recuerdo de sus primeras vacaciones juntos en Gotland. El vino era el tinto que el habia comprado para celebrar el ano nuevo con Sammy Nilsson y su mujer.

Oyo como ella trajinaba en el dormitorio, bajaba persianas, cerraba cajones y encendia la lampara de la mesita. La podia ver ante si, serena, con esos movimientos un poco espasmodicos que adoptaba cuando se enfadaba.

Abrio la nevera y cogio una cerveza, se sento a la mesa y espero la tormenta.

26

Lennart rio y se levanto de la cama. El reloj le habia despertado de forma brutal. Se rio al imaginarse lo sorprendidos que estarian sus conocidos si pudieran ver al alcoholico y holgazan de Lennart Jonsson vestirse, sobrio, con la cafetera lista y el termo a mano a las seis menos cuarto de la manana. Nada de sostener una cerveza con manos temblorosas y nada de buscar colillas en la mesa sucia. Recordo una manana en la que Klasse Nordin lo desperto mientras bebia sus propios vomitos recogidos unas horas antes en una bolsa del Konsum. «Que se jodan esas mananas de resaca», penso envalentonado.

Por lo menos no pasaria frio. Albin, su padre, habria envidiado su forro polar de Helly Hansen, un resto de su paso por la construccion. Albin solia quejarse del frio. En verano se quejaba del calor. Rara vez se encontraba a gusto, aunque no solia quejarse de nada mas. Ni siquiera de los desmanes de Lennart en los peores anos de su adolescencia.

– Ti-ti-tienes que com-com-com-comportarte co-co-como las personas -le criticaba de vez en cuando. Rara vez utilizaba un tono mas energico.

Era extrano levantarse a las cinco y media, pero le sento muy bien. Casi tanto que imaginaba ser el tipico trabajador aplicado que realizaba sus quehaceres rutinarios una temprana manana de diciembre, mientras nevaba a cantaros sobre un paisaje cada vez mas invernal. Ir a trabajar en una actividad como la del padre reforzaba su sensacion de importancia y dignidad. Hoy emprenderia algo, indicaria la senal con la mano y diria: «Estamos quitando nieve, pasen por el otro lado». Quiza podria anadir un «gracias», si se trataba de alguien que pareciera respetable. Sobre todo desearia que alguno de sus companeros de borrachera pasara por ahi. No, mejor no. Solo hablarian mierda y le distraerian en su trabajo.

Tenia un par de botas, forro polar y un buen anorak. Y ademas unas manoplas Fosforos que podian soportar treinta grados bajo cero. Estaban al fondo del armario. Negras, rugosas y con un complejo guante interior. Estaba preparado.

El termo, de la marca Condor, al que alguien antes le habia cambiado la «r» por una «n», era rojo brillante, con una taza gris. Lennart penso en el conductor del tractor de la plaza Branting, esa noche cuando volvia a casa despues de hablar con Berit. Era una persona decente. Eso habria dicho Albin. El calor del cafe dulce y la cabina del tractor acompanarian a Lennart durante mucho tiempo.

?Era el hecho de estar sobrio lo que le infundia ganas de trabajar? Desde la muerte de John se habia mantenido practicamente sobrio, solo habia bebido un poco de cerveza. Se detuvo frente a la ventana. Los recuerdos de John volvian con toda intensidad. No pasaban muchos minutos antes de que desfilaran las imagenes del pasado. ?Cuanto tiempo duraria aquello? Hasta que atraparan al asesino y despues toda la vida, supuso. Perder a la persona a la que uno esta mas unido, cuya vida esta entrelazada a la nuestra, es una perdida enorme. Nunca mas podria charlar con John de esa manera relajada en la que no podia hablar con nadie mas. La perdida era irreparable.

«Ahora espabila -penso-. Vas a quitar nieve. Luego buscaras a un asesino. Cuando lo hayan atrapado podras beber hasta reventar.» Esbozo una mueca esceptica. En lo mas profundo de su ser germinaba una semilla, la idea de que el seria una persona decente. Pero nada de un currante de siete a cuatro, era demasiado vago para eso. Ademas, su espalda se hacia notar. Pero quiza podria ayudar un poco en la empresa de Micke. Sabia algo de chapas, el era el hijo mayor del chapista. En invierno habia nieve. Con las manoplas Fosforos era capaz de aguantar el frio y el viento durante bastante tiempo.

Aun habia gente que lo saludaba, antiguos companeros de la construccion y de Ragnsell. Algunos se detenian e intercambiaban unas palabras, le preguntaban como estaba. Ahora tenia que hablar de John, claro. El no podia estar ebrio mientras hablaba de su hermano asesinado. Aun se hallaba en el mundo de los seres humanos, en la periferia, como una estrella de poco brillo. Ahora resplandeceria. Deseaba que la gente lo viera alejando a las viejas de los desprendimientos de nieve. Con la pala en la mano y la gran manopla negra y calida reposando pretenciosa sobre el mango.

La busqueda de respuestas a las preguntas sobre que habia hecho su hermano despues de abandonar la casa de Micke le habia hecho comprender lo poco que conocia a su hermano. ?Como era el cuando estaba con otras personas? ?Que papel tenia en la asociacion de acuarios? Muchos lo escuchaban cuando hablaba de peces, reconociendo al experto. No conocian su historia, solo sabian que el era el chico simpatico que tenia pasion por los ciclidos. Entre ellos John se transformaba. De una manera impronunciada Lennart lo sentia como una traicion contra el y la vida que ambos habian compartido. Hasta entonces habia visto el interes de John por los peces como un hobby, ni mejor ni peor que cualquier otro. Habia gente que jugaba a los bolos o participaba en carreras populares, pero no se volvia mas especial por ello. El acuario de su hermano le habia enorgullecido, se habia apropiado de parte de ese honor, de tener un hermano que poseia el acuario mas grande de la ciudad, pero ahora comprendia que John habia sido un experto respetado, a quien se llamaba para pedir consejo. Otro papel, otra vida.

Y luego estaban las partidas de poquer. Nunca habria podido imaginar que John hubiera ganado tal cantidad. ?Por que no habia dicho nada? John no era de esos que salian a la plaza a proclamar sus cosas, pero claro que tenia que haberle contado a su unico hermano que habia ganado una pequena fortuna. ?Por que ese silencio? Ni siquiera Berit se entero. Micke era el unico que sabia de cuanto dinero se trataba, aun cuando no quisiera revelarlo.

?Que tramaba? Lennart se lo habia preguntado durante los ultimos dias sin encontrar ninguna respuesta convincente, Creia que la solucion a quien habia asesinado a John se encontraba ahi. Era algo que estaba haciendo su hermano, algo oculto, lo que ocasiono su muerte.

Hubiera podido proteger a su hermano. Si tan solo John se lo hubiera contado, Lennart habria podido seguirlo durante todo el dia y vigilarle las espaldas. Para eso estaban los hermanos. Pero el lo habia mantenido aparte y eso a Lennart le dolia el doble.

Micke estaba en la cane Dragarbrunnsgatan con el coche de empresa aparcado sobre la acera. Cuando Lennart llego, el ya habia descargado casi todo el equipo.

– En realidad seria mejor hacerlo un domingo por la manana temprano -dijo Micke, y saco unos cuantos conos rojos.

Lennart no dijo nada, sino que ayudo en silencio. Hacia mucho tiempo que no utilizaba equipamiento de invierno y se sentia de punta en blanco. Se concentro en entender. No era tan complicado. Descargar, colocar las senales de advertencia y el acordonamiento.

Micke hablo con el portero que les proporciono las llaves y el acceso al tejado. Lennart echo una ojeada hacia arriba. Era alto, aunque no tanto como para no poder hacerlo; pero Micke nunca lo dejaria subir.

El miedo a las alturas iba y venia. Papa Albin lo habia llevado a infinidad de tejados. Entonces no tenia miedo. Aparecio mas tarde. En las obras nunca le habia gustado trabajar en el andamio o arriba del todo, en la boveda, pero no habia dejado que nadie lo notara.

La primera hora paso sin incidencias. El trafico matinal se volvio mas intenso y Lennart tuvo que tener los ojos abiertos para que nadie se colara en la zona acordonada. El frio era soportable con una fogata o paseando arriba y abajo de la calle.

Los conductores de autobus saludaban con la cabeza al pasar. Una senora mayor se quejo de la recogida de nieve. Paso un viejo conocido de la calle Ymergatan, pero simulo no reconocerlo, o quiza era irreconocible con esa ropa.

Cerca de las diez llego la desazon, de puntillas. Era la hora en la que grupos aislados de necesitados se solian reunir cerca del Systembolaget. Por suerte Micke bajo a tomar un cafe y los pensamientos se disiparon por un rato. Bebieron cafe en el coche. Las tazas humeaban y su aliento empano los

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