hacer otra cosa que darle lo que ha pedido.

– No, de eso ya hemos hablado.

– A menos que deseemos ganar tiempo.

– ?A que te refieres?

Isabel no hizo caso a los dedos de dedos corazon tiesos cuando siguio avanzando en medio del trafico con las luces largas y sin reducir la velocidad.

– A que… a que ahora es cuando no tienes que perder el control. Me refiero a que no sabemos si tus hijos estaran a salvo aunque le demos el dinero. ?Lo entiendes?

– Yo creo que estan a salvo -Rakel recalco cada palabra-. Si le damos el dinero los soltara. Sabemos demasiado sobre el, no se atreveria.

– Espera, Rakel. Es justo lo que quiero decir. Si entregais el dinero y recuperais a vuestros hijos, ?por que no ibais a denunciarlo a la Policia? ?Entiendes lo que quiero decir?

– Estoy segura de que estara fuera del pais a la media hora de recibir el dinero. No le importara lo que vayamos a hacer despues.

– ?Tu crees? No es ningun tonto, Rakel. Lo sabes tan bien como yo. Huir del pais no es ninguna garantia para el. Ostras, de todas formas detienen a casi todos.

– Pero ?entonces que? -pregunto Rakel, removiendose inquieta en el asiento. Despues rogo-: ?Te importa conducir algo mas despacio? Si nos pillan en un control de carretera van a quitarte el carne.

– Que le vamos a hacer. Si ocurre eso, cogeras tu el volante. Tienes carne de conducir, ?verdad?

– Si.

– Vale -dijo Isabel mientras adelantaba por la derecha un BMW cromado lleno de chicos de piel oscura con la visera de la gorra de beisbol hacia atras. Despues continuo-. No hay tiempo que perder, porque lo que digo yo es que no sabemos que va a hacer si consigue el dinero, y tampoco estamos seguros de lo que pueda hacer si no lo consigue. Por eso debemos ir siempre un paso por delante de el. Somos nosotras las que marcamos el ritmo, no el. ?Entiendes?

Rakel sacudio la cabeza con tal vigor que hasta Isabel se dio cuenta, pese a tener la mirada fija en la autopista.

– No, no entiendo nada.

Isabel se humedecio los labios. Si aquello salia mal iba a ser por su culpa. Y al contrario, en aquel momento tenia la impresion de que todo lo que hacia y decia no solo era valioso, sino que ademas era necesario y urgente.

– Si resulta que ese cabron vive en la direccion a la que nos dirigimos, entonces estaremos mucho mas cerca de el de lo que pudiera imaginar en sus peores pesadillas. Tendra que ponerse a rebuscar en su mente psicopata para descubrir donde ha cometido un fallo. Eso hara que se sienta inseguro sobre el siguiente paso que vayais a dar, ?vale? Y eso lo hara vulnerable, que es lo que nos hace falta.

Adelantaron quince coches antes de que Rakel respondiera.

– Podemos hablar de eso despues, ?no? En este momento me gustaria estar un rato en paz.

Isabel la miro un momento cuando irrumpieron en el puente del Pequeno Belt. Los labios de Rakel no emitian sonido alguno, pero, si te fijabas, se movian sin cesar. Tenia los ojos cerrados y las manos aferradas al movil con tal fuerza que sus nudillos relucian blancos.

– ?De verdad crees en Dios? -pregunto Isabel.

Paso un rato; lo mas seguro es que no abriera los ojos hasta terminar su rezo.

– Si, creo en Dios. Creo en la Madre de Dios, y en que ella esta para proteger a mujeres desdichadas como yo. Por eso le rezo, y ella me escuchara, estoy segura.

Isabel arqueo las cejas, pero asintio en silencio y se quedo callada.

Cualquier otra cosa habria resultado mezquina.

Ferslev estaba en medio de una extensa red de campos junto a Isefjord, e irradiaba una sensacion mucho mas despreocupada e idilica de lo que sospechaban que se ocultaba en alguna parte del pueblo.

Isabel noto que sus latidos se aceleraban a medida que se acercaban a la direccion. Y cuando vieron de lejos que la casa apenas se veia desde la carretera, por la abundancia de arboles, Rakel la tomo del brazo y le pidio que parase el coche.

Tenia la cara blanca y se acariciaba las mejillas sin cesar, como si con el masaje quisiera poner en marcha la circulacion sanguinea. Tenia la frente perlada de sudor y apretaba los labios con fuerza.

– Para aqui, Isabel -indico cuando llegaron al seto. Despues salio del coche vacilante y se arrodillo en el borde de la carretera. No habia duda de que no se sentia bien. Gemia cada vez que vomitaba, y los vomitos continuaron hasta que debio de vaciarsele el estomago.

– ?Estas bien? -pregunto Isabel mientras un gran Mercedes pasaba al lado a gran velocidad.

Como si no supiera la respuesta; al fin y al cabo, habia vomitado. Pero son cosas que se preguntan.

– Bueno -dijo Rakel mientras volvia al asiento del copiloto y se secaba las comisuras de los labios con el dorso de la mano-. Y ahora ?que?

– Vamos directamente a la casa. El cree que mi hermano el policia esta al corriente de todo. Asi que si ese cabron esta en casa va a soltar a los ninos en cuanto me vea. No se atrevera a nada. Pensara que tiene que marcharse cuanto antes.

– Aparca el coche de manera que no piense que le hemos cortado el camino -propuso Rakel-. Si no, corremos el riesgo de que haga algo a la desesperada.

– No. Creo que te equivocas. Al contrario, vamos a colocar el coche atravesado. Asi tendra que salir a traves de los prados. Si puede escaparse en coche, podria llevarse a tus hijos.

Parecio que Rakel iba a vomitar de nuevo, pero trago saliva un par de veces y se repuso.

– Lo se, Rakel. No estas acostumbrada a nada asi, tampoco lo estoy yo. Tampoco yo estoy a gusto. Pero tenemos que hacerlo.

Rakel la miro. Sus ojos estaban humedos, pero frios.

– En mi vida he conocido mas cosas de las que crees -aseguro con una dureza sorprendente-. Tengo miedo, pero no por mi. Tiene que salir bien.

Isabel dejo el coche atravesado en el camino y despues se colocaron en medio del patio de la granja, bajo los arboles, a la espera de lo que ocurriera.

Del tejado llegaba el arrullo de las palomas, y una debil brisa hacia susurrar a la hierba marchita de los bordes. Aparte de aquello, el unico signo de vida provenia de la respiracion profunda de las dos mujeres.

Las ventanas de la casa parecian negras. Quiza porque estaban muy sucias, quiza porque estaban cubiertas por algo en el interior, era dificil saberlo. A lo largo de la pared se veian aperos de jardin viejos y oxidados, y la pintura del maderamen estaba cuarteada por todas partes. Parecia un lugar abandonado y deshabitado. Ciertamente inquietante.

– Vamos -ordeno Isabel, y se encamino directa hacia la puerta de entrada. La golpeo con fuerza a intervalos. Despues se hizo a un lado y golpeo con los nudillos el cristal de la entrada, pero no hubo ningun movimiento tras las paredes.

– ?Santa Madre de Dios! Si estan ahi dentro, a lo mejor estan intentando ponerse en contacto con nosotras - dijo Rakel, saliendo de su estado de trance. Acto seguido, con un coraje sorprendente, agarro una azada con el mango roto que habia sobre los adoquines junto a la pared y golpeo con fuerza la ventana contigua a la puerta principal.

Quedo claro que su vida cotidiana estaba llena de tareas practicas cuando despues colgo la azada del hombro y desengancho la ventana con las manos. Todo indicaba que estaba dispuesta a emplear la herramienta contra el hombre, si es que estaba dentro con los ninos. Dispuesta a ensenarle que iba a tener que meditar sus siguientes pasos con detalle.

Isabel camino tras ella mientras recorrian la casa. En la planta baja, aparte de cuatro o cinco bombonas de gas colocadas en fila junto a la entrada y unos pocos muebles estrategicamente colocados ante las rendijas de las cortinas para que pareciera que vivia alguien, no habia absolutamente nada. Polvo en el suelo y sobre las superficies horizontales; por lo demas, nada. Ningun papel, nada de publicidad, ningun utensilio de cocina, ropa de cama o embalaje vacio. No habia ni papel higienico.

Estaba claro que en aquella casa no vivia nadie.

Luego vieron la escalera empinada que llevaba a la primera planta, y subieron con cautela, a paso lento,

Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату