– Ya, de todos modos, a Morgan nadie lo trata de forma distinta que a otras personas, eso te lo aseguro.

Erica no respondio; simplemente, volvio a agarrarse del brazo de Patrik. El resto del paseo hasta su casa fueron hablando de otros temas, pero Erica sabia que la cabeza de Patrik se encontraba en otro lugar.

El lunes se acabo el buen tiempo del dia anterior y todo estaba tan gris y gelido como antes del domingo. Patrik trabajaba ante el escritorio enfundado en un grueso jersey de lana. El verano anterior no les funcionaba el aire acondicionado y lo pasaron como en una sauna. Ahora, en cambio, el frio y la humedad se filtraban por las paredes y no dejaba de tiritar. El timbre del telefono lo hizo dar un respingo.

– Tienes visita -anuncio la voz de Annika.

– Pues yo no espero a nadie.

– Una tal Jeanette Lind dice que quiere hablar contigo.

Patrik recordo a la pequena pero exuberante mujer castana y, lleno de curiosidad, se pregunto que querria.

– Dile que pase a mi despacho -respondio al tiempo que se levantaba para recibir a la inesperada visita.

Se saludaron educadamente en el pasillo, ante la puerta del despacho. Jeanette parecia cansada, su aspecto era descuidado y Patrik se pregunto que habria ocurrido desde el viernes, que fue cuando la vio por ultima vez. ?Demasiados turnos de noche en el restaurante o algo de caracter mas privado?

– ?Quiere un cafe? -le pregunto amable.

Ella acepto con un gesto, sin decir nada.

– Sientese mientras voy a buscarlo -le propuso senalandole una de las dos sillas para las visitas.

Un par de minutos despues, volvia con dos tazas que coloco sobre la mesa.

– Y bien, ?en que puedo ayudarle? -pregunto inclinandose hacia delante y apoyando los brazos en el escritorio.

La joven tardo unos segundos en responder. Con la mirada clavada en la mesa, se calentaba las manos con la taza mientras reflexionaba, al parecer, sobre por donde empezar. Despues se retiro de la cara la melena abundante y oscura con un giro de la cabeza, y lo miro a los ojos.

– El viernes menti. Niclas no estuvo en mi casa el lunes pasado -confeso.

Patrik no se inmuto ni revelo su estupefaccion, pero una alarma sono en su interior.

– Cuenteme mas -le rogo en tono neutro.

– Les dije lo que Niclas me pidio. Me detallo el horario y queria que les dijera que habia estado conmigo durante esas horas.

– ?Y no le explico por que debia mentir?

– Solo que si no lo hacia, todo se complicaria demasiado; que seria mucho mas sencillo para todos si yo le proporcionaba una coartada.

– ?Y usted no se opuso?

La joven se encogio de hombros.

– No, no tenia ningun motivo para hacerlo.

– ?Pese a que habian asesinado a una nina? ?No le parecio extrano que el le pidiese que le proporcionara una coartada? -pregunto Patrik incredulo.

Jeanette volvio a encogerse de hombros, con gesto indiferente.

– No -respondio-. Quiero decir, Niclas no iba a matar a su propia hija, ?verdad?

Patrik no respondio. Tras unos minutos de silencio, le dijo:

– ?Y Niclas no menciono que pensaba hacer aquella manana?

– No.

– ?Y a usted no se le ocurre nada?

Una vez mas, ese gesto suyo de indiferencia.

– Supongo que se tomo la manana libre. Trabaja mucho y su mujer siempre esta encima exigiendole que ayude en casa y todo eso, aunque ella se pasa los dias alli, asi que seguramente penso que necesitaba algo de tiempo libre.

– ?Y por que iba a arriesgar su matrimonio pidiendole a usted que le proporcione una coartada solo para tomarse unas horas libres? -pregunto Patrik, esforzandose por penetrar en la expresion impasible de Jeanette, aunque en vano.

El unico indicio de algun tipo de sentimiento por su parte era el nervioso tamborileo de sus largas unas contra la taza de cafe.

– Y que se yo -respondio impaciente-. Pensaria que, entre dos alternativas negativas, era mejor que lo pillaran con la amante y no que lo consideraran sospechoso de haber matado a su hija.

A Patrik le sono rebuscado, pero la gente podia reaccionar de las formas mas extranas cuando estaba bajo presion; el habia tenido muchas ocasiones de comprobarlo.

– Y si hace dos dias le parecia bien facilitarle una coartada, ?que la ha hecho cambiar de opinion ahora?

Jeanette no dejaba de repiquetear con las unas sobre la taza. Las tenia muy, muy cuidadas, incluso Patrik lo noto.

– Pues… He estado reflexionando sobre el asunto todo el fin de semana… y tengo la sensacion de que no esta bien. Despues de todo, han matado a una nina, ?no? Quiero decir que ustedes deberian saberlo todo.

– Si, deberiamos -afirmo Patrik.

Dudaba de si debia o no creerse su explicacion, pero eso era lo de menos. Niclas no tenia coartada para el lunes por la manana y, ademas, le habia pedido a otra persona que le proporcionara una falsa. Y eso era suficiente para que saltase una serie de alarmas.

– Bien, le agradezco que haya decidido venir a contarnoslo -dijo Patrik poniendose de pie.

Jeanette tambien se levanto y le tendio una mano fina y delicada. Con ella le retuvo la suya algo mas de la cuenta mientras se despedian. Patrik se froto la mano en los vaqueros inconscientemente en cuanto la mujer salio por la puerta. Habia algo en aquella joven que empezaba a provocar en el una autentica aversion. En cualquier caso, gracias a ella, ahora contaban con un hilo concreto del que tirar. Habia llegado el momento de investigar mas de cerca a Niclas Klinga.

De pronto, Patrik recordo la nota que le habia dado Annika. Presa de cierto panico, se tanteo el bolsillo trasero y, cuando la saco, se alegro infinitamente de que ni el ni Erica hubiesen tenido fuerzas para poner lavadoras el fin de semana. Leyo con atencion el mensaje y se sento a hacer unas llamadas.

18.

Fjallbacka, 1926.

Los pequenos, ya de dos anos de edad, alborotaban detras de Agnes, que los mando callar irritada. Jamas habia visto ninos tan traviesos. Seguro que se debia a tantas horas en casa de los Jansson, seguro que lo habian aprendido de sus mocosos, se decia Agnes optando por ignorar el hecho de que, practicamente, fue la vecina quien crio a sus hijos desde que tenian seis meses. En cualquier caso, a partir de ahora iban a cambiar las cosas, puesto que se trasladaban al centro del pueblo. Agnes miro atras satisfecha, sentada sobre los bultos de la mudanza. Deseaba con todas sus fuerzas no tener que volver a ver el miserable barracon. A partir de ahora, estaria algo mas cerca de la existencia que se merecia y, al menos, sus dias transcurririan entre gente normal y tendria la oportunidad de ver algo mas de vida y movimiento a su alrededor. Cierto que el edificio donde habian alquilado la vivienda no era para dar saltos de alegria, aunque las habitaciones eran mas limpias y luminosas e incluso unos metros cuadrados mas grandes que lo que les correspondia del barracon, pero al menos estaba en el centro de Fjallbacka. Podria salir del portal sin hundirse en el barro hasta los tobillos y tendria la oportunidad de cultivar amistades mucho mas estimulantes que las simplonas de las mujeres de los picapedreros, que no hacian otra cosa que parir hijos. Por fin tendria ocasion de conocer gente con unas miras totalmente distintas. Ahora que pertenecia al grupo de mujeres de picapedreros que tanto despreciaba, preferia no pensar hasta que punto ella resultaria interesante para esas personas o quiza estaba convencida de que no les pasaria inadvertido que ella era diferente.

– Johan, Karl, tranquilos. Quedaos quietos en el carro; de lo contrario, os vais a caer -les dijo Anders

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