Munster se la dio. Van Veeteren la estudio durante medio minuto mientras refunfunaba y se mecia apoyandose en los talones y en las puntas de los pies.
– Ya, ya, pues si -dijo-. Tal vez… y tal vez no. Nunca se sabe…
Munster espero una aclaracion, pero fue en vano.
– ?Algun otro dato? -pregunto al cabo de un rato.
– El Jueves Santo de 1986 -dijo Van Veeteren.
– ?Que quiere decir eso?
– El Jueves Santo de 1986. Si el individuo en cuestion se encontraba en Karpatz en un coche a la hora del almuerzo… entonces es el. Junto con Eva Ringmar, se entiende…
Munster tenia aspecto de haber comido algo inadecuado. Pero asintio y tomo nota. Tenia experiencia.
– ?Algo mas? -pregunto.
– Todo abril y todo mayo del 86 -dijo Van Veeteren-. En Karpatz, claro, pero no se os ocurra ir de frente. Si tiene la mas minima sospecha se nos escurrira de las manos.
Munster volvio a tomar nota.
– ?Eso es todo?
Van Veeteren asintio con la cabeza. Munster se metio el cuaderno en el bolsillo.
– ?El lunes?
– El lunes -dijo Van Veeteren.
– ?A que piensa dedicarse usted, comisario? -pregunto Munster desde la puerta.
Van Veeteren se encogio de hombros.
– Ya veremos -dijo-. A Beate Lingen para empezar.
Munster cerro la puerta tras de si.
?Quien cono es Beate Lingen?, penso. Bueno, nada de badminton en unos cuantos dias, algo es algo… si trabajaba durante todo el viernes hasta podria tener un fin de semana completamente libre.
Cuando llego a su despacho, sono el telefono.
– Una cosa mas -dijo Van Veeteren- ya que estais en ello. El i de junio tambien es una buena fecha… de 1986. El sabado por la tarde en las inmediaciones de los lagos Maaren…, pero eso no es mas que una ocurrencia y teneis que andar con pies de plomo. ?Has entendido?
– No -dijo Munster.
– Esta bien -dijo Van Veeteren, y colgo.
35
El viernes se quedo en casa.
Se desperto a eso de las nueve y conecto el telefono.
Abrio el listin de telefonos por las paginas de las agencias de viajes y antes de haber salido de la cama ya habia reservado el billete. Salida con las Australian Airways el jueves 5 de diciembre a las 07:30. La vuelta, abierta.
Luego desconecto el telefono y se levanto a desayunar.
Se sento a la mesa de la cocina. Presto oidos a la lluvia. Mastico una buena rebanada de pan integral con queso y pepino. El diario de la manana extendido frente a el… y de pronto fue invadiendole una sensacion.
Una sensacion de bienestar. Intento reprimirla, pero alli estaba… calida y obstinada y completamente inequivoca. Una nocion de gratitud ante la insondable riqueza de la vida.
Ocurriera lo que ocurriera, dentro de… siete dias estaria sentado tomando su desayuno en un balcon de un hotel en Sidney. Hojeando distraidamente la guia de la Gran Barrera de Arrecifes. Encenderia un cigarrillo y volveria la cara hacia el sol.
Antes de ello, o bien habria dado caza a un asesino, o bien se habria despedido de su trabajo.
Era un juego en el que solo habia ganadores. Una manana llena de libertad. Sin un perro tumbado vomitando delante de la nevera. Sin una esposa que tuviera intencion de regresar a casa. La puerta cerrada. El telefono desconectado.
Se acordo de Ferrati y las bragas. Vaya putada. La vida era, pese a todo, una sinfonia.
Y luego penso en Mitter. Y en Eva Ringmar, a quien nunca habia llegado a ver en vida. Era de ella de quien se trataba.
Y se dio cuenta de que la sinfonia era en tono menor.
A las once habia terminado de leer el periodico. Preparo un bano de espuma, puso las suites de violoncelo de Bach a todo volumen, encendio una vela sobre la tapa del retrete y se metio en el agua.
A los veinte minutos no habia movido un musculo, pero se le habia ocurrido una idea.
Del calor del agua, de la llama de la vela, del aspero tono del violoncelo, habia nacido una idea.
Era una idea terrible. Una posibilidad que preferiria alejar de si. Ahogarla, apagarla de un soplo, cerrarla. Era la imagen de un asesino.
No, no lo tenia, pero habia un camino.
Un camino posible que no tenia mas que recorrer hasta su termino. Seguir tan lejos como pudiera y ver que se escondia al final.
Por la tarde se acosto en el sofa a oir mas Bach. Se durmio un rato y desperto a oscuras.
Se levanto, apago el magnetofono y conecto el telefono.
Dos llamadas.
La primera a Beate Lingen. Ella le recordaba; lo dijo y el lo noto en su voz. Asi y todo, consiguio invitarse a un te el sabado por la tarde. Ella disponia de una hora, ?era suficiente?
Lo era, contesto el. Ella no era mas que una parada en el camino.
La otra a Andreas Berger. Buena suerte con el tambien. Fue quien le contesto la llamada. Leila estaba fuera con los ninos. Podia hablar sin problemas y esa era la condicion.
– Tengo una pregunta que es muy personal. Creo que puede ser la llave de toda esta tragedia. No me conteste si no quiere.
– Entiendo.
El comisario hizo una pausa. Busco las palabras.
– ?Era Eva una… buena amante?
Se hizo un silencio. Pero la contestacion se oyo ya en el silencio.
– ?Va usted a… va a utilizar usted lo que yo diga de alguna manera? Quiero decir…
– No -dijo Van Veeteren-. Le doy a usted mi palabra.
Berger carraspeo.
– Ella era… -empezo con prudencia-. Eva hacia el amor como ninguna otra mujer. No es que yo haya estado con muchas, pero creo que puedo afirmarlo de todos modos… Era… yo no se, las palabras resultan tan pobres… era angel y puta… mujer y madre… y amiga. Ella lo satisfacia todo… eso es, todo.
– Gracias, eso explica bastantes cosas. No hare mal uso de lo que usted ha dicho.
El sabado amanecio con un cielo palido y ligeras nubes a la deriva.
El sol parecia frio y lejano y soplaba viento del mar. Salio por la manana y dio un paseo por los canales y noto para su sorpresa que podia respirar. La atmosfera era seca, habia en ella un perfume de invierno.
A las dos cogio el tranvia para ir a Leimaar. Beate Lingen vivia en una de las casas de reciente construccion en la cima de la colina. Su piso estaba muy alto, en la sexta planta, con vistas sobre toda la ciudad… sobre las llanuras y sobre el rio que serpenteaba hacia la costa.
Tenia una terraza acristalada con calefaccion de rayos infrarrojos y plantas de tomate, y alli estuvieron sentados todo el tiempo tomando te ruso y finas galletas Kremmen con mermelada.
– Casi todo mi tiempo libre lo paso aqui -dijo ella-. Si hubiera sitio seguramente pondria tambien la