de camino a la escuela. Vincent solia caminar a su lado en silencio y sentia que John apreciaba que no parloteara.

Vincent dejo a un lado el periodico. Regreso el dolor de cabeza. Se quedo mirando fijamente la fotografia de su antiguo companero de escuela. ?Cuando murio? ?Habria formado parte del plan de venganza de Vincent? Los atormentadores serian castigados. Se sobresalto y revivio los golpes. Su padre estaba inclinado sobre el, los lamentos de su madre en la cocina, los azotes.

– ?No! -grito, y los jugadores de bingo sentados a su alrededor se sobresaltaron y lo miraron de hito en hito con desagrado.

Los golpes cayeron sobre el. Se agacho. Una vez devolvio el golpe, pero fue siete veces peor. Ahora su padre se arrastraba por su cuerpo como un gusano parasito. La fotografia de John en el periodico le recordo a su padre, los golpes sin palabras. ?Por que el? Era el mas pequeno, el mas desprotegido e indefenso. Wolfgang recibia amor y el, golpes; fue humillado.

?Habia asesinado a John? Miro de nuevo el retrato del periodico. Quiza habia llegado el momento de la revancha. Nadie habia prestado atencion. ?De donde procedia esa ira que hacia que el padre desarrollara formas de castigo cada vez mas sadicas? Al principio valia con los punos, luego vino el cinturon y lo mas terrorifico: la cabeza metida en la pila.

Vincent temblo. El dolor de cabeza amenazaba con prevalecer, convertirlo en una masa reptante de huesos y piel. «Te dieron lo merecido, John. Si no fui yo, fue una fuerza que actuo como si lo fuera.» Sudaba bajo el gorro de lana. Le picaba. Deseaba llorar, pero sabia que su conducto lacrimal no funcionaba como el de los demas. Dejo de llorar cuando tenia trece anos.

Apoyo la cabeza en las manos. Sintio las miradas. Debia empezar a jugar. John estaba justo al lado. Una imagen neutral, sin expresion emocional ni enfocada.

– Estas muerto -murmuro-. Luego le llegara el turno a Janne o a cualquier otro.

Vincent no recordo el orden de la lista que habia confeccionado. Los rostros se entremezclaban. De pronto no fue la imagen de John la que tenia ante si, sino el rostro de su padre. ?Se habia despertado demasiado tarde! Cuando nego la hora de repartir los golpes vengativos, el padre habia desaparecido en la enfermedad, los gusanos se comieron hasta los huesos. Vincent recordaba las manos delgadas que agarraban la cama del hospital. Le tomo una y la apreto con todas sus fuerzas. El padre grito, lo miro con los ojos acuosos y comprendio. Despues esbozo su sonrisa satanica, esa sonrisa que seducia a las mujeres y devastaba a Vincent. El entorno lo encontraba encantador, pero Vincent sabia la verdad.

El retrato del padre en el periodico le sonrio. Golpeo la foto con la mano. Se acerco uno de los empleados.

– Tiene que irse -indico-. Esta molestando.

El tono de voz no era desagradable.

– Si, me voy -dijo Vincent sumiso-. Es que me duele mucho la cabeza.

Se quito el gorro y dejo a la vista el defectuoso vendaje.

– ?Que le ha pasado?

– Es mi papa, que me pega.

– ?Su papa?

Vincent asintio.

– Mi hermano tambien.

Se puso en pie.

– Ahora tengo que irme.

– Deberia ir al medico -sugirio el empleado del bingo.

– Mi padre era medico, creo, o algo parecido. Mama hablaba sobre todo en aleman. Ella era judia y el, nazi. O comunista, quiza. No, no era asi. Eran rojos. Mi padre era negro.

– ?Era negro?

Vincent salio tambaleandose. La calle Bangardsgatan se parecia a un tunel de viento donde la nieve arrasaba con un ruido cortante. La gente se encogia, se calaba la capucha, la bufanda y el gorro. La nieve amortiguaba el sonido de sus pies. Paso una ambulancia. Los camiones de mercancias obstruian la cane y ocultaban la vista. Deseaba ver mas lejos y se dirigio al arroyo.

29

Lennart Jonsson tenia el cuerpo agotado. Eran las cuatro y media y tanto el exterior como el interior parecian la boca del lobo, de oscuros que estaban. Dejo que el apartamento permaneciera en la oscuridad mientras se quitaba la ropa, que acabo amontonada en el suelo. Olia a sudor, pero no era una sensacion del todo desagradable. Se paso la mano por su pecho velludo, por el hombro y por el brazo izquierdo. Aun le quedaba algo de su antigua musculatura. Se rasco en la entrepierna y una creciente sensacion de deseo se apodero de el.

Le dolia la espalda, pero estaba tan acostumbrado que ya apenas reparaba en ello. Todavia le quedaba algun Voltaren y decidio tomarse uno. De camino al cuarto de bano sus narinas registraron un olor extrano. Se detuvo, husmeo. Perfume, el inequivoco olor de un perfume extrano.

Miro a su alrededor. Alguien habia entrado en su apartamento. ?Estaria ese alguien aun dentro? Retrocedio con cuidado hacia la cocina pensando en armarse. No le gustaba estar desnudo y cogio la ropa interior del suelo. ?Se equivocaba? No, el olor seguia ahi. ?Era olor de mujer o de hombre? Aguzo el oido hacia el interior del apartamento.

Se dirigio en silencio a la cocina, abrio con cuidado el cajon de los cubiertos y encontro un cuchillo de pan.

– Dejalo en su sitio -ordeno una voz-; si no, te arrepentiras.

La voz venia de la cocina y Lennart comprendio que alguien estaba sentado a la mesa. Reconocio la voz, pero no pudo ubicarla debido a su excitacion. Se dio cuenta de la seriedad de la advertencia y dejo caer el cuchillo sobre la encimera.

– ?Quien cono eres?

– Ahora puedes encender la luz.

Lennart se puso rapidamente la ropa interior, se dio la vuelta y encendio la lampara que habia sobre la cocina. A la mesa estaba sentado Mossa, el irani. Encima de la mesa habia una pistola.

– ?Eres tu? Joder…

– Sientate. Tenemos que hablar.

Lennart hizo lo que le ordeno. Sospecho lo que venia.

– No he sido yo -afirmo, y el irani esbozo una sonrisa burlona,

– Todos dicen siempre lo mismo -respondio, y cogio el arma-. Dime, si no, quien va corriendo a la pasma.

– Yo no, por lo menos -aseguro Lennart-. ?Crees que soy tan tonto?

– Si -dijo Mossa-, para quedar bien con ellos. Creias que la pasma te ayudaria. Eres asi de tonto. Confie en ti. Hablamos de tu hermano. El me caia bien, pero tu no.

– Ha sido otro el que se ha ido de la lengua. Alguno de los que participaron en la partida.

No quiso decir que sospechaba que fue Micke quien le conto a la policia lo de la partida de poquer de aquella noche de octubre. ?Pero sabia quien habia participado? John podria haberselo contado, pero no era probable. Guardo silencio sobre eso.

– No te lo crees ni tu -solto Mossa-. Me has quemado. Los otros me importan una mierda, pero nadie puede ir a la pasma con mi nombre, ?entiendes?

Lennart cabeceo afirmativamente.

– Lo entiendo, pero no he sido yo. Yo queria investigar por mi cuenta, ya lo sabes. Por eso te busque.

– ?Para tener algo que intercambiar?

– Mossa, tu tienes un hermano al que quieres. Deberias comprenderlo. Hare todo lo que pueda por pillar al asesino de John.

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