Golpeo la botella con los dedos.

Salvo una posibilidad… su cerebro trabajaba ahora con relampagueante claridad… salvo la posibilidad de que el reparto de correo a la Policia fuese mas lento. Podian recibir una carta manana… esa era una posibilidad… habia que reconocerlo.

Se tomo otro sorbo. Los grajos alborotaban fuera. Se acordo de Hitchcock y de Los pajaros, y habia algo atrayente en ese recuerdo, algo que le hacia sentir afinidad… pero tal vez no fuera este el momento oportuno de reflexionar sobre ello.

Pero si… si habia otra carta, ya escrita y enviada, imparable… tenia que llegar a su destino manana. Lo mas tarde, manana.

Manana. Si7 no tenia ninguna noticia antes de las doce, manana, estaba a salvo.

Esta era la respuesta. Se llevo la botella a la boca y la vacio. Miro al cielo sobre los tejados de las casas. Oscurecia con rapidez; sin duda se anunciaba de nuevo otra noche estrellada… se pregunto vagamente si era una ventaja o un inconveniente.

Quedaba sin embargo la respuesta final. El habia esperado y habia tenido paciencia. Habia esperado el momento.

Exhalo un profundo suspiro. El cosquilleo era ahora fuerte y agradable. Casi erotico.

Era la hora.

24

Se desperto y no recordaba su nombre.

Seguramente habia ocurrido antes. Tenia el recuerdo de otra manana.

Pero ahora era de noche. Una palida luz de luna caia sobre los pies de la cama y sobre una figura que estaba alli.

Era una mujer, seguro. Su silueta se dibujaba claramente contra la ventana, pero la cara estaba en la oscuridad.

– ?Diotima? -susurro de repente, no sabia por que.

Era un nombre que afloro del pozo del olvido, sencillamente. Alguien a quien habia echado de menos.

Pero no era posible que fuera ella.

Ella se acerco. Fue despacio bordeando la cama, se puso a su lado derecho. Levanto el brazo y algo brillo en su mano…

Mitter… Janek Mattias Mitter… recordo en el mismo instante en que el dolor le partio en dos.

Y antes de que el grito llegara a su garganta, una almohada sofocante se habia aplastado contra su cara. Tanteo con las manos, consiguio en vano agarrar las munecas de la visita…, pero las fuerzas le traicionaron y el dolor bombeaba oleadas candentes de su vientre y su pecho.

Yo no soy nadie, penso. Solo un gran sufrimiento.

Lo ultimo que le llego fue un dibujo.

Un dibujo antiguo que quizas hubiera hecho el mismo un dia. O quiza lo hubiera cogido de un libro.

Era un dibujo de la muerte, y era una verdad altamente personal.

Un buey.

Y un pantano.

Esta era su vida. Un buey que se habia hundido en un pantano. Que lentamente se hundia en el barro. Lentamente se hundia en la muerte.

Al llegar la noche, una noche tranquila y estrellada, solo la cabeza estaba por encima del fango, y lo ultimo… lo absolutamente ultimo que desaparecio fue el ojo asombrado del buey clavado en las miriadas de estrellas.

Asi fue la ultima imagen.

Y cuando el agua se cerro sobre el ojo, todo se volvio nada.

II

Viernes 22 de noviembre – domingo 1 de diciembre

25

– Rooth, ?quieres pedirle a la senorita Katz que traiga unas botellas de agua mineral?

Hiller se quito un pelo de la solapa de la americana y paso revista a la concurrencia.

– ?Donde esta Van Veeteren? ?No dije que tenian que estar todos aqui a las cinco? Son las cinco y tres minutos…, la conferencia de prensa es a las seis en punto y hay que estar preparado. ?Esta es una historia acojonante!

Reinhart se levanto.

– Voy a buscarle. Esta amargandole la vida a un psiquiatra.

Munster se reclino y trato de mirar por la ventana. El despacho del jefe de Policia estaba situado en el quinto piso y se le conocia bien con el nombre de «fifth floor», bien con el de «invernadero». El primero se referia a cierta organizacion de espionaje; el segundo, a la debilidad del titular por las plantas. La ventana panoramica con vistas a la parte sur de la ciudad ofrecia tambien una generosa toma de luz para que tanto las azaleas como las buganvillas y toda suerte de palmeras se sintieran enteramente a gusto. Tan a gusto, en realidad, que el panorama previsto habia sido sustituido desde hacia tiempo por una pared verde practicamente impenetrable.

Munster suspiro y paso a contemplar al jefe de Policia. Este se mecia de aca para alla en la silla del escritorio. Movia papeles, se ajustaba la corbata, se sacudia el polvo de su traje azul noche… eran senales seguras. ?Conferencia de prensa!

Y no eran solamente los reporteros y fotografos de los periodicos los que reclamarian lo suyo, sino tambien la gente de la radio y de la television. Munster habia visto un autobus emisora en el patio hacia media hora. Probablemente estaban todos muy ocupados con las luces y los cables en la sala de informacion. Sin duda Havel tenia razon.

Esta era una historia acojonante.

– Van Veeteren, ?puedes informar de la situacion? -dijo Hiller cuando por fin se reunieron todos-. Voy a ver a la prensa dentro de cuarenta y cinco minutos…

– No -dijo Van Veeteren-, me duele la cabeza. Que lo haga Munster.

– Bueno -dijo Munster sacando su cuaderno de notas-. ?Desde el principio o como?

El jefe de Policia asintio. Munster carraspeo.

– Pues, fue esta manana a las 07:10 cuando recibimos una llamada de Majorna, el departamento de atencion psiquiatrica de Willemsburg.

– Lo sabemos -dijo Hiller.

– Reinhart y yo llegamos alli a las 07:35 con Jung y con deBries. La victima yacia en su cama en la planta veintiseis B… Lo acordonamos, claro. Ya habian trasladado al otro paciente a otra habitacion.

– Muy sensato -murmuro Van Veeteren.

– El muerto era Janek Mitter, le reconocimos los dos… y estaba bastante claro como habia sido. Toda la cama estaba llena de sangre y tambien habia bastante por el suelo.

Hojeo en el cuaderno.

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