– No voy a salir mas en la tele.

Gaby se quedo mirandolo perpleja.

– Perdon, he debido de oir mal. ?Has dicho que no saldras mas en la tele?

– Me has oido perfectamente. Ya has visto lo que ha pasado esta manana. Y no me expondre a lo mismo otra vez.

– La tele vende. -A Gaby le aleteaban las fosas nasales-. Esos minutos que has salido en la Cuatro esta manana daran un nuevo impulso a las ventas. -Repiqueteaba nerviosa con aquellas unas tan largas sobre la mesa.

– Seguro que si, pero no me importa. No pienso salir mas. -Lo decia de verdad. Ni queria ni podia dejarse ver mas de lo que ya lo habia hecho. Y ya era mucho, suficiente para provocar. Quiza aun podria evitar el destino si lo detenia todo ahora. Ahora.

– Tu y yo colaboramos, y no puedo vender tu libro, hacer que llegue a los lectores, si no colaboras. Y esa colaboracion incluye que participes en la comercializacion del libro. -Le hablo con un tono frio como el hielo.

A Christian le zumbaba la cabeza. Miraba las unas rosa de Gaby en contraste con la mesa de color claro y se esforzaba por detener el murmullo, que resonaba cada vez con mas fuerza. Se rasco briosamente la palma de la mano izquierda. Sentia un hormigueo bajo la piel. Como un eccema invisible que empeoraba con el roce.

– No pienso salir otra vez -repitio. No era capaz de mirarla a los ojos. El nerviosismo que sintio en un principio ante la idea de la reunion se habia convertido ya en panico. No podia obligarlo. ?O si podia? ?Que decia, en realidad, aquel contrato que el ni siquiera habia leido, euforico como estaba de que hubiesen aceptado su libro?

La voz de Gaby corto el zumbido como un cuchillo.

– Esperamos que colabores, Christian. Yo espero que lo hagas. -La irritacion de la editora alimentaba el hormigueo y el picor interior. Se rasco con mas fuerza aun la palma de la mano, hasta que noto que le escocia. Se miro la mano y vio las lineas sanguinolentas que se habia hecho con las unas. Levanto la vista.

– Tengo que irme a casa.

Gaby lo observo con el ceno fruncido.

– Oye, ?estas bien? -Y mas extraneza aun le causo ver la palma de la mano llena de sangre-. Christian… - Gaby parecia insegura de como continuar y el no pudo mas. Las voces le resonaban cada vez mas alto, con mensajes que el no queria oir. Todos los interrogantes, todos los vinculos, todo se mezclo hasta que lo unico de lo que podia ser consciente era del hormigueo bajo la piel.

Se levanto y salio corriendo del despacho.

Patrik miraba el telefono. El informe completo del cuerpo que habian encontrado bajo el hielo llevaria mucho mas tiempo, pero sabia que podria contar en breve con la confirmacion de que en verdad se trataba de Magnus Kjellner. Seguramente, el rumor ya habria empezado a circular por Fjallbacka y no queria que Cia lo supiese por otra via.

Pero el telefono no habia sonado, por ahora.

– ?Nada? -pregunto Annika asomando la cabeza y mirandolo inquisitiva.

Patrik meneo la cabeza.

– No, pero Pedersen estara a punto de llamar.

– Pues esperemos -dijo Annika y, en el preciso instante en que se daba media vuelta para volver a la recepcion, se oyo el timbre. Patrik se abalanzo sobre el auricular.

– Hedstrom. -Presto atencion y le hizo a Annika una senal. Era Tord Pedersen, del instituto forense-. Si… Vale… Comprendo… Gracias. -Colgo y respiro aliviado-. Pedersen acaba de confirmarme que se trata de Magnus Kjellner. No puede establecer la causa de la muerte antes de practicarle la autopsia, pero lo que si puede decir es que Kjellner sufrio agresiones y presenta cortes graves en el cuerpo.

– Pobre Cia.

Patrik asintio. Notaba que le pesaba el corazon en el pecho ante la tarea que tenia por delante. Pese a todo, queria ir a comunicar la noticia personalmente. Se lo debia a Cia, despues de todas las veces que habia estado en la comisaria, mas triste y mas consumida cada vez, pero aun abrigando algo parecido a la esperanza. Ya no cabia esperanza alguna y lo unico que Patrik podia ofrecerle era la certeza.

– Mas vale que vaya y hable con ella de inmediato -dijo poniendose de pie-. Antes de que se entere por otra via.

– ?Vas a ir solo?

– No, le dire a Paula que me acompane.

Fue a avisar a su colega y dio unos golpecitos en la puerta, que estaba abierta.

– ?Es el? -Paula fue al grano, como de costumbre.

– Si. Voy a ir a hablar con su mujer. ?Me acompanas?

Paula parecio dudar, pero no era de las que rehuian el deber.

– Si, por supuesto -dijo antes de ponerse la cazadora y salir detras de Patrik, que ya iba camino de la salida.

Mellberg les dio el alto en recepcion.

– ?Alguna noticia? -pregunto exaltado.

– Si, Pedersen ha confirmado que se trata de Magnus Kjellner. -Patrik se dio media vuelta para continuar camino del coche policial que habia aparcado delante de la comisaria. Pero Mellberg aun no habia terminado.

– Se tiro al agua, ?verdad? Lo sabia, sabia que se habia suicidado. Seguro que por problemas con las mujeres o por jugar al poquer por Internet. Lo sabia.

– Pues no parece que sea suicidio. -Patrik sopesaba sus palabras con medida de oro. Sabia por experiencia que Mellberg trataba la informacion como le venia en gana y que era capaz de generar una catastrofe a partir de unos datos muy sencillos.

– ?Joder! O sea, ?asesinato?

– Todavia no sabemos mucho. -La voz de Patrik resono cautelosa-. Lo unico que ha podido decir Pedersen hasta el momento es que Magnus Kjellner presenta numerosas heridas de arma blanca.

– Joder -repitio Mellberg-. Como es logico, eso implica que la investigacion recibira una atencion muy distinta. Tenemos que acelerar el ritmo, tenemos que mirar con lupa todo lo que hemos hecho y lo que no hemos hecho. Es verdad que yo no he participado mucho hasta el momento, pero a partir de ahora tenemos que poner al servicio del caso los principales recursos de la comisaria, naturalmente.

Las miradas de Patrik y Paula se cruzaron. Como de costumbre, Mellberg no advirtio el menor indicio de falta de confianza, sino que continuo con el mismo entusiasmo:

– Un repaso general de todo el material, eso es lo que debemos hacer. A las 15:00, quiero que todos se presenten hambrientos y despiertos. Hemos perdido demasiado tiempo. Por Dios santo, ?como habeis podido tardar tres meses en encontrar al tipo? Es una verguenza. -Miraba severamente a Patrik, que tuvo que reprimir un impulso pueril para no darle a su jefe una patada en las espinillas.

– A las 15:00, claro. Entendido. Pero seria bueno que pudieramos irnos ya. Paula y yo ibamos a ver a la mujer de Magnus Kjellner.

– Si, si -respondio Mellberg impaciente despachandolos entre aspavientos. Luego parecio sumirse en sesudas cavilaciones sobre como delegar los cometidos de lo que habia resultado ser una investigacion de asesinato.

Erik habia tenido el control toda su vida. Siempre era el que decidia, el cazador. Ahora, por el contrario, alguien queria darle caza a el, alguien desconocido a quien no podia ver. Y eso lo asustaba mas que nada. Todo seria mas facil si comprendiera quien lo perseguia. Pero, sinceramente, lo ignoraba.

Habia dedicado un tiempo considerable a reflexionar sobre ese asunto, a inventariar su vida. Habia repasado todas las mujeres, los contactos laborales, los amigos y enemigos. No podia negar que habia dejado tras de si ira y amargura. Pero ?odio tambien? De eso no estaba tan seguro. Sin embargo, las cartas que recibia destilaban odio puro y un deseo innegable de venganza. Ni mas ni menos.

Por primera vez en su vida, Erik se sentia solo en el mundo. Por primera vez, comprendio lo fina que era la capa de barniz, lo poco que, a la hora de la verdad, significaban el exito y las palmaditas en la espalda. Incluso habia considerado la posibilidad de confiarselo a Louise. O a Kenneth. Pero nunca encontraba un momento en que ella no lo mirase con desprecio. Y Kenneth era siempre tan servil… Ni la actitud de ella ni la de el eran propicias

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