que lo que acababa de oir seria importante para la investigacion. Eran tan raras las ocasiones en que ella participaba cuando un caso empezaba a aclararse, que no pudo por menos de experimentar cierta satisfaccion. Aquella podia ser una de esas ocasiones. Volvio a sonar el telefono y Annika atendio la llamada. Otra sobre el florista.

Muy a disgusto, fue colocando los libros de salmos en los bancos. Por lo general, aquella tarea le resultaba muy agradable, pero no era asi aquel dia. ?Vaya inventos modernos! Musica para el oficio de un viernes por la tarde y, por si fuera poco, ni siquiera era musica religiosa. Pura, simple y sencillamente ?una blasfemia! En la iglesia solo podia oirse musica en los oficios del domingo y, en tal caso, solo salmos del libro de salmos. Al parecer, hoy en dia podian interpretar cualquier cosa y, en algunas ocasiones, la gente se atrevia incluso a aplaudir. En fin, ya podia estar contento de que no fuese como en Stromstad, donde el cura se habia dedicado a llevar una larga serie de artistas populares. Esta noche actuaba simplemente un grupo de jovenes de la escuela de musica local, en lugar de esas pandas de cursis de Estocolmo que se dedicaban a hacer turnes por el pais con sus cancioncillas y que igual actuaban en la casa de Dios como en los parques publicos ante un monton de borrachos.

Algunos salmos si que cantarian, despues de todo, y Arne se encargo de fijar los numeros con minuciosa pulcritud en el tablon que habia a la derecha del coro. Una vez expuestas todas las cifras, dio un paso atras para cerciorarse de que estaban derechas. Para el era una cuestion de honor que todo estuviese perfecto hasta en el minimo detalle.

?Mira que si pudiera poner el mismo orden entre las personas…! ?Como mejorarian las cosas! Si en lugar de inventar tonterias le prestasen atencion a el… Todo estaba en la Biblia, todo descrito hasta el menor detalle, solo habia que tomarse la molestia de leerlo.

La amargura de haber dejado pasar la oportunidad de ser sacerdote lo invadio con toda su crueldad. Tras mirar a su alrededor y comprobar que estaba solo, abrio la reja del coro y, lleno de veneracion, se acerco al altar. Alzo la vista para contemplar el cuerpo herido y demacrado de Jesus en la cruz. Aquello era la vida: ver la sangre que manaba de las heridas de Cristo, observar como se le clavaban las espinas en la cabeza e inclinarse con respeto ante aquel espectaculo. Se dio la vuelta y dirigio la vista hacia los bancos vacios. En su imaginacion, los lleno de gente, sus fieles, sus oyentes. A modo de prueba, alzo las manos y oyo el eco de su debil voz en una de las replicas de la liturgia: «Que el Senor os ilumine con su semblante…». Vio a la gente imbuida de sus palabras.

Vio como recibian la bendicion en sus corazones y lo miraban con veneracion. Arne bajo las manos despacio y echo una ojeada al pulpito. Nunca habia osado subir alli, pero hoy se sentia como si el Espiritu Santo le llenase el alma. Si su padre no se hubiese opuesto a su vocacion, habria podido subir al pulpito con el pleno derecho de un sacerdote; habria subido al lugar desde el que, elevado sobre las cabezas de los fieles, habria predicado la palabra de Dios.

Dio unos pasos hacia el pulpito, pero, al poner el pie en el primer escalon, oyo abrirse la pesada puerta de la iglesia. Retiro el pie enseguida y volvio a sus tareas. La amargura le corroia el pecho como un acido.

La tienda solo estaba abierta durante los meses de verano o para fiestas importantes, de modo que fueron a buscar a Jeanette al trabajo del que vivia los otros nueve meses del ano. Era camarera en uno de los restaurantes de Grebbestad que servian almuerzos en invierno y Patrik noto que le crujia el estomago nada mas entrar. No obstante, aun era algo temprano para comer, de modo que no habia clientes en el restaurante, solo una joven que iba preparando las mesas con mucha calma.

– ?Jeanette Lind?

La muchacha alzo la vista y contesto:

– Si, soy yo.

– Patrik Hedstrom y Ernst Lundgren, de la comisaria de policia de Tanumshede. Quisieramos hacerle unas preguntas, si puede ser.

La joven asintio y bajo la mirada. Por poca capacidad de deduccion que tuviese, no le costo suponer que queria la policia.

– ?Desean un cafe? -pregunto.

Tanto Patrik como Ernst asintieron agradecidos. Patrik la observo mientras ella se alejaba hacia la cafetera. Reconocia perfectamente el tipo.

Menuda, morena y de generosas caderas; grandes ojos castanos y una frondosa melena que le caia por debajo de los hombros. Seguramente, la chica mas bonita de su clase e incluso la mas bonita de su curso en toda la escuela. Muy conocida y siempre en compania de los chicos mas mayores y mas guays. Pero, por lo general, con los estudios tambien terminaba su estrellato. Aun asi, solian quedarse en el pueblo, conscientes de que alli, al menos, conservarian cierto estatus mientras que en las grandes ciudades cercanas resultarian simples en comparacion con las autenticas hordas de chicas guapas que habia. Calculo que Jeanette era bastante mas joven que el y, por tanto, tambien mucho mas joven que Niclas. Veinticinco, quiza, o poco menos.

Les sirvio sendas tazas de cafe y echo hacia atras la melena al sentarse a la mesa. Seguro que en su adolescencia practico ese movimiento ante el espejo cientos de veces. Patrik se vio obligado a admitir que lo reproducia a la perfeccion.

Muy a su pesar, tuvo que reconocer que comprendia que habia podido ver Niclas en ella. El tambien habia dedicado anos a suspirar por las chicas mas bonitas de la escuela. Genio y figura.

Aunque, claro, Patrik jamas tuvo la menor oportunidad. Era delgado, larguirucho y con buenas notas; termino clasificandose entre los mediocres y admirando a distancia a los chicos duros que se saltaban las clases de matematicas para irse al rincon de los fumadores con un cigarrillo en la comisura de los labios. Claro que a muchos de ellos los habia conocido despues mas a fondo, en el ejercicio de su profesion. Algunos podian considerar como su segunda casa el calabozo para borrachos de la comisaria.

– Acabamos de hablar con Niclas Klinga y… -Patrik no sabia como decirlo-… salio a relucir su nombre.

– Vaya, ?no me diga? -respondio Jeanette sin el menor rubor por el contexto en que sabia se la habria mencionado.

La joven observaba a Patrik con total tranquilidad, a la espera de que continuase con sus preguntas.

Ernst seguia sentado y en silencio como de costumbre, bebiendo a sorbitos el cafe caliente. Las miradas que le lanzaba a Jeanette no eran propias de alguien que pudiera ser su padre. Patrik le clavo los ojos, irritado, y tuvo que contenerse para no darle una patada en la espinilla por debajo de la mesa.

– Si, segun el, ustedes estuvieron juntos el lunes por la manana, ?es eso cierto?

Antes de asentir, la joven volvio a sacudir su cabellera con ese deje suyo tan profesional.

– Si, asi es. Estuvimos en mi casa. Yo libraba el lunes.

– ?A que hora llego Niclas a su casa?

Jeanette se miro las unas mientras reflexionaba. Las llevaba largas y muy cuidadas, y a Patrik le sorprendio que pudiese trabajar con ellas.

– En torno a las nueve y media, diria. No, espere, ahora que lo pienso estoy segura, porque yo habia puesto el despertador a las nueve y cuarto, y cuando Niclas llego, estaba en la ducha.

La joven solto una risita y Patrik empezo a sentir cierto desprecio por ella. El veia ante si a Charlotte, a Sara y a Albin, pero estaba claro que a Jeanette eso no le preocupaba.

– ?Cuando se marcho?

– Almorzamos a las doce y el tenia que estar en el centro medico a la una, asi que se iria unos veinte minutos antes, supongo. Yo vivo en Kullen, de modo que tiene el trabajo cerca -explico con otra risita.

En esta ocasion, Patrik tuvo que contenerse de verdad para que el desprecio no le aflorase a la cara. Ernst, en cambio, no parecia tener ese tipo de objeciones que oponer a la muchacha. Su mirada se volvia cada vez mas calida.

– ?Y estuvo en su casa todo el tiempo? ?No salio a hacer ningun recado?

– No -respondio ella con calma-. No fue a ninguna parte, se lo aseguro.

Patrik miro a Ernst y le pregunto:

– ?Tienes alguna pregunta que hacer?

Ernst respondio con un gesto y Patrik se guardo el bloc.

– Seguramente volveremos a hacerle mas preguntas, pero por ahora eso es todo.

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