– ?Que caso? -pregunto Patrik, cuya respiracion sonaba ahora entrecortada y superficial. Se apreto el auricular contra la oreja por miedo a perderse una sola palabra.

– Pues si, hace ocho anos, un hombre del pueblo… Bueno, yo pensaba que en todo aquello habia algo muy extrano. Pero, claro, tenia antecedentes de alcoholismo y… -El comisario dejo la frase inconclusa: le costaba admitir el error cometido-. En fin, que todos creimos que habia recaido y que habia bebido hasta morir, pero las lesiones que mencionais… Debo confesar que, bien mirado, yo tuve mis dudas entonces. -Se hizo un largo silencio y Patrik comprendio lo mucho que al comisario le estaba costando hacer aquella llamada.

– ?Como se llamaba el hombre? -pregunto Patrik para romper el silencio.

– Jan-Olov Persson -respondio el comisario Runberg- Tenia cuarenta y dos anos, trabajaba de carpintero. Era viudo.

– ?Y habia sido alcoholico?

– Si. Durante un tiempo estuvo verdaderamente en el arroyo. Cuando su mujer murio, pues… bueno, el hombre se hundio. Fue una historia verdaderamente lamentable. Una noche se sento borracho al volante y atropello a una pareja joven que habia salido a pasear. El hombre fallecio y a Jan-Olov lo encerraron una temporada. Pero una vez que salio, jamas volvio a probar el alcohol. Se portaba bien, hacia su trabajo, cuidaba de su hija…

– Y luego, un dia, lo encuentran muerto y con una tasa insolita de alcohol en la sangre.

– Exacto -suspiro Runberg-. Como te decia, crei que nos hallabamos ante una recaida que se le habia ido de las manos. Lo encontro su hija de diez anos. La pequena declaro que se habia cruzado en la puerta con un desconocido, pero supongo que no le prestamos mucha atencion. Pensamos que era el shock, o que queria proteger a su padre… -Su voz termino por apagarse y la verguenza impregno el silencio que se hizo a continuacion.

– ?Hallasteis cerca de su cadaver alguna pagina suelta de un libro? De un cuento, concretamente.

– Cuando lei vuestra consulta, estuve haciendo memoria, pero no lo recuerdo -admitio Runberg-. De ser asi, no reparamos en ello. Supongo que pensamos que seria de la nina.

– O sea, que no teneis nada -se oyo preguntar Patrik, decepcionado.

– No, no tenemos mucho que digamos. Ya te digo, creiamos que el tipo se mato bebiendo. Pero puedo enviarte lo poco que conservamos.

– ?Teneis fax? Si pudieras enviarmelo por fax… Estaria bien recibirlo lo antes posible.

– Claro -respondio Runberg, antes de anadir-: Pobre nina, ?que vida la suya! Primero murio su madre, cuando era pequena, y su padre da con sus huesos en la carcel. Y luego se le muere el padre. Y ahora resulta que, segun he leido en los periodicos, la han asesinado ahi, en Tanum. Se ve que estaba participando en uno de esos reality- shows. La verdad es que jamas la habria reconocido por las fotos. Apenas quedaba rastro de la pequena Lillemor. A los diez anos era menuda y escualida y tenia el pelo oscuro, y ahora… En fin, se produjeron muchos cambios durante esos anos.

Patrik sentia que todo le daba vueltas. En un primer momento, le costo interiorizar la informacion. Luego, en una fraccion de segundo, tomo conciencia de lo que implicaban las palabras que acababa de oirle decir a Vilgot Runberg. Lillemor, la joven Barbie, era hija de la segunda victima. Y, ocho anos atras, habia visto al asesino.

Cuando Mellberg entro en el banco, se sentia mas seguro y mas feliz de lo que se habia sentido en muchos, muchos anos. El, que detestaba gastar dinero, estaba a punto de invertir doscientas mil coronas sin el menor atisbo de duda. Y es que iba a comprarse un futuro. Un futuro con Rose-Marie. Siempre que cerraba los ojos, algo que, a decir verdad, sucedia cada vez mas a menudo en horario laboral, percibia el olor del hibisco, el perfume a sol y agua marina, y el aroma de Rose-Marie. No alcanzaba a comprender la suerte que habia tenido y lo mucho que su vida habia cambiado en tan solo unas semanas. En junio irian juntos al apartamento por primera vez y pasarian alli cuatro semanas. Ya contaba los dias.

– Quisiera ordenar una transferencia de doscientas mil coronas -le dijo a la cajera entregandole el impreso con el numero de cuenta. Sentia cierto orgullo. No eran muchos los que habian conseguido ahorrar tanto dinero con un sueldo de policia, pero granito a granito… Ahora disponia de unos ahorros respetables. Rose-Marie tenia la misma cantidad y el resto podian pedirlo prestado, segun propuso ella misma. Sin embargo, cuando lo llamo el dia anterior, le advirtio que era importante que se diesen prisa, pues habia otra pareja interesada.

Mellberg saboreo sus palabras, «otra pareja». Quien iba a decirle que formaria una pareja, a sus anos… Rio para sus adentros. Desde luego, el y Rose- Marie tambien podian competir con los jovenes en la alcoba. Rose- Marie era maravillosa en todos los sentidos.

Ya estaba a punto de darse la vuelta y marcharse una vez finalizada la transaccion, cuando se le ocurrio una brillante idea.

– ?Cual es el saldo actual de la cuenta? -le pregunto ansioso a la cajera.

– Dieciseis mil cuatrocientas coronas -le respondio la mujer. Mellberg se lo penso un nanosegundo, antes de tomar la decision.

– Quiero un reintegro. Me lo llevo todo al contado.

– ?Al contado? -le pregunto la cajera asombrada mientras el asentia con firmeza. Un plan habia cobrado forma en su cabeza y, cuanto mas lo pensaba, mas apropiado se le antojaba. Con gesto ampuloso, se guardo el dinero en la cartera y volvio a la comisaria. Jamas habria podido imaginar que se sentiria tan bien gastando dinero.

– Martin. -Patrik entro jadeante en el despacho del colega, que se pregunto que habria ocurrido-. Martin - repitio al tiempo que se sentaba para recobrar el aliento.

– ?Te has rayado como un disco? -bromeo Martin sonriente-. Creo que deberias cuidarte ese jadeo.

Patrik desecho la broma con un gesto y, por una vez, no aprovecho la oportunidad de hacer unos chistes.

– Estan relacionadas -declaro inclinandose sobre Patrik.

– ?Quienes estan relacionadas? -Martin se extrano al ver a Patrik tan alterado.

– Las dos investigaciones -revelo Patrik triunfal.

Martin se sintio mas confuso aun.

– Aja… -respondio vacilante-. Ya hemos constatado que el denominador comun es la conduccion bajo los efectos del alcohol… -Fruncio el entrecejo tratando de comprender sobre que deliraba Patrik.

– No, no esas investigaciones, sino las dos investigaciones independientes que llevamos. El asesinato de Lillemor guarda relacion con los demas. Es el mismo asesino.

A aquellas alturas, Martin ya estaba convencido de que Patrik se habia vuelto loco de atar. Se pregunto preocupado si se deberia al estres. La gran cantidad de trabajo de las ultimas semanas, combinada con el nerviosismo por la boda. Eso podia pasar en las mejores familias…

Patrik parecio adivinar lo que pensaba y lo interrumpio irritado.

– Te digo que estan relacionadas, escucha.

Le expuso brevemente lo que le habia revelado Vilgot Runberg y el asombro de Martin fue creciendo a medida que hablaba. No podia creerlo, resultaba demasiado inverosimil. Miro a Patrik intentando asimilar todos los datos.

– Es decir, la victima numero dos es un tal Jan-Olov Persson que, a su vez, era padre de Lillemor Persson. Y Lillemor vio al asesino cuando tenia diez anos.

– Exacto -confirmo Patrik aliviado al ver que Martin lo captaba por fin-. ?Y coincide con lo que escribio en el diario! Recuerda que decia que le sonaba la cara de alguien, aunque no sabia de que. Un breve encuentro ocho anos atras, cuando ella solo contaba diez, no puede quedar nitido en el recuerdo.

– Pero el asesino cayo en la cuenta de quien era y temio que se le refrescase la memoria.

– Si, y por eso tuvo que matarla antes de que pudiese identificarlo y lo relacionaramos con el asesinato de Marit.

– Y, a la larga, con los demas asesinatos -remato Martin entusiasmado.

– Asi es, ?verdad que si? -pregunto Patrik con la misma alegria.

– De modo que si damos con el asesino de Lillemor, resolveremos tambien los demas asesinatos -concluyo Martin mas calmado.

– Si. O al contrario, si resolvemos los otros casos, daremos con el asesino de Lillemor.

– Si. -Ambos guardaron silencio unos minutos.

Patrik sentia deseos de gritar «?Eureka!», pero comprendio que no era muy apropiado.

– ?Con que contamos para investigar en el caso de Lillemor? -fue la pregunta retorica de Patrik-. Tenemos los

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