sabe usted, el lugar al que dicen que acudian los viejos antano cuando sentian que la vida se les iba escapando. Para no ser un peso…

Movio la cabeza.

– Fue una historia terrible, comisario. Y nunca se ha puesto una tapadera mas pesada sobre algo que cocia tan a borbotones. Los padres eran profundamente religiosos, de la secta Reformerde Kirk, el era hijo unico… hagase usted una idea, comisario. Muhlboden no es una ciudad grande.

Van Veeteren asintio.

– ?Como fue la investigacion policial? Usted habra sido interrogada.

– Si, todos tuvimos que presentarnos en la comisaria y hacer un informe… a distintas horas. Duro varios dias, tuvimos que faltar a clase. Pero claro que no habia mucho que decir.

– ?No dejo ninguna carta?

– No.

– ?Como se lo tomo Eva Ringmar?

– Muy mal. Muy muy mal, me parece. Si no recuerdo mal, se encerro en casa el resto del trimestre… o casi… si, asistio al final, antes de Navidad. Formabamos parte del coro, ella y yo… ella no habia ensayado nada, claro, pero no importo. Eran las viejas canciones de siempre…

Hizo una nueva pausa.

– El primero de Adviento es hoy… hace veinte anos justos que ocurrio… no habia pensado en ello. ?Podria… hacerle una pregunta, comisario?

– Naturalmente.

– ?Por que anda usted escarbando en todo este pasado…? ?No pensara que tiene algo que ver con…?

– ?Con que, senorita deMaas… o debo decir senora?

– Entre medias, mas o menos. Con todo esto que ha pasado ahora, claro. El asesinato de Eva y de su marido…, ?piensa usted que hay una relacion?

– Senorita deMaas -decidio Van Veeteren-. Si hay algo que yo he aprendido en este oficio es que hay mas relaciones en el mundo que particulas en el universo.

Espero un poco mientras dejaba que sus ojos verdes le contemplaran.

– Lo dificil es encontrar las relaciones acertadas -anadio.

– ?Ha conseguido usted hacerlo? -le habia preguntado ella justo antes de separarse en la plaza-. ?Ha encontrado la relacion acertada?

– Yo creo que si -habia contestado el-. Solo tengo que estudiar los ingredientes con un poco mas de detenimiento para estar seguro.

No tenia del todo claro lo que queria decir cuando lo habia dicho… sus ojos eran demasiado grandes y serios… y aquello no quedaba mal… y ademas, ?donde se decia que el pensamiento tiene que llegar necesariamente antes que la expresion? ?No habia aprendido tambien, con el paso de los anos, que lo mismo podia ocurrir al reves?

Deja que aparezcan las palabras, siempre esconden algo, como solia decir Reinhart.

Ella le habia abrazado y le habia dado las gracias por la comida y de pronto el se dio cuenta de que era la segunda mujer en el curso de la investigacion con la que podia haber caido.

Si hubiera tenido la edad apropiada, por decirlo de algun modo. E inclinacion a caer.

Le costo media hora mientras conducia sacudirse esos pensamientos inoportunos, pero le dejaron tiempo suficiente para pensar en las cosas de las que se habia enterado y para planificar el siguiente paso.

Ya no quedaba mucho, lo sentia. Una o dos entrevistas mas. Algunas preguntas especificas a las personas adecuadas y todo el trasfondo quedaria aclarado.

Y lo unico que faltaria seria encontrar al actor principal del drama. Al protagonista.

El asesino.

Suspiro y noto que la repugnancia aumentaba.

El hastio y la desesperanza.

?Cuantos habian sido, en resumidas cuentas? ?A cuantas personas les habia costado la vida esta coaccion, esta perversion…?

Dos… fuera de toda duda.

Tres… con muchas probabilidades.

Cuatro… posiblemente.

?Mas quizas?

No lo considero inverosimil. Despues de todos esos anos en la zona sombria de la sociedad no habia muchas cosas que le resultasen increibles.

Y con todo, ?y si no confesaba?

?Y si se hubiera curtido hasta el punto de que simplemente lo negara cuando Van Veeteren se enfrentase con el?

Eso no era muy probable, pero desde luego era posible… ?Y entonces habria que probar toda la mierda!

Juro en voz alta y aumento la velocidad…, pero se acordo de las condiciones.

?Pruebas?

Ese no era su dolor de cabeza. A eso podian dedicarse los otros, Munster y Reinhart y Rooth, mientras el disfrutaba bajo las palmeras de Brisbane…

?Habia palmeras en Brisbane?

Puso a Handel y volvio a aumentar la velocidad.

38

Munster contemplo sus listas. Luego contemplo a Jung, que estaba sentado medio dormido debajo del retrato del ministro de Justicia.

El senor y el esclavo, penso Munster. El ministro de mirada de halcon estaba rigido y estirado de cuerpo entero contra un fondo azul palido flanqueado por la bandera y el leon a un lado y por la mesa escritorio con el codigo y el mazo al otro.

Jung, por su parte, recordaba a un profesional del crimen… encogido, con los pantalones de pana sucios y la camisa manchada de cafe, sin afeitar y con un par de dias de trabajo acumulados en bolsas oscuras debajo de los ojos.

– Pues… -dijo Munster carraspeando-. Por lo que veo, ya esta.

– ?Hum? -dijo Jung.

– Queda uno. Asi que es el.

– ?Que cojones dices? -dijo Jung frotandose los ojos con los punos-. ?Hay mas cafe?

Munster lleno dos tazas.

– Sientate aqui y controla, lo repaso todo otra vez.

Jung dejo al ministro y se sento junto a la mesa escritorio.

– Aqui tenemos los nombres de los que no tienen coartada para el asesinato de Eva -dijo Munster, y le acerco un papel-. Son bastantes…

– ?Te refieres a toda la poblacion mundial o solo a la de Europa? -pregunto Jung.

– Me refiero a gente del Bunge y a otros conocidos -contesto Munster.

Jung hizo un gesto con la cabeza y tomo un sorbo de cafe.

– Aqui estan los que han vivido en la ciudad dos anos o menos -continuo Munster, y le dio otro papel.

– Y aqui estan los que tienen… coartada parcial para el asesinato de Mitter.

– Los que han podido entrar y salir un rato -dijo Jung.

– Y han podido volver -dijo Munster-, y matarle.

– Clavarle el cuchillo -dijo Jung.

– Apunalarle -dijo Munster-. Por cierto, hace un momento recibi un informe de deBries. Parece bastante verosimil…, el lo dijo asi, bastante verosimil que alguien haya trepado por el canalon mas de una vez.

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