La reunion se disolvio despues de un cuarto de hora mas de especulaciones y planes. Liselotte Rask se entretuvo con Ottosson y Haver, para discutir entre ellos que informacion se proporcionaria a la prensa.

Sammy Nilsson penso en Lennart Jonsson, intento recordar como Ann Lindell y el lo habian tratado. Fue mas bien Ann la que consiguio cierto contacto con el hermano de Johny. Lennart Jonsson era un profesional. No se dejaba amedrentar ni provocar a hablar mas de la cuenta. Solo soltaba la informacion necesaria, era comprensivo cuando le beneficiaba y cerrado como una ostra si le convenia.

Sammy recordo que tuvo sentimientos encontrados ante el notorio criminal. Sintio impotencia, ira y cansancio al verse obligado a constatar que Lennart Jonsson, seguramente, era culpable de lo que se le imputaba, pero que no conseguirian sacar pruebas suficientes para que pudiera ser acusado. A Sammy le embargo la impotencia, pues sabia que de tener mas tiempo hubieran quebrantado su defensa. De haberlo conseguido, Lennart habria colaborado. Sabia cuando no tenia sentido resistir.

Ahi residia la profesionalidad, saber cuando se habia perdido la partida, y era el momento de ponerse de acuerdo con los investigadores. Si uno se salvaba estaba bien, si fracasaba mala suerte, no habia mas historias.

Sammy decidio ir a casa de Lennart de inmediato. Sopeso llamar a Lindell y consultarlo con ella, pero desecho rapidamente la idea. Estaba de baja por maternidad.

Se sentia contento de salir del edificio. Las ultimas peleas en la ciudad habian implicado pasarse mucho tiempo sentado en el despacho, imprimir interrogatorios y conversaciones telefonicas con toda clase de autoridades y directores de escuelas. La existencia de criminales adolescentes era una de las cosas mas deprimentes que Sammy conocia. Excepto por eso, le gustaban los adolescentes. Un par de tardes a la semana trabajaba como entrenador de futbol de un grupo de chavales nacidos en los noventa. Sabia lo agradables que podian ser a pesar de sus gritos y su desorden.

Solia pensar en sus chavales futbolistas cuando se enfrentaba a los golfos de la ciudad; muchos de ellos eran apenas un par de anos mayores que sus chicos. Dos mundos diferentes.

En el equipo estaban los ninos bien educados, reclutados en una zona de viviendas de gente adinerada en una localidad a unos cuarenta kilometros de la ciudad. Adolescentes motivados por sus padres, que los llevaban en coche a los entrenamientos y a los partidos, y formaban parte de un contexto en el que los padres se conocian, eran activos en la misma comunidad de vecinos y participaban en las reuniones de padres de la escuela.

Los chavales que Sammy encontraba en su trabajo eran de otro calibre. Venian de las grandes barriadas de las afueras de la ciudad, barrios en los cuales muchos habitantes de Uppsala ni siquiera habian puesto los pies. Solo existian como titulares en los periodicos.

Algunos de estos muchachos se dedicaban al deporte. Sammy se habia encontrado a un par de ellos en la seccion de boxeo del UIF, prometedores talentos llegados de la calle y que ahora sacudian la pera de boxeo.

Solia pensar y decir: «Si tuvieramos tiempo, tambien podriamos arreglarlo con esos chavales». Era una cuestion de falta de tiempo y de recursos. Sammy Nilsson no se habia vuelto un cinico en su trabajo, algo que el creia que les habia pasado a muchos de sus colegas. Todavia defendia a los pandilleros, la posibilidad de tener una vida sin crimen ni drogas, pero era un apoyo por el que pagaba un alto precio y se preguntaba durante cuanto tiempo el tendria suficientes fuerzas. Este ultimo ano le resultaba cada vez mas dificil aferrarse a su actitud, en el fondo positiva.

Tambien resultaba mas dificil conversar con los colegas. Escuchaba cada vez con mas frecuencia unicamente algunos comentarios cansinos, como si sus companeros pensaran que el discurso de Sammy sobre la importancia de buenos vecindarios y escuelas era tedioso. «Es obvio, esta escrito en todas partes -parecian decir-, pero ?quien tiene tiempo de pasear en bicicleta por Stenhagen y Gottsunda haciendo de policia bueno y amigo?»

Hablaba con los directores de escuela, asistentes sociales, maestros de preescolar, y estos respiraban la misma resignacion. Leia a diario en el periodico sobre los recortes en sanidad, educacion, servicios.

Sammy Nilsson y sus amigos tenian que barrer los restos.

*****

Lennart Jonsson se desperto porque golpeaban la puerta. Hacia seis meses que el timbre habia dejado de funcionar. Sabia de que se trataba. En realidad, le sorprendia que la policia hubiera tardado tanto en aparecer.

Abrio la puerta, pero desaparecio de inmediato dentro del apartamento.

– Voy a mear -grito.

Sammy Nilsson entro. Olia a cerrado. Se quedo en el recibidor. Sono la cadena del inodoro. Junto al espejo habia tres estampas enmarcadas de Carl Larsson. Sammy intuyo que Lennart no las habia colocado alli. Dos chaquetas colgaban de sendas perchas bajo la repisa de los sombreros.

El vestibulo, austeramente amueblado, se parecia al consultorio del dentista de Sammy, situado en un apartamento reformado de una casa de los anos cincuenta en el centro, excepto por las bolsas con latas vacias que despedian un ligero olor a cerveza rancia.

Lennart salio del cuarto de bano, vestia jeans y una camiseta torpemente remetida. Andaba descalzo y su pelo negro estaba erizado. Sus miradas se encontraron. Durante un instante Sammy sintio que visitaba a un viejo amigo y le parecio que Lennart penso lo mismo.

– Siento lo de tu hermano.

Lennart asintio con la cabeza. Bajo la mirada y cuando la volvio a levantar su expresion habia cambiado.

– ?Nos podemos sentar?

Lennart asintio de nuevo, hizo un gesto con la mano y dejo que Sammy entrara primero en la cocina.

– ?Tu que piensas? -inicio Sammy.

Lennart resoplo. Aparto una cerveza que habia sobre la mesa.

– Tu eras quien mejor lo conocia. ?Quien deseaba ver muerto a Johny?

– No lo se -dijo Lennart-. ?Que sabeis vosotros?

– Intentamos aclarar la vida de John, sus ultimos meses, esta semana, anteayer. Bueno, ya sabes. Encajar las piezas del puzzle.

– Lo he estado pensado -explico Lennart-, pero no se me ocurre nadie que deseara matar a mi hermano. Estaba limpio. Llevaba asi anos.

Le lanzo una mirada a Sammy como para decir: «?No hables mierda de mi hermano!».

Sammy Nilsson desgrano las tipicas preguntas. Lennart respondia laconico. Una vez se interrumpio, fue hasta la encimera y cogio un platano, se lo trago en un par de segundos. A continuacion le ofrecio uno a Sammy, que lo acepto pero no lo pelo.

– John frecuentaba mucho a Micke Andersson -dijo Lennart-, ?Habeis hablado con el?

– Si -respondio Sammy, pero no le comento que Micke habia llamado a la policia la noche anterior.

– No somos tantos -dijo Lennart, y Sammy supuso que se referia al limitado circulo de amistades de John.

Fue a buscar otro platano y se lo comio igual de rapido.

– ?Haces dieta de platanos? -pregunto Sammy.

Lennart nego con la cabeza. Parecia meditar. Sammy interrumpio sus preguntas.

– Con la vida que llevo, la familia es muy importante. Todos los demas te pueden delatar, traicionar, pero un hermano no, John no. Siempre nos hemos echado una mano.

– ?En lo bueno y en lo malo?

Lennart resoplo.

– Eso vosotros no lo entendereis jamas -dijo Lennart-. ?Por que tendria que confiar en los demas?

«Claro, ?por que deberias?», penso Sammy.

– A veces uno tiene que hacerlo -afirmo.

Lennart esbozo una sonrisa recelosa.

– ?Quienes somos esos «vosotros» que no entenderiamos?

– Todo el puto mundo -resumio Lennart.

El policia lo miro. No queria oir mas. Sabia lo que vendria. Los ninos abandonados de la sociedad.

– Cuando jugaba al ping-pong en la escuela y le gane al profe, me lanzo su raqueta. Habia hecho un saque malisimo y cuando me agache para recoger la pelota me lanzo la raqueta con todas sus fuerzas. Me dio detras de

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