Anduvo indagando sobre su padre y supo con satisfaccion que estaba destrozado. Vivia solo en su gran mansion y no salia de casa mas que para acudir al trabajo. Agnes se alegraba de ello y abrigo por un tiempo una minima, minima esperanza de que la perdonase y la acogiese algun dia si la vida de su padre llegaba a ser lo bastante miserable. Pero pasaron los anos y nada sucedia, y, a medida que transcurria el tiempo, esa esperanza le parecia mas vana.
Los ninos ya habian cumplido cuatro anos y no podia con ellos. Corrian salvajemente por el barrio pese a su corta edad, y Agnes no tenia ni ganas ni fuerzas para educarlos. Anders, por su parte, ahora debia invertir mas tiempo en el trabajo, pues la cantera quedaba mas lejos del pueblo, de modo que se marchaba antes de que despertasen los pequenos y volvia a casa cuando ellos ya se habian dormido. Tan solo los domingos podia pasar algun tiempo con ellos. Los ninos se alegraban tanto de tenerlo en casa que se comportaban como angelitos. No tuvieron mas hijos, de eso se habia encargado Agnes. Anders habia hecho algun timido intento de sacar a relucir el tema y su deseo de poder dormir con ella, pero Agnes no tuvo la menor dificultad en negarse. Ya no se explicaba que un dia lo hubiese deseado de aquel modo. Ahora le daba asco y la sola idea del roce de sus dedos sucios y llagados le producia escalofrios. El hecho de que ni siquiera protestase por el prolongado y forzoso celibato la movia a despreciarlo mas aun. Lo que para algunos seria amabilidad, para ella era falta de hombria, y el hecho de que el siguiese ocupandose de la mayoria de las tareas domesticas reforzaba esa imagen. Ningun hombre de verdad lavaba la ropa de sus hijos ni se preparaba la comida, aunque Agnes olvidaba sin esfuerzo que ella misma se negaba a hacerlo.
– ?Mama, Johan me ha pegado!
Karl se acerco corriendo a la escalinata del portal, donde Agnes se habia sentado a fumarse un cigarrillo, un vicio que habia adquirido los ultimos anos y para el que solia pedirle dinero a Anders con el mayor descaro y con la esperanza de que el protestase.
Observo friamente al nino que lloraba delante de ella antes de soltarle una nube de humo en la cara. El pequeno empezo a toser y a frotarse los ojos. Se abrazo a ella, intentando hallar consuelo, pero como en tantas otras ocasiones, Agnes se nego a corresponder a sus muestras de carino. Eso era cosa de Anders. El ya los malcriaba bastante, asi que no necesitaban que ella los mimase tambien. Lo aparto con brusquedad y le dio un azote en el trasero.
– ?Deja de lloriquear! Lo que debes hacer es devolverselo -le dijo serena mientras exhalaba el humo en el aire claro y primaveral.
Karl le dedico una mirada elocuente del dolor que sentia al verse rechazado una vez mas, pero se marcho cabizbajo hacia donde estaba su hermano.
Hacia un par de anos, la vecina tuvo la desfachatez de ir a decirle que debia tener mas vigilados a sus hijos. Los habia visto jugando solos junto al muelle de carga. Agnes miro impasible a la fea y menuda mujer antes de, con total tranquilidad, explicarle que se metiese en sus asuntos y que, teniendo en cuenta que la mayor de sus hijas se habia fugado a la ciudad y que, segun los rumores, se ganaba la vida mostrandose como ella la trajo al mundo, mas le valia abstenerse de aleccionar a Agnes sobre el cuidado de sus hijos. La mujer se marcho herida, murmurando algo asi como «pobres pequenos», pero despues nunca se atrevio a volver a llamar a su puerta, que era exactamente lo que Agnes pretendia.
Ofrecio la cara al sol, disfrutando de su calor, pero se dijo que no debia abusar demasiado tiempo de sus rayos. No queria ponerse morena, sino conservar la blancura que caracterizaba a las mujeres de clase alta. Lo unico que le quedaba de su vida anterior era su fisico, algo a lo que sacaba el maximo partido para dorar un poco su, por lo demas, miserable existencia. Resultaba sorprendente todo lo que se podia conseguir del tendero solo por dejarse abrazar, o quiza un poco mas, con tal de que le diese a cambio lo que ella queria. Asi conseguia dulces y mas comida que, desde luego, no compartia con la familia. Incluso le saco un retal de tela que, por ahora, mantenia escondido para que Anders no lo viese; se contentaba con ir a tocarlo de vez en cuando y pasarselo por la mejilla para sentir la suavidad de la seda. Tambien el carnicero le habia hecho alguna que otra insinuacion, pero todo tenia un limite y ella no estaba dispuesta a cualquier cosa por conseguir una carne mejor. Mientras que el tendero era un hombre relativamente joven de agradable aspecto con el que no estaba nada mal intercambiar algunos besos en el almacen, el carnicero era un tipo panzudo y grasiento que rondaba los sesenta y Agnes exigiria bastante mas que un trozo de babilla por permitir que sus dedos gruesos y sus unas llenas de sangre incrustada rebuscasen bajo sus faldas.
Ya sabia ella que la gente murmuraba a sus espaldas, pero, desde que comprendio que jamas lograria recuperar su antiguo estatus, ya no le importaba. ?Hablaban? Pues que hablasen. Si podia permitirse alguna de las cosas buenas que ofrecia la vida, no pensaba consentir que se lo impidiese la opinion de una panda de burdos trabajadores. Y, ademas, para ella era una ventaja que a Anders lo atormentase oir lo que la gente decia de su esposa. A su entender, el era el responsable de su actual situacion, de modo que se alegraba de poder procurarle cualquier tipo de tormento.
No obstante, durante las ultimas semanas andaba preocupada. Experimentaba la sensacion de que Anders tramaba algo y ya lo habia sorprendido en varias ocasiones reflexionando con la mirada perdida, como si estuviese sopesando una importante decision. Una vez incluso llego a preguntarle en que pensaba, pero el le respondio que en nada, aunque sin convencerla. Agnes estaba segura de que algo habia, algo que le afectaba a ella, pero que, por alguna razon, aun no debia saber. Tal situacion la sacaba de sus casillas, pero a aquellas alturas conocia a su marido lo suficiente como para saber que no valia la pena insistir para que le revelase nada antes de tiempo. Cuando se lo proponia, podia ser terco como una mula.
Sumida en sus reflexiones, cogio el paquete de tabaco y se levanto para entrar en casa. Sin mucho interes, se pregunto donde andarian los ninos, pero se encogio de hombros pensando que se las arreglarian solos. Entre tanto, ella pensaba echarse una siesta.
La tarde transcurria despacio. Patrik habia pasado demasiado tiempo hojeando una y otra vez los partes medicos de Albin. Se preguntaba si habia adoptado la decision correcta, si era acertado esperar y no involucrar aun a las autoridades de Asuntos Sociales. Pero algo le decia que debia saber mas antes de tomar tal determinacion. Cuando los molinos de la burocracia empezaban a moler, resultaba dificil detener el proceso, y sabia que tanto la policia como los medicos se mostraban reacios a denunciar puras sospechas de maltrato infantil. Siempre cabia la posibilidad de que existiese una explicacion logica, pero nadie estaria dispuesto a escucharla una vez que la rueda hubiese empezado a moverse. Ademas, no se habia producido ningun incidente desde que la familia Klinga se habia mudado a Fjallbacka. Probablemente la situacion se habia estabilizado ya. Sin embargo, no habia forma de estar seguro, y si Albin volvia a resultar herido, sabia que la responsabilidad recaeria sobre el.
El timbre del telefono interrumpio sus pensamientos.
– Patrik Hedstrom -respondio.
– Si, hola, soy Lars Karlfors, de la policia de Gotemburgo.
– Digame -respondio Patrik sorprendido.
A juzgar por su tono de voz, el hombre esperaba que Patrik supiese quien era, pero no recordaba haber oido su nombre con anterioridad. Y aun menos se imaginaba de que querria hablar con el.
– Bueno, les enviamos informacion sobre una investigacion en curso y, si no me equivoco, era usted quien debia recibirla.
– ?Ah, si? -respondio Patrik, mas extranado aun-. Pues asi, ahora mismo, no recuerdo que me haya llegado ninguna informacion de Gotemburgo. ?Cuando la enviaron y de que se trata?
– Me puse en contacto con su comisaria hace mas de tres semanas. Trabajo en el grupo de abuso de menores y estamos identificando a una liga de personas que se dedican a la pornografia infantil. En el curso de la investigacion nos topamos con un individuo de su distrito, por esa razon nos pusimos en contacto con ustedes.
Patrik se sentia como un cretino, pero no tenia la menor idea de a que se referia el colega.
– ?Con quien hablaron?
– Ah…, creo recordar que entonces usted estaba de baja paternal y me pusieron con… Espere que mire. -Se oyo como hojeaba unos papeles hasta que volvio al aparato-. Aqui lo tenemos, hable con Ernst Lundgren.
Patrik sintio que la ira limitaba su campo de vision y lo cegaba. Recreo mentalmente una escena en la que