– Bueno, espero haber sido de ayuda -dijo Jeanette al tiempo que se levantaba.

Durante la conversacion, no menciono siquiera el hecho de que la hija de su amante hubiese muerto, que alguien hubiese matado a una nina mientras que ella se acostaba con su padre… Su falta de empatia era espantosa.

– Si, descuide -respondio Patrik mientras se ponia la cazadora que habia colgado en el respaldo de la silla.

Cuando salian por la puerta, vio que la joven volvia a la tarea de preparar las mesas. Lo hacia tarareando una cancioncilla, pero Patrik no pudo oir cual.

Iba de un lado a otro, como sin rumbo, por la planta baja en la que llevaban meses viviendo. El dolor en el pecho la llenaba de desasosiego y la obligaba a mantenerse en constante movimiento.

Sentia remordimientos por no ser capaz de encargarse de Albin; se lo dejaba a su madre la mayor parte del tiempo. Pero en medio de tanto dolor, no habia espacio para el. En la sonrisa y en los ojos azules del pequeno, Charlotte solo veia a Sara. Se parecia tanto a su hermana cuando ella tenia su edad, que le dolia mirarlo. Tambien le dolia ver hasta que punto Albin era un nino angustiado y temeroso. Era como si Sara hubiese absorbido toda la energia que deberia haberse repartido entre los dos hermanos y no le hubiese dejado nada a Albin. Pero Charlotte sabia que no era esa la causa. El secreto le socavaba el pecho, pero tenia la esperanza de poder reparar los errores.

Charlotte lamentaba haberle revelado a Erica sus inquietudes el dia anterior. Niclas y ella deberian estar unidos y su desconfianza lo empeoraba todo. Sabia que el tambien sufria y, si lo sucedido no los hacia buscarse el uno al otro, no les quedaba ninguna esperanza.

Desde que salio del sopor de los medicamentos, esperaba que Niclas se convirtiera en el que ella siempre supo que podia ser: tierno, solicito y carinoso. Habia visto atisbos de esos rasgos en el y por ellos lo amaba. En estos momentos, nada deseaba mas que poder recostar la cabeza en su hombro, que el fuese el fuerte de los dos. Sin embargo, no habia sido asi hasta ahora. Niclas se habia encerrado en si mismo, volvio al trabajo en cuanto pudo y la dejo alli, sola, entre los despojos de su vida en comun.

Su pie se topo con algo. Charlotte fue a agacharse para recogerlo, pero se quedo a medio camino. Le habia pedido a Niclas que retirase de su vista todas las cosas de Sara y el dedico una manana entera a guardarlo todo en cajas que luego llevo al desvan. Pero se le quedo atras un juguete. Su viejo osito de peluche estaba medio oculto debajo de la cama y con el habia tropezado el pie de Charlotte. Lo cogio despacio y se vio obligada a sentarse en el borde de la cama, pues todo empezo a darle vueltas. Noto la aspereza del peluche en sus manos; Sara se habia negado a que lo lavaran y parecia que hubiese participado en una pelea callejera. Ademas, tenia un olor muy extrano, seguramente el mismo que Sara no queria que se malograse en la lavadora al ser sustituido por el perfume de Ariel. Le faltaba un ojo y Charlotte empezo a tironear de las hilachas que quedaban en su lugar. Hacia dos horas que no lloraba, el periodo mas largo hasta aquel momento desde que la policia le trajo la noticia de la muerte de Sara. Pero ahora el llanto empezaba a agolparse de nuevo en su pecho. Charlotte se abrazo al osito y se tumbo en la cama. Entonces, las lagrimas pudieron con ella.

– Milagro de milagros -dijo Pedersen al telefono-. Por primera vez en la historia mundial, hemos obtenido el resultado de un analisis antes de la fecha indicada.

– Espera que aparque a un lado -le respondio Patrik buscando un lugar apropiado.

Ernst le senalo un estrecho sendero en el bosque que tenian a la derecha y Patrik penso que los sacaria del apuro.

– Ya esta, ya he dejado de constituir un peligro para el trafico. ?Y bien? ?Que dicen las pruebas? -pregunto sin abrigar la menor esperanza.

Lo mas probable era que hubiesen averiguado lo que Sara habia desayunado aquel dia y, en cuanto al agua de los pulmones, el habia estado investigando por su cuenta y constato con horror que no parecia haber muchas posibilidades de comprobar la marca de los restos de jabon.

Pedersen se lo confirmo enseguida.

– El agua, como ya os dije, es agua del grifo y la proporcion que presenta de diversas sustancias pone fuera de toda duda que se trata de agua de la zona de Fjallbacka. Por desgracia, no hemos podido relacionar los restos de jabon con ninguna marca especifica.

– Bueno, pues eso no es mucho con lo que seguir avanzando -suspiro Patrik abatido, con la sensacion de que el caso se le escapaba de las manos.

– No, al menos no con lo que encontramos en los pulmones -observo Pedersen en tono misterioso.

Patrik se irguio en el asiento.

– ?Tienes alguna otra cosa? -le pregunto conteniendo la respiracion mientras aguardaba la respuesta.

– Si, aunque no se lo que significa -respondio el forense-. Los analisis del contenido del estomago confirman lo que la familia dijo que habia desayunado, pero… -Pedersen hizo aqui una pausa durante la cual Patrik estuvo a punto de gritar de impaciencia-, habia algo mas. Parece que la nina ingirio ceniza.

– ?Ceniza? -pregunto Patrik como pasmado.

– Si -respondio Pedersen-. Y despues de encontrarla en el estomago, el laboratorio hizo un nuevo test del agua de los pulmones y tambien encontraron pequenisimas porciones de ceniza que no habian detectado en el primer analisis.

– ?Como demonios llego a ingerir ceniza?

Patrik vio por el rabillo del ojo que Ernst daba un respingo y se lo quedaba mirando fijamente.

– Eso no podemos saberlo con seguridad, pero despues de revisar los datos y el informe de la autopsia, mi teoria es que alguien la obligo a comer ceniza, porque tambien encontramos pequenas cantidades en la boca y en el esofago, aunque la mayor parte se debio de disolver en el agua.

Patrik no decia una palabra, pero mil ideas le bullian en la cabeza. ?Por que iba alguien a obligar a la nina a comer ceniza? Intento concentrarse y pensar en todo lo que deberia preguntarle a Pedersen.

– Y la ceniza de los pulmones, ?como llego alli si la obligaron a tragarsela?

– Una vez mas solo son teorias mias, pero, por un lado, la ceniza pudo irse por el conducto equivocado cuando la obligaron a tragarsela, y, por otro, si ya estaba en la banera cuando se la hicieron comer, parte de la ceniza pudo caer al agua en la que luego la ahogaron y asi fue a parar a los pulmones.

Patrik evoco la escena en su imaginacion con claridad aterradora. Sara en una banera y una figura desconocida, amenazadora, que la obligaba a meterse en la boca un punado de ceniza antes de taparle la boca y la nariz con las manos para que se la tragase. Las mismas manos que despues le hundieron la cabeza en el agua hasta que dejaron de subir burbujas a la superficie y todo quedo en silencio.

Un crujido procedente del bosque junto al que se habian detenido rompio el denso silencio. Patrik le pregunto a Pedersen en voz baja:

– ?Nos enviaras todo eso por fax?

– Ya esta enviado. Y el laboratorio seguira analizando la ceniza para ver si pueden encontrar algo interesante. Pero no querian esperar a obtener esos resultados porque pensaron que era mejor que tuviesemos esta informacion cuanto antes.

– Si, han hecho bien. ?Cuando crees que podremos saber algo mas sobre la ceniza?

– A mediados de la semana que viene, diria yo -respondio Pedersen antes de preguntar amablemente-: ?Como os va a vosotros? ?Habeis encontrado algo?

No era frecuente que el forense hiciese preguntas sobre la marcha de una investigacion, pero a Patrik no le sorprendio. La muerte de Sara parecia conmover a tanta gente… Incluso a los mas curtidos. Se tomo un segundo de reflexion antes de responder.

– No mucho, me temo. Si quieres que te sea sincero, no tenemos ninguna pista que seguir, pero espero que esto nos lleve a algun sitio. Y no es que ahora tenga claro como, pero es lo bastante extrano como para que le de un empujon a la investigacion.

– Esperemos que sea asi -dijo Pedersen.

Patrik le resumio a Ernst lo que le habia dicho el forense. Ambos permanecieron un rato en silencio, sentados en el coche, mientras fuera seguian resonando los crujidos. Patrik casi esperaba ver salir un alce corriendo hacia ellos, pero seguramente serian solo unos pajaros o alguna ardilla que rebuscaba entre las hojas secas, de un rojo otonal.

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