azucar del bizcocho le calmo los nervios unos minutos, pero ella sabia que la angustia no tardaria en volver a dominarla. Desesperada, observo a Kaj y considero la posibilidad de contarselo todo, pero enseguida comprendio lo absurdo de su idea. Llevaban treinta anos juntos y no tenian nada en comun. El se llevo a la boca otro trozo de bizcocho, satisfecho, e ignorante de las garras que despedazaban las entranas de su esposa.
– ?No deberias estar trabajando? -pregunto Kaj dejando de masticar.
Desde luego, deberia haberse marchado hacia una hora, pero el no se habia dado cuenta de que seguia en casa hasta ese momento.
– Me he dado de baja. No me encuentro bien.
– Pues tienes buen aspecto -le respondio como criticandola-. Un tanto palida, quiza. En fin, ya sabes que, en mi opinion, deberias despedirte del todo. Es una locura que vayas alli todos los dias cuando no lo necesitas. Podemos permitirnoslo.
Monica sintio la ira crecer en su interior. Se levanto bruscamente.
– No quiero oir ni una palabra mas sobre ese asunto. Me pase veinte anos en casa sin hacer otra cosa que plancharte las camisas y preparar cenas para ti y tus colegas. ?No crees que por fin tengo derecho a una vida propia?
Se llevo de un tiron el plato del bizcocho, abrio el cubo de la basura y arrojo los ultimos trozos entre la zurrapa del cafe y los restos de comida. Dejo a Kaj atonito, sentado a la mesa: no soportaba seguir viendolo un segundo mas.
Aparco el cochecito en la parte trasera de la tienda Jarnboden y se aseguro de que Liam seguia dormido. Iba a comprar poca cosa y no tenia ganas de arrastrar el cochecito por toda la tienda. Hacia muchisimo viento fuera, pero soplaba mas fuerte en la entrada, que era la que daba al mar. La parte posterior, en cambio, estaba al abrigo del monte Veddeberget y alli el cochecito no correria ningun peligro durante los cinco minutos que pensaba tardar en hacer la compra.
El movil que colgaba sobre el dintel tintineo cuando ella abrio la puerta. La tienda tenia todo lo imaginable; en especial, articulos para gente manosa y para los aficionados a los barcos. Ella tendria que mirar dos veces la lista que le habia dado Markus para estar segura de lo que tenia que comprar. El le habia prometido que terminaria de instalar las estanterias del cuarto del nino aquel fin de semana si ella le compraba lo que necesitaba.
Mia se alegraba ante la idea de ver el dormitorio terminado por fin. Los meses habian pasado volando y, pese a que Liam tenia ya seis, su habitacion aun parecia una vivienda provisional en lugar del agradable y bien decorado cuarto que ella habia sonado. El problema era que dependia de su chico para que quedase en condiciones. Mia no habia sostenido jamas un martillo en sus manos y el, en cambio, era muy habilidoso cuando se ponia manos a la obra, cosa que, por desgracia, rara vez sucedia.
En ocasiones se preguntaba si seria igual el resto de su vida. Cuando se conocieron, a ella le parecio maravillosa su filosofia, que consistia en procurar pasarlo bien siempre y evitar el aburrimiento a toda costa. Mia se engancho a su estilo de vida y, casi durante un ano, vivieron una existencia ideal y sin preocupaciones, plagada de fiestas y de decisiones espontaneas. Pero mientras que ella empezo a cansarse y a sentir el apremio de la vida adulta y de las responsabilidades, y mas aun desde que habia nacido Liam, el continuo viviendo en su burbuja, de modo que ahora Mia se sentia como si tuviese que criar a dos ninos. Ademas, Markus tampoco contribuia a los gastos de alquiler y de comida. De no ser porque ella cobraba la baja maternal, se habrian muerto de hambre. El siempre conseguia trabajo con su verborrea; ese no era el problema, que va. El problema era que ningun trabajo parecia poder cumplir sus expectativas o sus exigencias de diversion, de modo que solia dejarlo despues de tan solo un par de semanas. Luego se pasaba una temporada viviendo a su costa hasta que conseguia un nuevo trabajo recurriendo a su encanto natural. Por otro lado, dedicaba la mayor parte del dia a dormir, con lo que apenas le ayudaba ni en casa ni con Liam. Sin embargo, si que se quedaba despierto las noches enteras entretenido con los videojuegos.
A decir verdad, ella ya empezaba a cansarse. Tenia veinte anos y se sentia como si tuviese cuarenta. Andaba siempre refunfunando y protestando, y, en ocasiones, oia con horror que sonaba exactamente igual que su madre.
Lanzo un suspiro mientras buscaba por uno de los pasillos. Leyo la lista. No le costo ningun trabajo encontrar los clavos y algunas otras cosas que Markus necesitaba, pero para los tornillos, tuvo que pedir ayuda. Cuando por fin termino y se acerco a la caja para pagarle a Berit, miro el reloj. Sin saber como, habia pasado un cuarto de hora mientras iba comprando los articulos de la lista, y se puso tan nerviosa que empezo a sudar. Con tal de que Liam no se hubiese despertado… Se apresuro a salir con las bolsas y, tan pronto como abrio la puerta, oyo lo que temia, el penetrante llanto de su hijo. Sin embargo, sonaba distinto de la protesta tipica que indicaba que tenia hambre o estaba cansado o triste. Aquel era un grito de panico que resonaba chillon contra la ladera de la montana. Su instinto maternal le advirtio que algo pasaba, solto las bolsas y echo a correr hacia el cochecito. Cuando miro en su interior, se le paro el corazon por un instante y quedo perpleja, sin comprender con exactitud que era lo que veia. Liam tenia la carita negra de algo que parecia ceniza u hollin. En su boca abierta en pleno grito tambien habia ceniza y el pequeno sacaba la lengua de vez en cuando en un intento de escupirla. Tambien el interior del cochecito estaba cubierto de aquella sustancia negra y, cuando Mia cogio a su aterrado bebe y se lo apreto contra el pecho, le cayo un monton de ceniza en el abrigo. Su cerebro seguia sin atinar a hallar una explicacion sensata a lo sucedido, pero con Liam en sus brazos, echo a correr al interior del establecimiento. Solo sabia que alguien le habia hecho algo a su hijo. Mientras le ayudaban a llamar, intento en vano limpiar la ceniza de la boca del pequeno con una servilleta.
La persona que habia hecho algo asi debia de estar completamente desquiciada.
Hacia las dos de la tarde, todos tenian la informacion que necesitaban. Annika habia preparado los documentos y Patrik le dio las gracias en voz baja mientras recopilaba las paginas que, una tras otra, les habian ido llegando por fax. Llamo a la puerta de Martin, pero entro sin esperar respuesta.
– Buenas -le dijo este consiguiendo que aquel saludo informal sonase como una pregunta.
Sabia cual era la informacion que Annika y Patrik habian estado recabando y, con solo ver su expresion, comprendio que su trabajo habia dado resultado.
Patrik no respondio al saludo, sino que se sento en la silla que habia frente a Martin y dejo los faxes sobre la mesa sin el menor comentario.
– Doy por sentado que habeis encontrado algo -dijo Martin extendiendo la mano para coger el monton de papeles.
– Si, una vez obtenida la licencia para examinarlo, ha sido como abrir la caja de Pandora. Hay todo lo que busques. Leelo tu mismo.
Patrik se retrepo en la silla a la espera de que Martin ojease las copias.
– Esto no tiene buena pinta -sentencio tras unos minutos.
– No, no la tiene -convino Patrik moviendo la cabeza-. En trece ocasiones en total Albin aparece registrado en los archivos de algun centro de salud, atendido de algun tipo de lesion. Fracturas, cortes, quemaduras y Dios sabe que mas. Es como leer un manual de maltrato infantil.
– ?Y tu crees que es Niclas y no Charlotte el autor de todo esto? -pregunto Martin senalando los documentos.
– En primer lugar, no existen pruebas concretas de que estemos ante un caso de maltrato infantil. Nadie ha visto motivo para empezar a hacer preguntas hasta el momento y, en teoria, podria tratarse del nino mas infortunado del mundo. Dicho esto, tu y yo sabemos que esa probabilidad es minima. Lo mas verosimil es que alguien haya estado maltratando a Albin. Si ha sido Niclas o Charlotte, bueno, es imposible decirlo con seguridad. Pero Niclas, por ahora, es la persona sobre la que tenemos el signo de interrogacion mas grande, asi que yo partiria del supuesto de que lo mas probable es que haya sido el.
– ?Podrian ser los dos? Se han dado casos, ya sabes.
– Si, desde luego -admitio Patrik-. Todo es posible y no podemos excluir ninguna variable. Pero, teniendo en cuenta que Niclas nos mintio sobre su coartada, involucrando ademas a otra persona en su mentira, me gustaria convocarlo a una charla muy seria. ?Estamos de acuerdo?
Martin asintio.
– Si, desde luego. Lo llamamos y le ensenamos estos informes a ver que dice.
– Bien, pues eso vamos a hacer. ?Nos marchamos ahora mismo?