– ?Y lo hiciste?
– ?Si hice que? -respondio Morgan distraido.
– Si la viste.
El joven obvio la pregunta.
– ?Por que vienes a estas horas? Sabes que no se ajusta a mi horario. Normalmente, solo vienes cuando no trabajo.
Su voz chillona y estridente no expresaba ningun eco de protesta, tan solo la constatacion de un hecho. Ella se habia saltado una de sus tareas interrumpiendo su ritmo, y sabia que eso lo desconcertaba. Pero era incapaz de contenerse. Tenia que saberlo.
– ?La viste salir?
– Si, la vi salir -respondio Morgan-. Y se lo dije a la policia, respondi a todas sus preguntas, aunque tambien ellos vinieron a alterar mi ritmo.
Entonces Morgan se volvio hacia ella y la observo con su inteligente, aunque extrana mirada.
Siempre tenia los ojos igual, jamas se alteraban, jamas mostraban sentimientos. Al menos, ya no.
Ya habia aprendido a tener cierto control sobre su existencia. Cuando era mas joven, sufria increibles accesos de ira, de pura frustracion al ver las circunstancias sobre las que no podia influir o las opciones que se le negaban. Podia tratarse de cualquier cosa, desde decidir el dia en que tenia que ducharse hasta elegir el menu para la cena. Pero ambos habian aprendido. Ahora, la vida estaba cuadriculada y todas esas opciones, predeterminadas. Se duchaba cada dos dias, tenia cuatro menus para la cena que iban rotando, y el desayuno y el almuerzo eran siempre iguales. El trabajo se habia convertido en una especie de salvacion para el. Era algo que hacia muy bien, en lo que podia derrochar su gran inteligencia y que convenia a la forma de ser tan particular de los enfermos de Asperger.
Era insolito que Monica llegase a una hora inoportuna del horario de Morgan. De hecho, no recordaba la ultima vez que lo hizo. Sin embargo, ahora que ya lo habia molestado, bien podia continuar.
Siguio uno de los caminos entre las pilas de revistas y se sento en el borde de la cama.
– No quiero que hables mas con ellos sin que yo este presente.
Morgan asintio sin mas. Despues se volvio del todo hacia ella, a horcajadas en la silla y con los brazos apoyados en el respaldo.
– ?Tu crees que me habrian dejado verla si se lo hubiese pedido?
– ?Ver a quien? -pregunto Monica desconcertada.
– A Sara.
– ?Que quieres decir?
Monica sintio que todo le daba vueltas. La presion de los ultimos dias la habia desequilibrado y la pregunta de Morgan la hizo perder el control.
– ?Y por que ibas tu a querer verla?
No pudo disimular la rabia de su voz, pero, como de costumbre, el no reacciono. Ni siquiera estaba segura de que Morgan comprendiese que haber elevado el tono significaba que estaba enfadada.
– Para ver su aspecto -respondio el con calma.
– ?Por que? -alzo la voz aun mas y apreto los punos.
El miedo la tenia atenazada y cada palabra de Morgan era como un paso mas hacia una oscuridad que la espantaba.
– Para ver lo muerta que estaba -respondio el joven sin apartar la vista de ella.
Monica empezo a respirar con dificultad y sintio que las paredes de la minuscula cabana la apresaban. No lo soporto un segundo mas, necesitaba aire y, sin decir nada, echo a correr hacia la puerta y la cerro de un golpe al salir. Sintio el escozor del aire gelido en la garganta mientras respiraba hondo y, tras unos minutos, noto que el pulso volvia a ser normal.
Miro disimuladamente por una de las ventanas. Morgan ya se habia dado la vuelta otra vez. Le volaban las manos sobre el teclado. Monica pego la cara contra el cristal y observo su cuello. Lo queria tanto que le dolia.
No habia nada que le proporcionase tanto placer como limpiar. Los demas miembros de la familia aseguraban que era una maniatica, pero a ella le daba lo mismo. Con tal de que se mantuviesen apartados y no intentasen ayudar, estaba contenta.
Lilian empezo, como de costumbre, por la cocina. Todos los dias lo mismo. Limpiar todas las superficies, pasar la aspiradora, fregar el suelo y, una vez por semana, sacar todos los cacharros de los cajones y los armarios, y limpiarlos por dentro. Una vez lista la cocina, limpiaba el vestibulo, la sala de estar y el porche. La unica habitacion de la planta baja que no podia limpiar era el pequeno cuarto de invitados, donde dormia Albin. De eso se ocuparia mas tarde.
Subio la aspiradora escaleras arriba. Stig habria querido comprarle un modelo mas pequeno, pero ella se nego con resuelta amabilidad. Aquella tenia quince anos y aun estaba como nueva. Mucho mejor que las modernas, que se rompian cada dos por tres. Claro que era muy pesada. Iba resoplando mientras subia al distribuidor del piso de arriba. Stig estaba despierto y se volvio a mirarla.
– Terminaras agotada -le dijo con voz debil.
– Mejor eso que pasar el tiempo sentada mano sobre mano.
Era un intercambio de frases habitual entre los dos. El le decia que se lo tomase con calma y ella le respondia con algun comentario airado. Si ella dejase de ocuparse de todas las tareas del hogar y les cediese a ellos la responsabilidad, otro gallo cantaria. Sin ella, aquella casa se hundiria. Era ella quien mantenia aquello en marcha, y lo sabian. Si al menos mostrasen algo de gratitud de vez en cuando… Pero no, lo que hacian era darle la murga con que se lo tomase con calma. Lilian comenzo a irritarse, como siempre que pensaba en esas cosas. Entro en la habitacion de Stig. «Esta algo mas palido que de costumbre», se dijo.
– Parece que estas peor -constato.
Le ayudo a levantar la cabeza para sacar el almohadon, lo palmeo para mullirlo y lo coloco de nuevo bajo su cabeza.
– Desde luego, hoy no es buen dia.
– ?Donde te duele mas? -pregunto ella sentandose en el borde de la cama.
– Por todas partes. Al menos, esa es la sensacion que tengo -respondio Stig haciendo un amago de sonrisa.
– ?No podrias precisar un poco? -repuso Lilian con una mirada exigente al tiempo que, irritada, quitaba las pelusas de la colcha.
– El estomago -obedecio Stig-. Es como un engranaje en marcha, no se, y de vez en cuando me da una punzada.
– Pues yo creo que ya es hora de que Niclas te eche una ojeada esta tarde cuando llegue a casa. Asi no puedes estar.
– Pero nada de hospitales -protesto Stig haciendo aspavientos con la mano.
– Eso no lo decides tu, sino Niclas.
Lilian seguia arrancando pelusilla de la colcha y miro a su alrededor, como buscando algo.
– ?Donde esta la bandeja del desayuno?
Stig senalo al suelo. Lilian se inclino sobre el para mirar por encima de la cama.
– ?Pero si no has comido nada! -dijo disgustada.
– No tenia ganas.
– Tienes que comer, de lo contrario, nunca te pondras bien. ?No lo entiendes? Voy a prepararte un poco de sopa de tomate. Tienes que recobrar algo de energia.
Stig asintio sin oponerse. Cuando Lilian se ponia asi, no tenia sentido contradecirla.
Asi pues, bajo a la cocina con paso airado. ?Siempre tenia que hacerlo todo ella!
Cuando Martin y Gosta volvieron a la comisaria, no habia nadie en recepcion. Annika habria salido a comer mas temprano. Martin vio que, en su mesa, habia un buen monton de notas con su letra. Seguramente con la informacion facilitada por la gente, que habria empezado a llamar aquella manana.
– ?No vas a almorzar ya? -pregunto Gosta.