la primera vez, pero aun asi estaba nervioso. Le incomodaba ser el centro de atencion y la seriedad de la mision lo abatia. La alternativa, no obstante, era que Mellberg se hiciese cargo de dirigir la investigacion, algo que deseaba evitar a toda costa. Asi que no le quedaba mas remedio que poner manos a la obra.
– Como ya sabeis a estas alturas, nos han confirmado que la muerte de Sara Klinga no fue un accidente, sino un asesinato. Cierto que se ahogo, pero el agua que tenia en los pulmones era dulce y no salada, lo que demuestra que la ahogaron en otro lugar antes de arrojarla al mar. Bien, eso no es ninguna novedad y todos los detalles pueden leerse en el informe de Pedersen, del que Annika ha hecho varias copias -explico pasando un monton de documentos grapados para que cada uno cogiese un ejemplar.
– ?Puede sacarse alguna conclusion del agua de los pulmones? Por ejemplo, se dice que habia restos de jabon en el agua. ?Es posible averiguar de que clase de jabon se trata? -pregunto Martin senalando uno de los puntos del informe de la autopsia.
– Si, esperemos que si -respondio Patrik-. Ya hemos enviado una muestra del agua al Instituto Forense para su analisis y dentro de un par de dias sabremos mas de lo que puedan sacar en claro.
– ?Y la ropa? -prosiguio Martin-. ?Podran determinar si estaba vestida o no cuando la metieron en la banera? Porque casi podemos suponer que la ahogaron en una banera, ?no?
– Lo siento, pero ahi tenemos la misma respuesta. Tambien hemos enviado su ropa y hasta que no tengamos los resultados, no se mas que vosotros.
Ernst hizo un gesto de aburrimiento y Patrik le lanzo una mirada de reconvencion. Sabia exactamente lo que pasaba por su cabeza en aquellos momentos: sentia envidia de que fuese Martin y no el quien tenia alguna pregunta inteligente que hacer. Patrik se preguntaba si algun dia llegaria a comprender que trabajaban juntos en un equipo para resolver un caso y que aquello no consistia en ningun tipo de competicion individual.
– ?Estamos ante un delito sexual? -quiso saber Gosta, a lo que Ernst parecio aun mas irritado, pues incluso su companero de vagancia conseguia dejarse caer con una pregunta relevante.
– Es imposible decirlo -respondio Patrik-. Pero quisiera que Martin empezase a mirar si hay alguien en nuestros archivos que haya sido condenado por agresion sexual a menores.
Martin asintio mientras tomaba nota.
– Ademas, debemos seguir estudiando un poco mas de cerca a la familia -aseguro Patrik-. Ernst y yo mantuvimos una primera conversacion con ellos, la misma en la que los informamos de que Sara habia sido asesinada, y tambien hablamos con la persona a la que la abuela de la victima senalo como posible sospechoso.
– Deja que lo adivine -intervino Annika mordaz-. ?No sera un tal Kaj Wiberg?
– Exacto -dijo Gosta-. Acabo de entregarle a Patrik todos los documentos que tenia sobe sus contactos con nosotros a lo largo de los anos.
– Eso es malgastar tiempo y recursos -tercio Ernst-. Es absurdo creer que Kaj tiene relacion alguna con la muerte de la pequena.
– Si, eso, vosotros os conoceis -observo Gosta mirando a Patrik inquisitivo, como para comprobar si era o no consciente de esa circunstancia.
Este se lo confirmo con un gesto.
– En cualquier caso -interrumpio Patrik al ver que Ernst pretendia intervenir otra vez-, seguiremos investigando a Kaj para determinar lo antes posible si esta o no implicado, y trabajaremos con toda la amplitud de miras que nos permite el estadio en que nos encontramos. En general, tenemos que averiguar mas informacion sobre la nina y su familia. He pensado que Ernst y yo podriamos ir a hablar con los maestros de la pequena para averiguar si ellos conocen algun problema relacionado con la familia. Dado lo poco que sabemos, deberiamos contar tambien con la ayuda de la prensa local. ?Podria encargarse usted de eso, Bertil?
No obtuvo ninguna respuesta, por lo que volvio a formular la pregunta un poco mas alto:
– ?Bertil?
Sin respuesta una vez mas. Mellberg parecia muy lejos, apoyado en el quicio de la puerta y sumido en sus pensamientos. Despues de alzar la voz un poco mas aun, por fin lo vio reaccionar.
– ?Eh? Ah, perdon. ?Que decia? -pregunto Mellberg mientras a Patrik le costaba comprender que aquel hombre fuese el jefe de aquella casa.
– Queria saber si usted podria hablar con la prensa local. Decirles que se trata de un asesinato y que cualquier informacion puede resultar de interes para nosotros. Tengo la sensacion de que vamos a necesitar la ayuda de la gente en este caso.
– ?Oh…, mmm…, por supuesto! -respondio Mellberg aun medio embobado-. Si, claro, yo hablare con la prensa.
– Bien. Mas no podemos hacer por ahora -concluyo Patrik cruzando las manos sobre la mesa-. ?Alguna otra pregunta?
Nadie decia nada y, tras unos segundos de silencio y como respondiendo a una senal invisible, todos empezaron a recoger velas.
– ?Ernst? -Patrik retuvo al colega justo cuando este ya cruzaba el umbral-. ?Puedes estar preparado para salir dentro de media hora?
– ?Para ir adonde? -inquirio Ernst con su habitual reticencia.
Patrik respiro hondo. A veces se preguntaba si el creia que hablaba, pero en realidad solo movia los labios sin emitir ningun sonido.
– A la escuela de Sara. Para interrogar a sus maestros -dijo articulando con extrema claridad.
– ?Ah, eso! Si, puedo estar listo dentro de media hora -respondio Ernst antes de darle la espalda a Patrik.
Este clavo en Lundgren una mirada que destilaba indignacion. Le daria un par de dias mas al companero que le habian impuesto. Si continuaba igual, se armaria de valor para desobedecer a Mellberg y llevarse consigo a Martin.
8.
Stromstad, 1924.
El encanto de la novedad habia empezado a desaparecer. Todo el invierno estuvo plagado de encuentros amorosos y, al principio, ella disfrutaba de cada minuto. En cambio, ahora que el invierno tocaba a su fin y se acercaba poco a poco la primavera, el hastio se aduenaba de ella.
Para ser sincera, apenas se explicaba que habia visto en el, que le habia resultado tan atractivo.
Cierto que era guapo, eso no podia negarlo, pero hablaba como un campesino ignorante y siempre exhalaba un leve olor a sudor. Ademas, cada vez resultaba mas dificil llegar a su casa sin ser vista, ahora que la oscuridad empezaba a retirar su manto protector. No, aquello tenia que acabar, resolvio ante el espejo de su dormitorio.
Le dio el ultimo toque a su vestimenta y bajo a desayunar con su padre. Habia visitado a Anders el dia anterior y aun estaba cansada. Se sento a la mesa despues de besar a su padre y empezo a partir la cascara de un huevo. Se sentia tan agotada que el olor le revolvio el estomago.
– ?Que pasa, querida? -pregunto August preocupado, observandola atento desde el otro extremo de la gran mesa.
– Nada, que estoy un poco cansada -respondio Agnes en tono lastimero-. Anoche me costo conciliar el sueno.
– ?Pobrecilla! -se lamento el compasivo-. Come un poco y sube a descansar un rato. Quiza deberiamos llevarte a la consulta del doctor Fern para que te haga un chequeo. Yo te he visto un poco desganada todo el invierno.
Agnes dejo escapar una sonrisa que tuvo que apresurarse a esconder tras la servilleta. Bajando la mirada, respondio:
– Si, no he estado muy animada, pero yo creo que ha sido a causa de la oscuridad invernal. Ya veras, cuando llegue la primavera recobrare la energia.
– Mmmm…, bueno, ya veremos. Pero piensa si no seria una buena idea que el doctor te echase un