– ?A ti que te parece? ?No deberiamos inspeccionar de cerca el bano de los Florin?

– ?No deberiamos haberlo hecho ya? -pregunto Ernst.

– Puede que si -respondio Patrik con acritud, consciente de que Ernst tenia parte de razon-. Pero no lo hicimos, y mas vale tarde que nunca.

Ernst no replico. Patrik saco el movil e hizo las llamadas necesarias para obtener la orden y contar con el equipo tecnico de Uddevalla. Con las palabras de Ernst resonandole en los oidos, apremio el proceso tanto como le fue posible hasta que le prometieron que acudirian aquella misma tarde.

Con un suspiro, arranco el motor y metio la marcha atras. Le rondaban la cabeza mil ideas de ceniza… y de muerte.

15.

Fjallbacka, 1924.

Agnes odiaba su vida. Incluso mas de lo que creia posible el dia en que llego a su nuevo hogar. Ni en sus suenos mas desaforados habria podido imaginar que todo seria tan pobre y miserable Y por si no tenia bastante con el entorno, ahora se le habia hinchado el cuerpo y se habia convertido en un ser torpe y nada atractivo. Sudaba sin cesar bajo el sol del verano en sucias grenas. Lo que mas deseaba era que la criatura que la habia convertido en aquel ser repugnante saliese cuanto antes, aunque al mismo tiempo le horrorizaba pensar en el parto. La sola idea le producia mareos.

La vida con Anders tambien era una tortura. ?Si al menos tuviese agallas! Pero no, iba siguiendola por todas partes con su triste mirada de cordero mendigando unas migajas de atencion. Ella sabia que las demas mujeres la despreciaban porque no seguia su ejemplo, no empleaba sus dias fregando su miserable casa y atendiendo al ingrato de su marido. Pero ?como iba ella a hacer tal cosa? Ella era mucho mejor que las demas, procedia de una clase totalmente distinta y habia recibido una buena educacion. Era absurdo que Anders le pidiese que se pusiera a cuatro patas y restregase los miserables suelos de madera o que se apresurase a la cantera para llevarle la comida. Ademas, tenia la cara dura de quejarse de su modo de manejar la miseria de dinero que traia a casa. En el estado en que se encontraba, no deberia hacer nada de nada. Si le apetecia algo suculento el dia que iba a la tienda, ?que?; no tendria por que armar tanto alboroto solo porque se permitiese algun lujo en lugar de comprar mantequilla o harina.

Agnes suspiro y descanso los pies hinchados en el escabel que tenia delante. Alli sentada junto a aquella misma ventana, cuantas veces habia pensado en lo distinta que podria haber sido su vida si su padre no fuese tan terco. De vez en cuando consideraba la idea de volver a Stromstad, arrodillarse ante el y mendigarle que la acogiese por compasion. Si hubiese abrigado la mas minima esperanza en el triunfo de tal empresa, lo habria hecho hace ya tiempo. Pero, para bien y para mal, conocia a su padre y sabia perfectamente que no merecia la pena. Alli estaba y alli seguiria, y hasta que se le ocurriese algun modo de salir de su situacion actual, tendria que seguir penando.

Oyo pasos en la entrada y, con un suspiro, adivino que era Anders, que ya volvia a casa. Si esperaba encontrarse la mesa puesta y la comida preparada, estaba muy equivocado. Teniendo en cuenta los dolores y tormentos que tenia que sufrir por llevar a su hijo en sus entranas, ya podia ponerse el a hacerle la comida a ella. Aunque, claro, en casa tampoco habia mucho que preparar. El dinero se habia acabado a la semana de que el llegase con el salario y, hasta el proximo, faltaba una semana entera. Pero puesto que se llevaba tan bien con los Jansson, los de la habitacion de al lado, seguro que podria mendigarles un pedazo de pan y algo con lo que hacer una sopa.

– Hola, Agnes -la saludo Anders algo timido.

Pese a que llevaban casados medio ano, con ella no se sentia en casa y se lo veia algo desorientado en el umbral.

– Hola -resoplo Agnes con un mohin de desprecio al ver lo sucio que venia-. ?Tienes que entrar con toda esa mugre? Al menos, quitate los zapatos.

El obedecio y se sento en la escalera de la entrada.

– ?Hay algo de comer? -pregunto.

Esto provoco una expresion tal de asombro en el rostro de Agnes que se diria que le acababa de oir la peor de las maldiciones.

– ?A ti te parece que yo estoy en condiciones de ponerme a cocinar para ti? Apenas si puedo mantenerme en pie y tu esperas que te reciba con un plato de comida caliente en la mesa cuando llegas a casa. Y, ademas, ?con que dinero iba a comprar comida para la cena? No sueles traer lo suficiente para que podamos comer como la gente decente y ya no nos queda ni un centimo. Por si fuera poco, el perro pulgoso del tendero ya no nos fia.

Anders apreto los labios al oir lo del credito en la tienda. Detestaba contraer deudas, pero los ultimos seis meses, desde que empezo a vivir con Agnes, ella habia comprado montones de cosas fiadas.

– Pues si, justo estaba pensando en que deberiamos hablar de eso… -dijo dejando la frase inacabada.

Agnes empezo a intuir que habria problemas. Aquello no sonaba nada halagueno. Anders prosiguio:

– Veras, creo que sera mejor que, de aqui en adelante, yo me encargue de administrar el salario.

Lo dijo sin mirarla a los ojos y ella sintio nacer la ira en su corazon.

?Que pretendia decir? ?Pensaba arrebatarle la unica alegria que le quedaba en la vida?

Vagamente consciente de la tormenta que desencadenarian sus palabras, el anadio:

– Es que creo que resulta una gran carga para ti tener que bajar a la tienda y luego, cuando nazca el nino, te costara organizarte para salir, asi que sera mejor que yo me encargue de todo eso.

Agnes estaba tan colerica que no era capaz de articular palabra. Pero al cabo de un rato se le paso aquella mudez transitoria y le explico exactamente lo que le parecia la idea. Vio que Anders se retorcia incomodo, consciente de que medio barracon oia los insultos que le decia. Pero a ella no le importaba en absoluto. Le daba perfectamente igual la opinion de aquella chusma trabajadora, lo importante era que Anders tuviese muy claro lo que pensaba de el.

Pese a sus iras y ante su asombro, Anders no cedio. Por primera vez, se mantuvo en sus trece y la dejo gritar cuanto quiso. Llego un momento en que ella se vio obligada a callar para retomar el aliento, y el aprovecho para decirle tranquilamente que podia gritar hasta que le estallasen los pulmones, pero que estaba decidido.

Agnes empezo a hiperventilar y era tal su rabia que estuvo a punto de marearse. Su padre siempre cedia cuando la veia hipando sofocada, pero Anders la observo en silencio sin hacer amago de ir a consolarla siquiera.

Entonces Agnes sintio una punzada de dolor en el abdomen y callo aterrada. Nada deseaba mas que volver a casa de su padre.

* * *

Monica sintio el horror como un punetazo en el estomago.

– ?Que la policia ha estado aqui?

Morgan asintio, pero sin mover la vista de la pantalla. Ella sabia que, en realidad, no era buen momento para conversar. Segun su horario, ahora tenia que trabajar y entonces no se podia hablar con el. Pero no podia contenerse. Dominada por el desasosiego, desplazaba el peso del cuerpo nerviosamente de un pie a otro. Deseaba acercarsele y zarandearlo para que le contase mas sin necesidad de hacerle todo el tiempo preguntas detalladas acerca de cada acontecimiento, pero sabia que no tenia sentido. Tendria que hacerlo como siempre, con su habitual paciencia.

– ?Que querian?

El seguia sin apartar la vista de la pantalla y respondio sin que los dedos, que volaban sobre el teclado, perdiesen la agilidad y la rapidez de siempre.

– Me hicieron preguntas sobre la nina muerta.

A Monica casi se le paro el corazon. Con voz enronquecida, continuo:

– ?Que te preguntaron?

– Si la habia visto salir por la manana, entre otras cosas.

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