– ?Quienes?

– Los de la Inspeccion de Trabajo. Los del amianto.

No parecio registrarlo en su mollera.

– ?Hola! -saludo, chasqueando los dedos-. ?Estas despierta?

– Hola, tu padre. Voy a decirlo con todas las letras, Carl. No tengo ni idea de que es lo del amianto. ?No te estas confundiendo con Rose?

?Habia sido Rose?

Santo cielo, ya no sabia quien era quien ni donde estaba.

Tryggve Holt telefoneo a Carl mientras este pensaba si poner una silla en medio del suelo para poder rematar a la mosca la proxima vez que se posara en su sitio preferido, en medio del techo.

– ?Les ha gustado el dibujo? -pregunto Tryggve.

– Si, ?y a ti?

Tambien a el le habia gustado.

– Lo llamo porque hay un policia danes, un tal Pasgard, que no deja de llamarme. Ya le he dicho lo que se; ?no podria decirle que es muy irritante y que me deje en paz?

Con gusto, penso Carl.

– ?Te importa si te hago antes un par de preguntas, Tryggve? -propuso-. Ya me encargare de que te deje en paz.

El tipo no quedo muy contento, pero tampoco se nego.

– No creemos que sean molinos de viento, Tryggve. ?No podrias describir mejor el sonido?

– ?Como voy a describirlo?

– ?Como era de grave?

– La verdad es que no se. ?Que quiere que diga?

Carl emitio un sonido grave.

– ?Era asi de grave?

– Si, algo parecido.

– No ha sido muy grave.

– Pues, entonces, no seria un sonido grave. Aunque yo lo llamaria asi.

– ?Sonaba a metalico?

– ?Como, metalico?

– Era un sonido suave, ?o mas bien agudo?

– No lo recuerdo. Algo agudo, creo.

– O sea, ?como una especie de motor?

– Si, puede. Pero sono sin parar durante dias.

– ?Y no disminuyo con la tormenta?

– Si, un poco, pero no mucho. Oiga, ya le he contado esto a Pasgard. Bueno, casi todo. ?No puede hablar con el? No soporto tener que pensar mas sobre aquello.

Pues vete a ver a un psicologo, penso Carl.

– Te comprendo, Tryggve -fue lo que dijo.

– Llamaba tambien por otra cosa. Mi padre esta hoy en Dinamarca.

– No me digas -se sorprendio Carl, y cogio el bloc-. ?Donde?

– Tiene reunion de los Testigos de Jehova en la sede central de Holb?k. Parece que quiere que lo manden a otra parte. Creo que usted le ha metido miedo. No puede aceptar que se hurgue en aquella cuestion.

Entonces estais de acuerdo, amigo mio, penso.

– Ya. ?Y que pueden hacer los Testigos de Jehova de Dinamarca? -pregunto.

– ?Que que pueden hacer? Pues, por ejemplo, podrian mandarlo a Groenlandia o a las islas Faroe.

Carl arrugo el entrecejo.

– ?Como lo sabes, Tryggve? ?Vuelves a hablar con tu padre?

– No. Lo se por mi hermano pequeno, Henrik. Y no se lo diga a nadie, porque si no las va a pasar canutas.

Despues Carl miro la hora. Dentro de una hora y veinte minutos iba a llegar Mona con su meticuloso superpsicologo. Pero ?por que queria hacerle pasar ese trago? ?Creia que de repente iba a echar a saltar como una liebre de primavera diciendo «aleluya, ya no me entran sofocos por que mataran a mi companero delante de mis ojos sin que yo hiciera nada»?

Sacudio la cabeza. Si no fuera por Mona, ya se encargaria el de neutralizarle las ganas de preguntar a aquel aprendiz de psiquiatra.

Llamaron suavemente a la puerta. Era Laursen, con una bolsita de plastico en la mano.

– Cedro -se limito a decir, depositando ante el la astilla encontrada en la botella del mensaje-. Tienes que buscar una caseta de botes hecha de cedro. ?Cuantas crees que habran levantado en el norte de Selandia antes del secuestro? No muchas, te lo digo yo, porque en aquella epoca todos usaban madera tratada. Fue antes de que Silvan y el resto de hipermercados de material de construccion dijeran al senor y a la senora Dinamarca que aquello ya no era lo bastante fino.

Carl miro el pedazo de madera. ??Cedro?!

– ?Quien dice que la caseta esta hecha del mismo material que el pedazo que encontro Poul Holt para escribir? -pregunto.

– Nadie. Pero existe la posibilidad. Creo que vas a tener que hablar con los carpinteros de la zona.

– Muy buen trabajo, Tomas, pero la caseta puede que sea del ano de la polca. Casi seguro que incluso de antes. En Dinamarca debemos guardar la contabilidad de los ultimos cinco anos. Ningun hipermercado ni tienda de materiales de construccion sabe quien compro madera de cedro en cantidad considerable hace diez anos, y todavia menos hace veinte. Eso solo funciona en las peliculas. En la vida real nunca ocurre.

– Pues podia haberme ahorrado el trabajo -sonrio Laursen. Como si el zorro de el no supiera la pregunta que daba vueltas y mas vueltas en el coco de su antiguo companero. ?Como emplear aquella informacion? ?Como?

– Oye, por cierto, en el Departamento A estan euforicos -continuo.

– ?Y eso…?

– Han conseguido que el dueno de una de las empresas que han sufrido incendios ultimamente se desmoronase. Esta en una de las salas de interrogatorio, cagado de miedo. Teme que los que le prestaron el dinero vayan a matarlo.

Carl proceso la informacion.

– Yo tambien creo que no le faltan razones para temerlo.

– Bueno, Carl, vas a estar unos dias sin noticias mias. Tengo un cursillo.

– Aja. ?Que, tienes que aprender a cocinar para instituciones?

Puede que riera demasiado alto.

– Pues si. ?Como lo has adivinado?

Carl vio la mirada de Laursen, una mirada que habia visto antes. En las escenas del crimen, donde encontraban al muerto y casi todos iban vestidos con monos blancos.

La mirada triste que Laursen debia haber dejado atras seguia presente.

– ?Que ocurre, Tomas? ?Te han despedido?

Laursen asintio en silencio, breve.

– No es lo que piensas. Es que la cantina no da para pagar gastos. Aqui trabajan ochocientas personas, y pasan de comer en la cantina. Asi que van a cerrarla.

Carl arrugo el entrecejo. No pertenecia a la elite que, tras largo tiempo de lealtad, eran premiados con una rodaja mas de limon sobre el filete de pescado empanado, pero bueno. Si cerraban el refectorio, la fonda, la central de papeo, el restaurante del personal, la cantina o como diablos quisieran llamar al monton de mesas cojas y techo abuhardillado con el que te dabas un coscorron a las primeras de cambio, entonces las cosas iban mal de verdad.

– ?Van a cerrarla? -pregunto.

– Si. Pero la directora de la Policia exige que haya una cantina, asi que van a subcontratar el negocio. Lone y todos los demas, entre ellos yo, tendremos que preparar bocadillos hasta que algun tipo, en nombre del

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