pelos del perro y la grabacion de la noche del asesinato. Tu le echaste otro vistazo el lunes, ?no? ?Viste algo mas que fuese de interes?

Algo empezo a moverse en el subconsciente de Martin, pero lo que quiera que fuese se negaba a emerger a la superficie, de modo que termino por negar con un gesto.

– No, no vi nada nuevo. Solo lo que contenia el informe conjunto de Hanna y mio. Patrik asintio despacio.

– Entonces, nos pondremos a repasar la lista de los duenos de galgos espanoles. Annika me la entrego el otro dia. -Se levanto-. Voy a comunicarles las novedades a los demas.

– Si, ve -le respondio Martin ausente. Seguia intentando recordar que le habia pasado inadvertido. ?Que demonios era lo que habia visto en la grabacion? ?O que no habia visto? Cuanto mas se esforzaba, tanto mas parecia escaparsele la idea. Exhalo un suspiro. Mas le valia dejarlo por el momento.

La noticia causo en la comisaria el mismo efecto que una bomba. En un primer momento, todos reaccionaron con la misma suspicacia que Martin, pero a medida que Patrik fue exponiendoles los hechos, fueron aceptandola. Una vez informados todos los colegas, Patrik volvio a su escritorio para disenar una estrategia de como continuar.

– Menuda noticia -le dijo Gosta desde el umbral de la puerta.

Patrik asintio sin pronunciar palabra.

– Ven y sientate aqui -lo invito. Gosta obedecio-. Si. El unico problema es que no se como voy a desbrozar esta marana -admitio Patrik-. Habia pensado repasar la lista que confeccionaste con todos los duenos de galgos espanoles y echarle un vistazo a los documentos que nos han enviado de Ortboda -anadio senalando los faxes que tenia sobre la mesa y que habia recibido diez minutos antes.

– Si, hay cosas que hacer -suspiro Gosta con una mirada a todos los papeles que cubrian las paredes-. Es como una tela de arana gigantesca, pero sin guia que nos lleve al lugar donde se encuentra la arana.

Patrik solto una risita.

– Vaya, Gosta, menudo simil, no sabia que tuvieses una vena poetica.

Gosta murmuro una respuesta inaudible, se levanto y dio una vuelta por la habitacion, con la cara a unos centimetros de los documentos y las fotografias que lo empapelaban todo.

– Debe de haber algun detalle, por infimo que sea, que hayamos pasado por alto.

– Pues si. Si encuentras algo, te estare mas que agradecido. Yo lo he estudiado tanto todo, que ya no veo nada -dijo abarcando con un gesto las cuatro paredes.

– Sinceramente, no entiendo como puedes trabajar rodeado de este modo -observo Gosta senalando las fotos de las victimas, que estaban colocadas por orden cronologico. Elsa, junto a la ventana, y Marit cerca de la puerta-. Aun no has colocado la foto de Jan-Olov -constato indicandole el lugar correspondiente, a la derecha de Elsa Forsell.

– No, no he tenido tiempo -admitio Patrik con cierto regocijo: habia ocasiones en que Gosta estallaba de repente en una especie de ansia por trabajar. El bueno de Gosta Flygare… Y, al parecer, aquella era una de esas ocasiones-. ?Quieres que me aparte? -pregunto al ver que queria pasar por detras de su silla.

– Si, me facilitaria las cosas -asintio Gosta haciendose a un lado para que Patrik pudiera salir.

Patrik se apoyo en la pared opuesta y se cruzo de brazos. No era tan mala idea que alguien mas estudiase aquello con detenimiento.

– Veo que el laboratorio te ha devuelto todas las paginas del cuento -dijo Gosta mirando a Patrik.

– Si, llegaron ayer. La unica que nos falta es la de Jan-Olov, pero no la conservan.

– Lastima -se lamento Gosta antes de seguir con las fotos, estudiandolas en sentido inverso, desde Marit hasta Elsa Forsell-. Me pregunto por que justamente el cuento de Hansel y Gretel - apunto pensativo-. ?Sera fortuito o tendra algun significado?

– Ya me gustaria saberlo, ya. Eso y mucho mas -reconocio Patrik.

– Eh… -murmuro Gosta, que ya habia llegado justo a la porcion de pared cubierta por los documentos y las fotografias de Elsa Forsell.

– Llame a Uddevalla. Aun no han encontrado los informes de su accidente, pero los enviaran por fax en cuanto den con ellos -se adelanto Patrik, adivinando la pregunta de Gosta.

Este no respondio. Simplemente, se quedo un buen rato en silencio observando los documentos. La luz primaveral se filtraba por la ventana arrancando destellos de aquellos papeles cuya superficie era satinada. Fruncio levemente el entrecejo. Retrocedio un poco. Se inclino luego para acercarse mas que antes. Tanto que casi pego la oreja a la pared. Patrik lo observaba presa del mayor de los desconciertos. ?Que demonios estaba haciendo?

– Colocate donde estoy yo -le dijo Gosta haciendose a un lado.

Patrik se apresuro a adoptar la misma posicion, acerco la cabeza a la pared y observo la pagina del libro tal y como Gosta acababa de hacer. Y asi, al contraluz, vio lo que Gosta acababa de descubrir.

Sofie se sentia como congelada por dentro. Miraba el ataud mientras lo enterraban. Miraba, pero no lo entendia. No podia entenderlo. Que fuese su madre la que ocupara aquel feretro.

El pastor hablaba o, al menos, se le movia la boca, pero Sofie no oia lo que decia a causa del murmullo ensordecedor que le ronroneaba en los oidos acallando todo lo demas. Miro a su padre de soslayo. Ola estaba serio y sereno, con la cabeza gacha y rodeando con el brazo los hombros de la abuela. Los padres de su madre habian llegado de Noruega el dia anterior. Distintos a como ella los recordaba, pese a que se habian visto la Navidad pasada. La abuela tenia en la cara arrugas nuevas, y Sofie no supo bien como acercarse a ella. Tambien el abuelo habia cambiado. Ahora era mas callado, mas difuso. Siempre fue un hombre jovial y alegre, pero en el apartamento de Ola y de Sofie no hacia mas que deambular de un lado a otro y solo hablaba cuando se le dirigia la palabra.

Sofie vio con el rabillo del ojo algo que se movia junto a la verja, al fondo del cementerio. Volvio la cabeza en aquella direccion y vio a Kerstin con su abrigo rojo y las manos convulsamente aferradas a los barrotes. Sofie era incapaz de apartar la vista de ella. Se avergonzaba de que su padre estuviese alli y Kerstin, en cambio, no pudiese estar. Se avergonzaba de no haber luchado por el derecho de Kerstin a estar alli y despedirse de Marit. Pero su padre se mostro tan hostil, tan firme. Y Sofie no tuvo fuerzas. Desde que se entero de que le habia entregado a la policia el articulo sobre Marit, no paro de reganarle por haber avergonzado a la familia. Por haberlo avergonzado a el. Asi que, cuando empezo a hablar del entierro y de que solo seria para los mas intimos, solo la familia de Marit, y «la tipa aquella que osara siquiera» acercarse, Sofie opto por la salida mas facil y guardo silencio. Sabia que no era lo correcto, pero su padre estaba lleno de odio y tan indignado que Sofie sabia que aquella lucha le costaria demasiado.

Pero cuando vio a lo lejos el rostro de Kerstin, lamento profundamente su actitud. Alli estaba la companera de su madre, sola y sin posibilidad de darle a su amada el ultimo adios. Se dijo que deberia haber sido mas valiente. Deberia haber sido mas fuerte. El nombre de Kerstin ni siquiera pudo figurar en la necrologica. Ola encargo una esquela en la que el, Sofie y los padres de Marit figuraban como los dolientes. Pero Kerstin envio la suya propia. Ola se encolerizo al verla en el periodico, el dia antes de que apareciese la suya, aunque no pudo hacer nada por evitarlo.

De repente, Sofie sintio un profundo cansancio. Estaba harta de las mentiras, de las apariencias, de lo injusto que era todo. Se aparto del sendero de grava y vacilo un segundo para dirigirse luego resuelta hacia donde se encontraba Kerstin. Por un segundo, volvio a sentir la mano de su madre en el hombro y, cuando se arrojo a los brazos de Kerstin, lo hizo con una sonrisa en los labios.

– Sigrid Jansson -dijo Patrik con los ojos entrecerrados-. Mira, ?verdad que dice Sigrid Jansson?

Le dejo espacio a Gosta, que volvio a echar un vistazo a la pagina y al nombre que se perfilaba a la luz del sol primaveral que entraba por la ventana.

– Si, eso parece -confirmo Gosta satisfecho.

– ?Que raro que no lo hayan visto en el laboratorio! -se extrano Patrik, pero enseguida comprendio que su mision era buscar huellas dactilares. Y lo que habia ocurrido era que, cuando la propietaria del libro escribio su nombre en la guarda, este quedo grabado en la siguiente, la primera pagina, la que encontraron junto al cadaver de Elsa Forsell.

– ?Que hacemos? -pregunto Gosta aun con la misma expresion ufana en el semblante.

– No es un nombre raro, pero podemos hacer una busqueda de todas las Sigrid Jansson que haya en Suecia, a ver que sacamos.

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