa chillon y no parecia haber otros colores entre los que elegir.
– Pues ahora mismo. -La editora alargo el brazo para coger la taza y empezo a pulsar los botones. Cuando la maquina dejo de resoplar, Gaby le hizo a Christian una senal para que la siguiera.
– Nos sentaremos en mi despacho. Aqui hay demasiado transito de gente. -Saludo con indiferencia a una chica de unos treinta anos que entro en la cocina. A juzgar por el temor que Christian advirtio en los ojos de la mujer, Gaby ataba corto a sus colaboradores.
– Sientate. -El despacho de Gaby, contiguo a la cocina, era elegante pero impersonal. Ni fotos familiares ni objetos personales peculiares. Nada que pudiera dar una pista de quien era ella en realidad, lo que, segun Christian sospechaba, era precisamente el objetivo.
– ?Que bien has estado esta manana! -dijo sentandose detras del escritorio con una sonrisa radiante.
El asintio, aun sabiendo que ella habia notado lo nervioso que estaba. Se preguntaba si tendria algun tipo de remordimiento por haberlo expuesto de aquella manera y por haberlo dejado indefenso ante lo que pudiera suceder.
– Tienes tanto carisma. -Gaby mostro una hilera de dientes blancos. Demasiado blancos, blanqueados, seguramente.
Christian apretaba la taza rosa con las manos empapadas de sudor.
– Vamos a intentar colocarte en mas sofas de canales de television -continuo parloteando la editora-. Con Carin a las 21:30, con Malou en la Cuatro, quiza en alguno de los programas de concurso. Creo que…