– Si, claro, ?por que iba usted a hacerlo? ?Que opinion tiene usted del marido… Andreas Berger?
– No tengo una idea definida. Nunca nos vimos y ella no hablaba mucho de el. Fue ella la que quiso separarse… a causa del accidente, sin duda alguna, pero no me pregunte como… yo creo que el queria seguir con ella, incluso cuando estaba peor.
Van Veeteren reflexiono.
– Tenia la impresion de que habian detenido a un sospechoso -dijo Caen.
– Procesado y condenado -dijo Van Veeteren.
– ?Condenado? ?Ha confesado? ?Por que estan ustedes entonces…?
– Porque no es el -interrumpio Van Veeteren-. ?Puedo pedirle una cosa?
– No faltaba mas.
– Si se acuerda usted de algo, por insignificante que sea, ?tendria usted la bondad de comunicarse conmigo? Tiene usted mi numero, ?no?
– No, creo que no lo tengo…
– Pero ?no ha recibido usted nuestro fax?
– ?Su fax? No, es que no lo he mirado desde hace una semana… estoy de vacaciones, ?sabe usted?
– ?Vacaciones en noviembre?
– Si, aqui ya casi estamos en verano. Veinticinco grados y los limoneros en flor…
– Claro, claro. Deberia haberlo supuesto -dijo Van Veeteren.
21
Cuando Lotte Kretschmer se desperto el domingo 17 de noviembre, decidio casi inmediatamente acabar con su novio, un electricista de Susslingen que tenia veintiun anos llamado Weigand. La decision habia ido germinando en ella durante varias semanas, pero ahora habia llegado el momento. Weigand dormia a su lado con la boca abierta como de costumbre, y como ella no queria dejarle en la ignorancia de una cosa tan importante, le sacudio para despertarle y le explico la situacion.
Cierto es que habian estado juntos ocho meses, pero ella no habia contado con que las rinas, el llanto y las acusaciones ocupasen el dia entero.
Cuando a las siete de la tarde salio por fin para ir a su trabajo sentia que lo que mas necesitaba eran doce horas de sueno. En lugar de ello tenia doce horas de guardia por delante.
Esto, a modo de explicacion. No de disculpa.
En el reparto de medicinas de las nueve de la noche, Janek Mitter, al igual que otros pacientes, recibio sin embargo dos tabletas de multivitaminas con el anadido de diez minerales importantes y selenio, en lugar de los habituales antidepresivos suavemente sedativos.
Ambos tipos de tabletas eran de color amarillo palido, redondas y cubiertas de azucar, y se guardaban en el mismo armario.
Tampoco esto a modo de disculpa.
Las consecuencias no dejaron de producirse. En lugar de dormir profundamente y sin suenos, Mitter se paso la noche sorprendido y completamente despierto en su cama de tubos de acero viendo por la ventana el cielo estrellado que estaba casi tan brillante como la noche aquella en Levkes. Se acordo de que noviembre era el mes preferido de los astronomos y que su cumpleanos debia de haber pasado… porque fue justamente el dia que cumplio catorce anos cuando su padre le regalo el telescopio.
?Donde estaria ahora?
Le llevo un rato aclararlo. Pero lo hizo. Lo tenia Jurg, como es natural. Jurg lo tenia en su cuarto mientras vivio con el, y se lo llevo cuando se traslado a Chadow.
Asi fue, todavia podia acordarse de unas cosas y otras.
Muchas otras cosas aparecieron y desaparecieron mientras estuvo acostado; cosas de hace mucho tiempo… recuerdos de infancia y pecados de juventud; cosas mas recientes… Irene y los chicos, historias del instituto y viajes hechos con Bendiksen, pero no fue hasta muy avanzada la manana cuando aquella noche se le planto delante de los ojos…
El estaba sentado en el rincon del sofa. Se habia vestido y habia velas encendidas por varios sitios y un olor a incienso jugueteaba en los orificios nasales. Eva andaba por alli envuelta en su kimono cantando algo, le costaba seguirla todo el tiempo con la mirada… tenia un vaso en la mano y se dio cuenta de que… no debia… absolutamente no debia beber ni una gota mas… cuando volvia la cabeza la habitacion se balanceaba… ni una gota mas.
Se tomo un sorbo. Era un buen vino, lo notaba a pesar de tantos cigarrillos… fuerte y con cuerpo. Y ahora llamaban a la puerta. ?Quien diablos…?
Eva grito algo y desaparecio. Comprendio que habia ido a abrir al visitante, pero el vestibulo estaba en una parte que el no podia ver. Se rio tontamente.
Si, se acordo de que se rio de estar tan borracho que no se atrevia a mirar por encima del hombro. Y luego volvio Eva con el visitante, y el visitante iba delante… no le vio la cara, estaba demasiado alta, sencillamente; un movimiento como ese tampoco era posible… y el visitante se quedo de pie un buen rato antes de sentarse y Eva estaba en otro lado, habia gritado algo, pero ahora, en todo caso, el estaba alli sentado; veia su torso y sus antebrazos, solo sus antebrazos, la camisa desabrochada… fumaba y Mitter cogio tambien un cigarrillo y la nicotina le hizo sentir vertigo durante un instante. Sentia humo caliente y repugnante en la garganta y no tardarian en empezar a hablar… y entonces el visitante se inclino hacia delante y sacudio la ceniza en el cenicero y el vio quien era.
Abrio los ojos y miriadas de estrellas se le metieron dentro formando espirales y le marearon.
Voy a olvidar de nuevo, penso. Ha estado en mi durante un momento, pero manana habra desaparecido.
Tanteo en busca de la pluma en la mesilla de noche. Oyo que caia al suelo… se inclino con cuidado sobre el borde de la cama, arano en la oscuridad las frias losas y finalmente la encontro.
?Donde?, penso. ?Donde?
Cogio la Biblia que estaba en el cajon. Midio con el dedo pulgar hasta san Marcos, aproximadamente, y escribio el nombre del visitante.
Cerro la Biblia. La dejo en su sitio y cerro el cajon. Se dejo caer agotado sobre las almohadas y sintio… sintio que algo habia empezado a temblar en su interior.
Era una llama. Una tenue llama que algo habia encendido y que seguro que valia la pena preservar. Mantenerla viva.
Loco estaba, pero eso lo entendia.
Y, empujado por esa misma orbita de palida luz, se puso tarea que realizar cuando amaneciera.
Escribirle una carta al visitante.
Solo una linea.
Se adormecio. Pero se desperto.
Quiza tambien hacer una llamada telefonica.
Al antipatico… cuyo nombre acababa de escaparsele.
Con tal de que no fallase la llama.
22
La conversacion fue pasada por la centralita a la guardia apenas unos minutos antes del cambio.
En realidad el cambio debia haber tenido lugar varias horas antes, pero la joven esposa de Widmar Krause habia tenido dolores por la manana y era su primer embarazo. Erich Klempje no tuvo mas remedio que esperar. Cierto es que habia empezado ya a las nueve de la noche anterior, pero ?para que estan los companeros, sino?