dorado y amarillo.
– Parece que han encontrado a Magnus. Esta muerto.
Erica habia intentado llamar a Patrik varias veces, pero no obtuvo respuesta. Debia de tener mucho trabajo en la comisaria.
Estaba en casa, delante del ordenador, buscando informacion en Internet. Ponia todo su empeno en concentrarse, pero no habia forma, era obvio que resultaba imposible, con dos pares de piececillos dando patadas en la barriga. Y le costaba controlar sus pensamientos. La inquietud. Los recuerdos de la primera epoca con Maja, que tan lejos estuvo de la felicidad de color de rosa que ella habia imaginado. Cuando Erica pensaba en aquellos meses, tenia la sensacion de que era como un agujero negro en el tiempo, y ahora le esperaba el doble de lo mismo. Dos que alimentar, que se despertaban, que exigian toda su atencion, todo su tiempo. Quiza fuese egoista, quiza por eso le costaba tanto poner todo su ser, toda su existencia, en manos de otra persona. En manos de sus hijos. Aquello la angustiaba y, al mismo tiempo, le daba cargo de conciencia. Porque ?con que derecho se preocupaba por tener dos hijos mas, dos regalos al mismo tiempo? Pero se preocupaba. Tanto que se rompia por dentro. Al mismo tiempo, ahora sabia cual era el resultado. Maja era una alegria tan inmensa que Erica no lamentaba un solo segundo de aquel tiempo tan dificil. Aun asi, ahi estaba el recuerdo, un recuerdo que dolia.
De repente noto una patada tan fuerte que se quedo sin respiracion. Alguno de los pequenos, o tal vez los dos, tenia sin duda talento futbolistico. El dolor la devolvio al presente. Era consciente de que las cavilaciones en torno a Christian y las cartas eran seguramente algo con lo que preferia ocuparse para no pensar ni preocuparse tanto, pero, si era asi, bien estaba.
Entro en Google y tecleo su nombre: «Christian Thydell». Aparecieron varias paginas de resultados, todas ellas sobre el libro, ninguna relativa a algun hecho del pasado. Lo intento anadiendo la palabra Trollhattan. Ningun resultado. Si habia vivido alli, debio de dejar algun rastro. Debia ser posible averiguar algo mas. Erica pensaba, mordiendose la una del pulgar. ?Estaria totalmente desencaminada? En realidad, nada indicaba que el remitente de las cartas fuese alguien que conociera a Christian antes de que este llegara a Fjallbacka.
Aun asi, Erica siempre volvia a la pregunta de por que se mostraba tan celoso de mantener en secreto su pasado. Era como si hubiera borrado la epoca anterior a su traslado a Fjallbacka. ?O quiza era solo con ella con quien no queria hablar? La idea le molestaba, pero no podia quitarsela de la cabeza. Claro que tampoco parecia haberse sincerado mucho en el trabajo, pero no era lo mismo. Ella tenia la sensacion de que Christian y ella habian alcanzado cierto grado de intimidad mientras estuvieron trabajando en la novela, dando vueltas a ideas y reflexiones, discutiendo los tonos y matices de las palabras. Pero en realidad, tal vez estuviese equivocada por completo.
Erica comprendio que deberia hablar con algun otro amigo de Christian antes de dejar volar la imaginacion. Pero ?con cual? Solo tenia una vaga idea de con quienes se relacionaba Christian. El primero que se le ocurrio fue Magnus Kjellner, pero a menos que ocurriera un milagro, el no constituia una alternativa. Parecia que Christian y Sanna se relacionaban tambien con Erik Lind, el dueno de la constructora, y con su socio Kenneth Bengtsson. Erica no tenia la menor idea del grado de intimidad ni de cual de los dos le proporcionaria mas informacion. Ademas: ?como reaccionaria Christian si averiguase que estaba interrogando a sus amigos y conocidos?
Finalmente, decidio dejar a un lado sus reparos. Su curiosidad era mayor. Y, sobre todo, lo hacia por el bien de Christian. Si el no queria enterarse de quien le enviaba aquellas amenazas, ella tendria que averiguarlo por el.
De repente, tuvo clarisimo con quien debia hablar.
Ludvig miro otra vez el reloj. Pronto seria la hora de la pausa. Las mates eran la peor asignatura con diferencia y, como de costumbre, el tiempo transcurria a paso de tortuga. Faltaban cinco minutos. Hoy su descanso coincidia con el del grupo 7A, lo que implicaba que coincidia con el de Sussie. Ella tenia la taquilla en la hilera detras de la suya y, con un poco de suerte, llegarian al mismo tiempo a guardar los libros despues de clase. Llevaba mas de seis meses enamorado de ella. Nadie lo sabia, salvo Tom, su mejor amigo. Y Tom sabia que sufriria una muerte lenta y dolorosa si se chivaba.
Sono el timbre y Ludvig cerro despacio el libro de mates y salio corriendo del aula. Iba mirando a su alrededor mientras se dirigia a las taquillas, pero no vio a Sussie. Tal vez ellos no hubiesen terminado aun.
Pronto se atreveria a hablar con ella. Lo tenia decidido. Solo que no sabia como empezar ni que decir. Habia intentado convencer a Tom de que se hiciese el encontradizo con alguna de sus amigas, por si el podia acercarsele asi, pero Tom se nego, asi que Ludvig tenia que ingeniar otro metodo.
Cuando llego a las taquillas no vio a nadie. Abrio la puerta, dejo los libros y volvio a cerrar. Quiza hoy no hubiese ido a la escuela. Tampoco la habia visto a lo largo de la manana, podria estar enferma o no tener clase. La idea lo hundio de tal modo que incluso llego a pensar en saltarse la ultima clase. Alguien le dio un golpecito en el hombro y Ludvig dio un respingo.
– Perdona, Ludvig, no era mi intencion darte un susto.
Era la directora. Estaba palida y muy seria y Ludvig comprendio en una fraccion de segundo para que lo buscaba. Sussie y todo lo que hacia un momento le parecia tan importante se esfumo de pronto y en su lugar aparecio un dolor tan profundo que penso que no cesaria jamas.
– Quisiera que me acompanaras a mi despacho. Elin ya esta alli.
Ludvig asintio. No tenia sentido preguntar el motivo, el ya lo sabia. El dolor le irradiaba hasta las yemas de los dedos y no sentia los pies, que seguian los pasos de la directora. Los movia hacia delante, porque sabia que era lo que debia hacer, pero no sentia nada.
Algo mas al fondo del pasillo, a medio camino hacia el despacho de la directora, se cruzo con Sussie, que lo miro directamente a los ojos. Era como si hubiera pasado un siglo desde que ese gesto le importara. Nada habia, salvo el dolor. A su alrededor, todo resonaba vacio.
Elin rompio a llorar en cuanto lo vio. Seguramente habria estado tratando de combatir el llanto y, tan pronto como Ludvig cruzo el umbral, salio corriendo hacia el y se le echo en los brazos. El la abrazo fuerte y empezo a acariciarle la espalda mientras lloraba.
El policia al que habia visto en varias ocasiones aguardaba algo apartado en tanto que ellos se daban consuelo. Hasta ahora no habia dicho una palabra.
– ?Donde lo encontraron? -pregunto Ludvig al fin, sin ser consciente de haber formulado la pregunta. Ni siquiera estaba seguro de querer oir la respuesta.
– En Salvik -dijo el policia que, segun creia recordar, se llamaba Patrik. Su colega se hallaba unos pasos atras y parecia un tanto indecisa. Ludvig la comprendia. El tampoco sabia que decir. Ni que hacer.
– Habiamos pensado llevaros a casa. -Patrik le hizo un gesto a Paula para que se adelantara. Elin y Ludvig los siguieron. En la puerta, Elin se detuvo y se dirigio a Patrik:
– ?Se ahogo?
Ludvig tambien se paro, pero se dio cuenta de que el policia no pensaba decir nada mas por el momento.
– Vamos a casa, Elin. Ya hablaremos de eso -respondio Ludvig en voz baja, cogiendola de la mano. En un primer momento, ella se resistio. No queria irse, no queria saber. Luego echo a andar.
– Pues oye… -Mellberg hizo una pausa de efecto. Senalo el corcho en el que Patrik habia clavado cuidadosamente con chinchetas todo el material relativo a la desaparicion de Magnus Kjellner-. Aqui he colgado lo que tenemos, y no es que sea para tirar cohetes. Despues de tres meses, esto es lo que habeis conseguido. Pues os dire solo una cosa, teneis una suerte loca de estar aqui, en un pueblo, y no en la voragine de Gotemburgo. ?Alli habriamos terminado el trabajo en una semana!
Patrik y Annika intercambiaron una mirada elocuente. El periodo que Mellberg estuvo prestando servicio en Gotemburgo se habia convertido en un tema recurrente desde que llego a Tanumshede como jefe de Policia. Ahora al menos parecia haber perdido la esperanza de que volvieran a darle el traslado, una esperanza que solo el creia que pudiera cumplirse un dia.
– Hemos hecho cuanto hemos podido -replico Patrik con tono cansino. Era consciente de lo vano que resultaria el intento de rebatir las acusaciones de Mellberg-. Ademas, hasta hoy no era una investigacion de asesinato. Lo hemos llevado como una desaparicion.