– Bueno, bueno. ?Podrias exponer brevemente lo ocurrido, donde aparecio el cadaver y como, y la informacion que haya proporcionado Pedersen hasta ahora? Naturalmente, lo llamare luego, hasta ahora no he tenido tiempo. Entretanto, nos apanaremos con lo que tengas tu.

Patrik refirio los sucesos del dia.

– ?De verdad que estaba atrapado en el hielo? -Martin Molin miro a Patrik con un escalofrio.

– Luego podremos ver fotografias del lugar, pero si, se habia congelado en el agua. Si el perro no se hubiese adentrado por la capa helada, habriamos tardado bastante en encontrar a Magnus Kjellner. Si es que lo encontrabamos. En cuanto el hielo hubiera empezado a derretirse, se habria soltado y se lo habria llevado la corriente. Podria haber aparecido en cualquier parte. -Patrik meneo la cabeza.

– Lo que significa que no podemos establecer donde y cuando lo arrojaron al agua, ?no? -pregunto Gosta sombrio, acariciando distraido a Ernst, que se le habia pegado a la pierna.

– El hielo no cuajo hasta diciembre. Tendremos que esperar el dictamen de Pedersen para saber cuanto tiempo calcula que lleva muerto Magnus Kjellner, pero yo diria que murio poco despues de que denunciaran su desaparicion. -Patrik hizo un gesto de advertencia con el dedo-. Pero, como decia, no disponemos de datos que apoyen esa hipotesis, de modo que no podemos trabajar basandonos en ella.

– Ya, pero parece logico -observo Gosta.

– Has mencionado que presentaba varias heridas, ?que sabemos al respecto? -Paula entorno los ojos castanos mientras tamborileaba impaciente con el boligrafo en un bloc que tenia en la mesa.

– Pues tampoco me dio mucha informacion sobre ese particular, ya sabeis como es Pedersen. No le gusta nada revelar ningun detalle antes de haber efectuado un examen exhaustivo. Solo me dijo que lo habian agredido y que presentaba cortes profundos.

– Lo que probablemente signifique que lo hirieron con una navaja -completo Gosta.

– Si, probablemente.

– ?Cuando tendremos la informacion de Pedersen? -Mellberg se habia sentado a un extremo de la mesa y llamo al perro chasqueando los dedos. Ernst se alejo enseguida de Gosta y apoyo la cabeza en la rodilla de su dueno.

– Le hara la autopsia a finales de esta semana -dijo-. Asi que para el fin de semana, con un poco de suerte, o a principios de la semana que viene. -Patrik dejo escapar un suspiro. Habia ocasiones en que aquella profesion no casaba bien con su caracter impaciente. Queria las respuestas ya, no dentro de una semana.

– ?Y que sabemos de la desaparicion? -Mellberg sostenia la taza de cafe vacia delante de Annika, que fingio no darse cuenta. El jefe hizo otro intento con Martin Molin, y esta vez si funciono. Martin no habia adquirido aun el carisma necesario para resistir. Mellberg se retrepo en la silla satisfecho, mientras el mas joven de sus colegas se encaminaba a la cocina.

– Sabemos que salio de casa poco despues de las ocho de la manana. Cia trabaja en Grebbestad y se fue hacia las siete y media. Trabaja media jornada en una inmobiliaria. Los ninos tienen que marcharse a eso de las siete para poder coger el autobus. -Patrik hizo una pausa para tomar un sorbo del cafe que Martin les iba sirviendo a todos, y Paula aprovecho el inciso para hacer una pregunta.

– ?Y como sabes que se fue de su casa poco despues de las ocho?

– Porque un vecino lo vio salir a esa hora.

– ?En coche?

– No, Cia habia cogido el unico coche que tienen y, segun cuenta, Magnus iba siempre a pie.

– Ya, pero a Tanum no, ?verdad? -intervino Martin.

– No, iba en el coche de un colega, Ulf Rosander, que vive cerca del campo de minigolf. Y hasta alli si iba caminando. Pero la manana en cuestion, llamo a Rosander para decirle que llevaba un poco de retraso y que se fuera sin el, asi que no se presento en su casa.

– ?Y estamos seguros de eso? -intervino Mellberg-. ?Hemos investigado a fondo a ese Rosander? En realidad, solo tenemos su palabra.

– Gosta estuvo hablando con Rosander y nada, ni lo que dijo ni su conducta, indica que este mintiendo - aseguro Patrik.

– O quiza no lo hayais presionado lo suficiente -insistio Mellberg anotando algo en el bloc. Alzo la vista y la clavo en Patrik-. Traelo y aprietale las tuercas un poco mas.

– ?No te parece una medida un tanto drastica? La gente podria empezar a mostrarse reacia a hablar con nosotros si nos dedicamos a traer a los testigos a comisaria -objeto Paula-. ?No podriais ir Patrik y tu a verlo a Fjallbacka? Aunque se que ahora tienes mucho que hacer, de modo que, si quieres, puedo ir yo en tu lugar -dijo guinandole un ojo a Patrik discretamente.

– Ummm… pues tienes razon. Tengo la mesa atestada. Muy bien pensado, Paula. Patrik y tu ireis a visitar de nuevo al tal… Rosell.

– Rosander -lo corrigio Patrik.

– Pues eso he dicho -replico Mellberg mirando a Patrik con encono-. De todos modos, Paula y tu hablareis con el. Creo que podemos sacar algo mas. -Hizo un gesto de impaciencia con la mano-. Bueno, ?y ademas? ?Que mas habeis hecho?

– Hemos hablado con todos los vecinos de la calle que Magnus deberia haber recorrido si hubiera ido a casa de Rosander como de costumbre. Pero nadie lo vio. Claro que de ahi no podemos sacar conclusiones, la gente tiene mas que de sobra con el trajin propio de las mananas -observo Patrik.

– Es como si se hubiera esfumado en el preciso instante en que salio por la puerta de su casa… hasta que lo encontramos en el hielo. -Martin miraba con resignacion a Patrik, que se esforzo por sonar mas optimista de lo que realmente se sentia.

– Nadie se esfuma sin mas. Habra huellas en algun lugar. Y lo unico que debemos hacer es encontrarlas. - Patrik comprendio que empezaba a soltar futilidades, pero, por el momento, no tenia nada mas que ofrecer.

– ?Y su vida privada? ?Hemos indagado lo suficiente? ?Hemos sacado del armario todos los cadaveres? - Mellberg se echo a reir con su propia broma, pero nadie lo secundo.

– Los mejores amigos de Magnus y Cia eran Erik Lind, Kenneth Bengtsson y Christian Thydell. Y sus mujeres. Hemos hablado con ellos y con la familia de Magnus, y lo unico que hemos sacado en claro es que Magnus Kjellner era un padre abnegado y un buen amigo. Nada de chismorreos, nada de secretos, nada de rumores.

– ?Tonterias! -resoplo Mellberg-. Todo el mundo tiene algo que ocultar, se trata de desenterrarlo. Es obvio que no os habeis esforzado lo suficiente.

– Hemos… -comenzo Patrik. Pero guardo silencio al comprender que probablemente Mellberg tuviera razon, para variar, tal vez no hubiesen indagado lo bastante a fondo, quiza no hubiesen formulado las preguntas adecuadas-. Por supuesto, ahora emprenderemos otra ronda con la familia y los amigos -prosiguio. Enseguida le vino a la cabeza la imagen de Christian Thydell y la carta que tenia en el primer cajon del escritorio. Pero no quiso mencionarlo por el momento, hasta no tener algo mas concreto que lo que le decia su sexto sentido.

– Bueno, pues entonces repetimos y, esta vez, lo hacemos bien. -Mellberg se levanto tan rapido que Ernst, cuya cabeza seguia apoyada en la rodilla de su dueno, estuvo a punto de caer al suelo. El jefe de la comisaria casi habia llegado a la puerta cuando se volvio y, mirando con severidad a los subalternos alli reunidos, anadio-: Y a ver si aceleramos un poco el ritmo, ?vale?

Ya estaba oscuro al otro lado de la ventanilla del tren. Se habia levantado tan temprano que tenia la sensacion de que fuera de noche, pese a que el reloj indicaba que era la primera hora de la tarde. El movil le sonaba en el bolsillo una y otra vez, pero el no se habia inmutado. Llamara quien llamase, seguro que queria pedirle algo, perseguirlo y exigirle lo que fuera.

Christian miraba el paisaje. Acababan de dejar atras Herrljunga. Habia dejado el coche en Uddevalla. Y le quedaban unos cuarenta y cinco minutos en coche hasta Fjallbacka. Apoyo la frente en la ventanilla y cerro los ojos. Notaba la frialdad del cristal en la piel. La negrura del exterior lo presionaba, se le pegaba. Tomo aire ansiosamente y retiro la cara del cristal, donde habia dejado una impresion inequivoca de la frente y la nariz. Levanto la mano y la borro con la palma. No queria dejarla alli, no queria dejar rastro de su persona.

Llego a Uddevalla tan cansado que apenas veia con claridad. Habia tratado de dormir la ultima hora de viaje, pero las imagenes le desfilaban por la cabeza como destellos veloces, impidiendole el descanso. Se detuvo en el McDonald’s de Torp y pidio un cafe grande, que apuro de un trago para que la cafeina surtiese efecto enseguida.

Вы читаете La sombra de la sirena
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату