Justus levanto la vista y la observo con una mirada que a ella le costo mantener. El chico parecia demasiado sensato, como si hubiera descubierto sus intenciones.
– Pregunta lo que quieras -contesto al cabo, y aparto la mirada.
Ella se puso en pie y abrio la puerta.
– Tienes que saber una cosa -dijo antes de dejarlo solo-, todas las personas con las que hemos hablado solo tienen buenas palabras sobre tu padre.
El le lanzo una rapida mirada antes de que ella cerrase la puerta tras de si.
25
Ola Haver abandono la comisaria con una sensacion de abatimiento. Al salir habia leido la tradicional felicitacion de Navidad del comisario jefe. Algunos de sus colegas se habian agolpado junto al tablon de anuncios. Unos proferian comentarios causticos y sarcasticos, otros se encogian de hombros y seguian su camino, insensibles a la retorica de la direccion. La mencion de un ano exitoso, a pesar de todos los problemas, sonaba mas falsa que nunca. Un companero que trabajaba como policia de barrio rompio a reir. Haver se retiro. No deseaba oir quejas, aunque estuvieran justificadas.
En lugar de volver a casa se dirigio al apartamento de Ann Lindell. Hacia meses que no la visitaba. Queria hablar. La idea de visitarla surgio a raiz de la disparatada chachara del jefe, o puede que se debiera a las ganas de poder discutir el asesinato de Johny con Ann. Seguro que a ella no le importaria. Por lo que el sabia, estaba deseando volver.
Lo recibio en delantal, con harina en la pechera y en las manos.
– Pasa, estoy haciendo pan -dijo sin mostrar sorpresa alguna ante la visita inesperada-. Mis padres vendran en Navidad, asi que tengo que demostrarles que soy una buena ama de casa.
– Todo un panorama, en otras palabras -apunto Haver sintiendo de inmediato la calidez y la afinidad que existian entre Ann y el.
La observo mientras trabajaba la masa. Estaba algo mas rellena que antes de tener a Erik, pero no en exceso. Los kilos de mas le sentaban bien. Coloco un pano encima del cuenco.
– Ahora tiene que fermentar -explico satisfecha-. ?Que tal?
Se sento frente a Haver. Sintio un impulso de abrazarla, pero se contuvo.
– Tienes harina en la cara -dijo el.
Le dedico una mirada picara y se restrego la mano por la mejilla dejandola aun mas blanca.
– ?Mejor?
Haver movio negativamente la cabeza. Le alegraba oir su voz familiar. Le excitaron sus brazos desnudos cubiertos de harina. Quiza ella lo notara, pues la expresion de su rostro adquirio una leve mueca de perplejidad. La confusion de ambos electrifico el ambiente. Nunca antes habia sentido algo asi por Ann. ?De donde venia esa repentina atraccion? Siempre le habia parecido atractiva, pero nunca habia experimentado esa vivida calidez y ese penetrante deseo.
Ann, por su parte, no conseguia clasificar su mirada y su expresion en ninguna casilla concreta. Lo conocia tan bien que creia saber leer todos sus estados de animo, pero esto era algo nuevo.
– ?Como va el caso Johny?
– Creemos que hay dinero de poquer en juego. -Relato los interrogatorios con los jugadores y la supuesta gran ganancia.
– ?Solia jugar?
– Si, segun varias personas jugaba de vez en cuando, pero nunca grandes sumas.
– Para entrar en una partida asi uno tiene que ser atrevido, tonto o rico. O una combinacion de todo eso -dijo Ann.
El hecho era que Haver habia pensado lo mismo.
– Debia de tener una buena cantidad de dinero -prosiguio Ann.
Haver deseaba escucharla. «Hay que ver lo importante que son los companeros -penso-. Ann es el alma de nuestra brigada.»
– Si, al parecer tenia un poco. Le presto diez mil coronas a un amigo en septiembre.
– Esa no es una gran suma.
– Para alguien que lleva un tiempo en el paro es bastante dinero.
– ?Quieres un cafe?
– No, gracias. Pero si tomaria algo de beber.
Ann saco una cerveza de Navidad. Sabia que a el le gustaba la cerveza negra.
– ?Te acuerdas de cuando asistimos a una conferencia en Grisslehamn? -pregunto antes de darle un trago a la cerveza directamente de la botella.
– Me acuerdo de que Ryde se emborracho y empezo a reganar a Ottosson.
– Dijiste algo que he guardado en la memoria. Algo sobre las condiciones del amor.
Ann perdio la calma por unos segundos antes de encontrar de nuevo un tono ligero.
– Si dije algo asi debia de llevar un buen pedo encima.
– Habias bebido un poco de vino -concedio Haver, y se arrepintio de sus palabras, pero no fue capaz de detener la corriente que se habia desatado en su interior cada vez con mas fuerza durante aquellas ultimas semanas.
– No recuerdo -dijo ella a la defensiva.
– Acababas de conocer a Edvard.
Ann se puso de pie, se acerco a la encimera y echo un vistazo debajo del pano.
– Aun tiene que fermentar un rato -dijo Haver.
Ann se apoyo en la encimera y lo miro.
– Despues de que Rolf me dejara me sentia confundida y vulnerable, tanto en el trabajo como en mi vida privada.
– No tienes demasiada suerte con los hombres. No lo tomes como una critica -se apresuro a anadir al ver su expresion-. Quiza te involucras demasiado en el trabajo y te olvidas de ti misma.
– De mi misma -resoplo. Se acerco a la despensa, saco una botella de vino y se sirvio un vaso-. Estoy dejando de amamantar -conto.
– Bebes vino de Rioja, como siempre -observo Haver, en cierta forma aliviado.
Ella se sento y siguieron razonando sobre Johny. Ann tambien deseaba saber todos los detalles sobre la agresion de Savja y el asesinato de la calle Johannesbacksgatan. Haver noto su empeno y, por primera vez desde que comenzo la investigacion, encontro que su cerebro se ponia en marcha. Hasta ahora habia estado obsesionado por hacerlo todo bien. Era el responsable formal de la investigacion. Ahora su imaginacion podia correr libremente como habia hecho tantas veces antes en las discusiones con Ann. «?Me ve como un competidor, ahora que yo he ocupado su puesto en la comisaria mientras ella tiene que estar en casa?» Penso por un instante. No lo creia. A Ann no le preocupaba el prestigio y poseia una autoridad que enseguida le devolveria a su posicion anterior una vez que regresara al trabajo.
– ?Como estan las ninas? -pregunto cuando la conversacion sobre Johny comenzo a decaer.
– Bien, creciendo.
– ?Y Rebecka?
– A ella le pasa lo mismo que a ti. Quiere volver al trabajo. Por lo menos, eso es lo que yo creo. Parece inquieta, aunque el otro dia dijo que no queria regresar a la sanidad. Hay demasiados recortes y gilipolleces.
– Lei un articulo de Karlsson, el delegado de la Diputacion Provincial. No puedo decir que me impresionara.
– Rebecka se cabrea cada vez que ve su cara en los papeles.
Ann relleno su vaso de vino.
– Quiza deberia irme a casa -sostuvo Haver, pero permanecio sentado.
Debia telefonear a Rebecka, pero por alguna razon se avergonzaba ante Ann de tener que llamar a casa y decir donde estaba. Era un pensamiento ridiculo, pero justo ahora deseaba excluir a su mujer. No queria pensar
