– ?No metas a Ali en esto!
El irani guardo silencio y parecio sopesar sus palabras.
– Creo que eres un mierda -sentencio al cabo, y se puso en pie con la pistola en la mano-. Ponte una camiseta. No quiero matar a alguien con el pecho desnudo.
– Matame, estupido de los cojones, ?crees que me importa? -dijo Lennart furioso, y miro a Mossa con una expresion de rebeldia.
Mossa sonrio.
– Eres realmente estupido.
– ?Sabes quien mato a John?
El irani nego con la cabeza y levanto la pistola de forma que apuntaba a las piernas de Lennart a la altura de las rodillas.
– No fui yo -insistio Lennart con el sudor corriendole por el rostro.
En cierta manera se sentia liberado. Habia experimentado esa tranquilidad antes, una noche en la que la ansiedad causada por la borrachera le produjo palpitaciones. Entonces, reconciliado con su vida de mierda, estuvo dispuesto a morir. Se habia levantado a beber agua, se miro en el espejo y se fue a acostar de nuevo, con el corazon saltandole de un lado a otro en el pecho.
Mossa levanto la pistola unos centimetros mas.
– Me recuerdas a un armenio que conoci -dijo Mossa-. Tambien se mostro valiente ante la muerte.
Lennart cayo de rodillas.
– Meteme la bala en la cabeza -dijo, y cerro los ojos.
Mossa bajo la pistola, le dio a Lennart una patada en la boca y se inclino sobre el.
– Si quieres investigar la vida de tu hermano, habla con la puta de su mujer -espeto, y abandono el apartamento.
Lennart, que habia caido al suelo despues de la patada, permanecio tirado hasta que empezo a temblar de frio.
Veinte minutos despues Lennart habia tenido tiempo de darse una ducha caliente y envolverse en una sabana. Tenia el labio partido y se puso una cinta adhesiva para que dejara de sangrar. Cuando llamaron a la puerta dio un respingo. Habia olvidado que Lindell pasaria a visitarlo.
Abrio la puerta y estaba preparado para cualquier cosa, menos para la presencia de un cochecito.
– ?Que cojones…? -dijo, y retrocedio hacia el interior del apartamento.
Se sentaron en el salon.
– ?Que te ha pasado?
– Me he resbalado en el trabajo -explico Lennart-. Me he dado con la pala en todos los morros.
– ?No tienes tiritas?
– Con la cinta adhesiva es suficiente.
Se quedo sin aliento. El madrugar, el trabajo con la nieve, la inesperada visita de Mossa y la ducha caliente habian extenuado su cuerpo, de forma que apenas podia mantener los ojos abiertos. Si Lindell no hubiera estado sentada frente a el se habria dormido en un par de minutos.
– Has dicho que tenias una pista -empezo Lindell-. ?Por que no hablaste con Sammy Nilsson de eso?
– Como te he dicho, no me cae bien. Es demasiado cortante.
– Tu tambien puedes serlo -sostuvo Lindell-. Para que lo sepas.
Lennart sonrio. La herida del labio hizo que pareciera una mueca.
– ?Asi que ahora eres una detective privada?
– No, en absoluto, pero es evidente que estoy interesada.
– ?Por que dedica la pasma tan poco tiempo a atrapar al asesino de mi hermano?
– No creo que sea asi. Por lo que se, tiene la maxima prioridad.
– ?Una mierda! Para vosotros es un viejo follonero para el que no es necesario tomar todas las medidas. Si fuera un pez gordo ya os habriais puesto las pilas.
– Para nosotros todos los asesinatos son igual de importantes -respondio Lindell con tranquilidad-. Tu lo sabes.
– ?Que sabeis? Estuvo en casa de Micke y luego desaparecio. ?Habeis controlado la coartada de Micke?
– Supongo.
– Yo no supongo una mierda. ?Sabiais que John jugaba?
Lindell asintio con la cabeza.
– ?Habeis hablado con sus companeros de partida? Seguro que ahi hay cantidad de bribones.
– No tengo nada que ver con la investigacion, pero claro que se investiga todo lo que tenga que ver con John.
– En otras palabras, no sabeis nada. Por ejemplo, ?donde esta el dinero?
– ?Que dinero? -pregunto Lindell, consciente de que se referia a la ganancia al poquer.
– El gano, ?no lo sabias?
Lindell movio la cabeza negativamente.
– Seguro que lo sabias -indico Lennart tranquilo. Estaba acostumbrado a que la policia no lo contara todo y rumio que podria hacer para que ella le revelara algo.
Lindell sonrio, se puso en pie y se acerco al cochecito.
– Y Berit, que va por ahi, como una vaca hipocrita -dijo-. Ella no me cuenta una mierda, solo habla con la vieja y con Justus. Es conmigo con quien deberia hablar, pero es una estirada de mierda. Seguro que ella tiene el dinero.
Lindell observo como cerraba los punos.
– Yo soy su hermano y, si hay que arreglar algo, soy yo quien debe hacerlo, pero estoy seguro de que ella oculta algo.
Levanto la vista apresurado y se encontro con la mirada de Lindell.
– Pero no os dejareis enganar por la viuda reciente que se pasa el dia llorando, ?verdad?
– Estoy segura -dijo Lindell-. Tambien la han interrogado, seguro que lo sabes. Aunque seas el hermano de John, Berit es la que puede proporcionar mas datos sobre los ultimos anos de su vida, ?o no? ?Por que crees que ocultaria algo?
– Ella siempre… -comenzo Lennart, pero guardo silencio-. Uno no se puede fiar de las tias -prosiguio, y a Lindell le resulto dificil decidir si intentaba bromear o si habia algo de sustancia tras las insinuaciones sobre su cunada.
– Pero lo descubrire -dijo resuelto-. Perseguire al mierda ese que mato a mi hermano. Me importa un carajo si luego perjudica a Berit. Ella se lo ha buscado.
Lindell volvio a sentarse, guardo silencio y espero.
– ?Quien te ha golpeado?
– ?De que cono hablas?
– Hay sangre en el suelo de la cocina -senalo Lindell.
– Sangraba al llegar a casa.
– ?En la cocina?
– ?Esta prohibido?
Su voz estridente molesto a Erik, que lloriqueo en el cochecito. Lindell se acerco para echar un vistazo y lo mecio ligeramente.
– Creo que has tenido visita -dijo al finalizar el llanto.
– ?Y que? -respondio el.
– Si quieres ayudar a detener al asesino de John deberias jugar con las cartas sobre la mesa.
– Eres igual que Sammy Nilsson -sentencio Lennart, y se puso en pie. Arrastro la sabana por el suelo al dirigirse al cuarto de bano.
Lindell oyo como trajinaba y supuso que se estaba vistiendo. Al regresar llevaba puestos unos pantalones y una camiseta. La cinta adhesiva del labio se habia despegado.