– Buenos dias -dijo el-. Aqui estoy.

Ella asintio.

– ?Ha seguido usted las noticias estos ultimos dias?

– Si.

Ella miro a su alrededor como si quisiera controlar que no olvidaba nada. Las plantas o la cocina.

– ?Esta usted dispuesta a venir conmigo?

– Si. Estoy dispuesta.

Su voz era como el la recordaba. Firme y clara, pero atona.

– ?Puedo preguntarle? -dijo el-. ?Sabia usted lo que estaba pasando, en realidad? ?Lo sabia usted ya entonces?

– ?Nos vamos, comisario?

Cogio su abrigo de la percha y el la ayudo a ponerselo. Se envolvio la cabeza con un ligero chal, cogio el bolso y los guantes que estaban en el sillon de mimbre y se volvio hacia el.

– Yo estoy lista, comisario.

El viaje de vuelta fue bastante mas rapido. Ella iba sentada a su lado muy derecha e inmovil. Con las manos cruzadas sobre el bolso. La mirada al frente, fija en la carretera.

No dijo ni una palabra. El tampoco. Como todo estaba completamente claro, terminado, no habia palabra de la que echar mano. El lo entendio y el silencio no fue agobiante.

A el tal vez le hubiera gustado hacerle una pregunta, un reproche, pero comprendio que hubiera sido imposible.

?Se da usted cuenta, hubiera querido decirle, se da usted cuenta de que si me lo hubiera dicho la vez pasada habriamos podido salvar una vida? ?Quiza dos?

Pero no podia exigir eso.

Ni que le contestara ahora.

Y tampoco que se lo hubiera contado entonces.

Cuando entraron en la habitacion estaba todo igual.

Reinhart y Munster estaban en sus sillas junto a la puerta. El asesino se aplastaba detras de la mesa junto a la pared opuesta. El aire era pesado y un poco dulzon y Van Veeteren se pregunto si tampoco se habria dicho ninguna palabra alli dentro.

Ella dio tres pasos en su direccion. Se detuvo detras de la silla del comisario y puso las manos en el respaldo.

El levanto la mirada. La mandibula inferior empezo a temblarle.

– ?Rolf? -dijo ella.

Hubo una sombra de alegre sorpresa en su voz, pero fue destruida inmediata y brutalmente por la realidad.

Rolf Ringmar se derrumbo lentamente sobre la mesa.

44

– Esto es un verdadero drama del destino -dijo Van Veeteren cerrando la portezuela del coche-. Hay una inevitabilidad en ello desde el principio… ya sabes que el incesto era considerado como uno de los peores crimenes que podian cometerse. Un crimen dirigido contra los dioses, sencillamente.

Munster asintio. Dio marcha atras para salir del aparcamiento.

– Imaginate -continuo Van Veeteren- que tienes trece o catorce anos. Una pubertad temprana… sensible y en carne viva como una herida abierta. El muchacho camino de hacerse un hombre… los primeros pasos vacilantes. ?Cual es tu primer objeto de identificacion?

– El padre -dijo Munster, y penso: el ha pasado por esto.

– Asi es. ?Y que hace tu padre? Beber y degradarse. Te pega. Te pega no solo una vez sino noche tras noche, te atormenta, te ultraja… tu madre es demasiado debil para ponerse en medio. Le tiene tanto miedo como tu. Se hace como si no pasara nada. Se calla y se deja que continue… se guarda en la familia. Tu no tienes defensa… ningun derecho: como educador y cabeza de familia, todos los derechos los tiene el. No tienes adonde ir, ningun sitio al que acudir en busca de consuelo… aunque si, hay un sitio. Una unica persona capaz de aliviar tus penas.

– Tu hermana.

– A la que a veces tambien apalea, pero ni de lejos tanto. Ella esta alli, es un poco mas fuerte que tu, esta un poco menos danada… esta en vuestro cuarto cuando al fin te libras… digamos que teneis catorce anos los dos… estais acostados en la cama y ella te consuela. Tu te acurrucas a su lado y ella te protege. Pone sus manos que curan en tu cuerpo… teneis catorce anos… estais acostados muy juntos, sentis seguridad de estar juntos, y le ois alborotar por la casa, ahora la emprende con la madre… exige sus derechos… ?Hay que joderse, Munster!

Munster tosio ligeramente.

– Luego es de noche y estais desnudos… teneis catorce anos y sois hermanos. Como va a estar mal lo que hacen, en realidad, Munster, quien cono va a acusarlos de nada. Quien sino los dioses tendrian derecho a reprochar a esos dos ninos que pase lo que pasa. Que se conviertan en amantes. Quien, Munster, quien.

– No se -dijo Munster.

– ?Te das cuenta de lo que ella le daba? -siguio diciendo Van Veeteren al tiempo que emitia un profundo suspiro-. Poder acudir a una mujer cuando uno esta apaleado y humillado y sin valor ninguno… a una mujer que es la amada de uno… la madre y la hermana de uno. Todo al mismo tiempo. ?Que amor podria ser mas fuerte, Munster? Imaginate que amas por primera vez y que todo es perfecto desde el principio mismo… es un amor y un vinculo tan fuerte que tiene que durar y mantenerse por encima de todo lo demas que puedas experimentar… hay que joderse, Munster, ?que mierda de posibilidades tenia el, en realidad?

– ?Cuanto duro? -pregunto Munster.

– Dos o tres anos, me figuro. No parece recordar con exactitud cuando empezo. Seguramente fue tambien igual de fuerte para los dos durante bastante tiempo. Yo creo que Eva logro salir de ello, no porque lo deseara realmente, sino porque sabia que estaba mal… prohibido… imposible de sostener.

– Para el resultaria imposible de romper -dijo Munster.

Van Veeteren encendio un cigarrillo.

– Si, pero ella le rechazo. Lo que paso en esa casa… tanto mientras vivio el padre como luego… yo no quiero ni imaginarmelo, Munster.

– Y luego aparece Paul Bejsen -dijo Munster.

– Si. A lo mejor no fue mas que un intento de parte de ella, no creo que estuviera verdaderamente enamorada. Seguramente le eligio para demostrar que era irrevocable la ruptura con lo que habia pasado… y Rolf… pues… Rolf…

– Espero su momento -dijo Munster.

– Pues si, digamoslo asi -dijo Van Veeteren-. Espero la ocasion en la que demostrar lo serio que era para el… y en aquella fiesta encontro la oportunidad.

– Estuvo al acecho en las praderas -dijo Munster.

– Exactamente. Dando vueltas fuera en la oscuridad esperando la ocasion… como un hombre lobo, casi…

– ?Conto eso tambien?

Van Veeteren afirmo.

– Aunque bastante por encima… hace veinte anos de eso. Prescribe a los veintiuno… nos da tiempo a acusarle de eso tambien, si es que hay algun sentido en ello.

– ?Y Eva le obligo a marcharse?

– Si. Le dio un ultimatum. O desaparecia o ella se encargaba de denunciarle… ponte en su lugar, Munster. Ha matado, no solo por celos sino tambien para demostrar su amor… y ella le rechaza. Creo que estuvo a punto de quitarse la vida durante esos meses, el insinuo algo… tambien los primeros tiempos en el destierro por cierto. Tal vez…

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