Le costo un rato entenderlo.

?Tres asesinatos?

Se echo a reir.

?Cuales?, podia preguntarles. Si, se acordaria de hacerlo si le pillaban. Disculpa, polizonte, diria. He cometido seis asesinatos. ?Cuales son los tres de los que soy sospechoso?

Las ventanillas se habian empanado por su aliento. Las limpio con la bufanda. Abrio una grieta y miro en su entorno. El aparcamiento estaba vacio a excepcion de un camion a unos cincuenta metros delante de el.

Un Fiat azul… ?por que habria apagado la radio? Volvio a ponerla, pero solo habia musica.

?Que mas sabian?

?Donde creian que estaba?

?Alarma general? ?Que significaba eso? ?Controles de carretera?

Era poco probable. Habia conducido mas de trescientos kilometros desde que salio de Maardam… Si sabian mas o menos cuando se habia ido, tenian que darse cuenta de que podia encontrarse practicamente en cualquier sitio…

Y ?como…?

?Como cono se habian enterado de que era el?

Puso el coche en marcha. Paso despacio junto al camion y salio a la autopista.

Tenia que ser Liz. La puta esa. Algo habia fallado, pero no entendia como habian podido relacionarla con los otros… ?maldita hijaputa! Si hubiera prestado oidos a la voz interior desde el principio… esa voz que le habia advertido, que le habia dicho que se mantuviera alejado de aquella puta… Un monton de carne habia sido…

Solo un monton de carne repugnante.

No volveria nunca a cometer ese error. Y la policia deberia por pura logica darle la razon en que habia hecho un favor a la sociedad liberandola de un elemento como Liz Hennan. En ese caso concreto no tenia nada que reprocharse… era peor en los otros… los otros se debian a otro tipo de necesidad…, pero este no era el momento de andar haciendo examen de conciencia.

Ahora era el momento de actuar. Algo habia fallado, si… ?no habia tenido el presentimiento? ?No le habia salvado en realidad la intuicion una vez mas…? ?Por que, si no, se habia largado? Habia sido igual que con Ellen…

Ellen. Hacia ahora doce anos. Tambien ella era una puta. No cabia la menor duda acerca de ello. Una puta asquerosa, igual que Liz. Podia verlas delante de el… igual de lubricas, igual de desvergonzadas, igual de…

Aumento la velocidad. Vio en el contador que pronto tendria que poner gasolina. ?Por que aparecian esas putas todo el tiempo? Sus cuerpos desnudos, sus sexos palpitantes… no tenia tiempo de eso ahora… los pensamientos tenian que concentrarse en cosas importantes, no en esas tan repulsivas. Tenia que despejarse. Tenia que aguzar el ingenio, actuar sin equivocarse, y tenia prisa…

Buscado.

Miro el reloj. Las doce y cuarto solo. ?Fue el primer aviso el que oyo o habia habido varios en el curso de la manana? Mejor tener la radio puesta para no perderse nada.

La puso y encendio un cigarrillo. Le quedaban pocos.

Poner gasolina y comprar cigarrillos, eso era lo primero.

?Y luego?

?La radio?, penso. ?Y la tele? ?Y los periodicos? ?Habian sacado alguna foto?

?Seria tan conocido como el presidente cuando entrase en el kiosco de la gasolinera?

La tele no era un riesgo grande, considero. Nadie se ponia a ver la tele por la manana. Con los periodicos era peor…, pero los matutinos no habian dicho nada, en todo caso no el que compro por la manana. Habia informacion sobre el asesinato, eso si, pero nada acerca de un tal Carl Ferger en un Fiat azul.

Los periodicos de la tarde la tendrian, seguramente. La foto en los titulares, quiza… como la del asesino del ministro hacia un par de anos.

No pudo contener una sonrisa. ?A que hora solia aparecer la primera tirada?

?A las dos? ?A las dos y media?

Antes de esa hora tenia que ser otra persona.

Asi de facil era. Tenia que entrar en una ciudad lo mas pronto posible… fabricarse un disfraz de alguna manera. Lastima haberse deshecho de la peluca, aunque ellos estarian al tanto de eso tambien. ?Que mas?

?El coche?

?Deshacerse de el y alquilar otro?

No le gustaba la idea. Entranaba tambien un riesgo evidente… decidio seguir conduciendo. Si procuraba aparcar un poco escondido, seria bastante seguro… manchar la matricula, quizas… habia miles de Fiat azules en este pais.

?Y luego?

La pregunta cayo sobre el y le tuvo en un puno de hierro durante unos segundos. Un puno de hierro asfixiante. ?Que demonios debia hacer luego?

?Esta tarde? ?Esta noche? ?Manana?

Trago saliva y volvio a pisar el acelerador. Aparto de si la pregunta. Tenia que hacer las cosas con orden… primero el aspecto fisico, luego iria tomando decisiones segun fuese desarrollandose la situacion. Porque en eso consistia su fuerza. Su intuitiva capacidad de elegir con acierto en momentos decisivos… El dinero, por ejemplo, habia vaciado la cuenta ya el sabado… seguro que a estas alturas ya la habrian bloqueado, pero el tenia lo suficiente para un par de semanas por lo menos.

Asi que nada de precipitarse. Todo estaba bajo control. Tampoco esta vez iban a agarrarle esos hijos de puta… la idea de pasar unos dias en algun pequeno hotel apartado le hizo sonreir de nuevo. Leer sobre la caceria en los periodicos, ver en las noticias como le buscaban, tranquilamente sentado por las noches en el salon…

La proxima salida era Malbork… 1.000 metros, leyo en el letrero. Estupendo.

Empezo a darle al intermitente y tamborileo con los dedos en el volante.

41

– ?Que hora es? -gruno Van Veeteren-. ?A que cono se dedica la gente? ?Como es posible que no le hayan visto?

– Las ocho y media -dijo Munster-. Seguramente se ha escondido.

– ?De veras?

– No ha podido escaparsele que le buscamos… Ahora vuelve a aparecer en la tele, a las nueve.

– No creas que soy idiota -dijo Van Veeteren-. ?Por que no contestan el fax? ?Puedes tener la amabilidad de explicarmelo tambien?

– La oficina de inmigracion tiene un fallo en los ordenadores, pero estara arreglado manana por la manana. Con los otros hay diferencia de horario. La contestacion puede llegar a las doce o a la una de la noche.

Van Veeteren contemplo su escarbadientes.

– ?Puedo preguntar una cosa? -siguio Munster.

– Bueno -dijo Van Veeteren-. No prometo contestar.

– ?Quien es este Carl Ferger?

– Pero ?no te has dado cuenta, Munster?

Munster enrojecio fugazmente y carraspeo.

– ?Como voy a hacerlo si no dispongo de toda la informacion? -dijo-. Hablando con sinceridad, me cuesta entender las razones por las que usted, comisario, oculta detalles importantes… cosas vitales para la investigacion, segun mi parecer…

Volvio a ponerse colorado, esta vez por su propio atrevimiento.

Pero el comisario no reacciono. Permanecio inmovil sentado en el sillon del escritorio con la barbilla en las manos. Cerro los ojos hasta que se convirtieron en dos estrechas ranuras mientras contemplaba a Munster. No se dio ninguna prisa.

– Munster -dijo finalmente-. Tienes una nocion del tiempo malisima. Si quieres escucharme un rato, puedo

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