Carl sintio escalofrios en la espalda. ?Que que sintio? Trance. Camara lenta. Paralisis en los brazos.
– Que paso hace mucho tiempo -respondio.
Kris hizo un gesto afirmativo y mostro como habia conseguido sus patas de gallo.
– A la defensiva, ?eh, Carl? Ya me habian advertido. Solo queria ver si era cierto.
?Que cono…? ?Queria jugar a boxeadores? Aquello prometia ser interesante.
– ?Sabes que la mujer de Hardy Henningsen ha presentado una solicitud de separacion?
– No, Hardy no me ha dicho nada de eso.
– Por lo que he entendido, debia de tener cierta debilidad por ti. Pero tu rechazaste sus insinuaciones. Que habias ido a mostrarle tu apoyo, creo que dijo. Eso desvela una faceta tuya que va algo mas alla de tu fachada de duro. ?Que te parece?
Carl arrugo el entrecejo.
– Pero ?que tiene que ver Minna Henningsen con esto? Oye, ?estas hablando con mis amigos a mis espaldas? No me hace ni puta gracia.
El tipo se volvio hacia Mona.
– Ya ves. Justo lo que habia previsto.
Se sonrieron, complices.
Una pasada mas y le iba a enroscar a aquel gilipollas la lengua al cuello. Iba a quedar pintoresco junto a la cadena de oro que colgaba de su cuello de pico.
– Tienes ganas de pegarme, ?verdad, Carl? De darme un par de soplamocos y mandarme a hacer punetas, ya veo -comenzo, mirando a Carl a los ojos tan fijamente que el azul claro de su mirada casi lo envolvio.
Despues su mirada cambio. Se puso serio.
– Tranquilo, Carl. En realidad estoy de tu lado, y tu estas bien jodido, lo se -lo sosego, alzando la mano para frenarlo-. Y tomalo con calma, Carl. Si piensas con quien de los dos me gustaria echar un polvo, seria contigo.
Carl se quedo boquiabierto.
Tomalo con calma, decia. Siempre era tranquilizador saber por donde tiraba el tio, pero nunca estaba bien del todo.
Se despidieron tras haber acordado el calendario de consultas, y Mona acerco tanto su rostro al de el que noto que le fallaban las piernas.
– Entonces nos vemos a la noche en mi casa, ?verdad? ?Que tal hacia las diez? ?Puedes escaparte de casa o tienes que cuidar de tus chicos? -susurro.
Carl vio en su imaginacion el cuerpo desnudo de Mona deslizarse hasta tapar el careto obstinado de Jesper.
Era una eleccion la mar de sencilla.
– Si, ya me imaginaba que encontraria a alguien aqui -observo el tipo de la carpeta mientras extendia hacia el su minuscula mano de rata de oficina, para despues presentarse-. John Studsgaard, Inspeccion de Trabajo.
El tipo aquel ?pensaba que estaba senil? Si no hacia ni una semana que habia estado alli.
– Carl Morck -se presento Carl-. Subcomisario del Departamento Q. ?A que debo el honor?
– Bueno, una cosa es el amianto -informo el de la carpeta, senalando el pasillo en direccion al tabique provisional-. Otra es que estos locales no estan homologados como lugar de trabajo para empleados de Jefatura, y vuelvo a encontrarme con usted aqui.
– Oiga, Studsgaard, vamos a poner las cosas claras. Desde la ultima vez que vino ha habido diez tiroteos en la calle. Dos personas han muerto. El mercado de hachis esta fuera de control. El ministro de Justicia ha destinado doscientos agentes, que no tenemos. Hay dos mil desempleados mas, la reforma fiscal castiga a los pobres, los alumnos pegan a los maestros de escuela, hay jovenes cayendo destrozados en Afganistan, la gente no tiene para pagar la hipoteca, las pensiones no valen un carajo ya y los bancos quiebran si no pueden seguir enganando a la gente. Y mientras tanto, el primer ministro va de aqui para alla tratando de buscarse otro trabajo a cuenta del contribuyente. ?Por que diantre se preocupa de que yo este aqui o a doscientos metros, en otra parte del sotano donde todo esta permitido? ?Y acaso no importa -aspiro hondo- TRES COJONES donde este, siempre que haga mi trabajo?
Studsgaard habia escuchado la perorata con paciencia. Despues abrio su carpeta y saco un folio.
– ?Puedo sentarme? -pregunto, senalando una de las sillas al otro lado de la mesa. Despues hablo con sequedad-. Voy a tener que elaborar un informe. Es posible que el resto del pais descarrile, pero esta bien que algunos mantengamos derecho el rumbo.
Carl dio un profundo suspiro. Joder, al hombre no le faltaba razon.
– Vale, Studsgaard. Perdone que le haya chillado. Es que estoy con un estres increible. Tiene razon, por supuesto.
La rata de oficina alzo la cabeza y lo miro.
– Me gustaria colaborar con usted. ?Puede decirme que tenemos que hacer para que esto sea reconocido como lugar de trabajo?
El hombre dejo el boligrafo. Ahora le echaria un largo discurso acerca de por que era imposible, y le diria que gran parte de la sobrecarga de los hospitales se debia a un entorno laboral deficiente.
– Es muy simple. Tiene que decir a su jefe que lo pida. Despues vendra otra persona a inspeccionar y dar instrucciones.
Carl adelanto la cabeza. Aquel hombre era de lo mas sorprendente.
– ?Puede ayudarme con la peticion? -pregunto Carl, con mas humildad de la que se creia capaz.
– Bueno, habra que mirar en la carpeta -informo sonriente, tendiendo un formulario a Carl.
– ?Como te ha ido con la Inspeccion de Trabajo, entonces? -quiso saber Assad.
Carl se alzo de hombros.
– Le he leido la cartilla al tio, y se ha quedado manso, manso.
?La cartilla? Era evidente que aquella expresion no servia de gran cosa a Assad. Seguro que estaria preguntandose que tenia que ver aquello con la escuela.
– ?Como te ha ido a ti, Assad?
Este movio la cabeza arriba y abajo.
– Yrsa me ha dado un nombre, y he llamado alli. Era un hombre que habia sido miembro de la Casa de Cristo. ?Conoces la Casa de Cristo?
Carl sacudio la cabeza. No le decia nada en particular.
– Esos tambien son bastante raros, a mi entender. Creen que Jesucristo va a volver a la tierra en una nave espacial con vida de todo tipo de mundos con los que los humanos crearemos.
– Procrearemos; creo que quieres decir procrearemos, Assad.
Assad se encogio de hombros.
– Este me ha dicho que muchos se habian salido por su propio pie de la Iglesia el ano pasado. Que hubo un follon enorme. Dice que nadie de sus conocidos fue expulsado. Pero me ha dicho que habia oido hablar de una pareja que seguian siendo miembros de la Iglesia y que tenian un hijo que fue expulsado. Cree que paso hace unos cinco o seis anos.
– ?Y que tiene de especial esa informacion?
– El chico tenia solo catorce anos.
Carl se imagino a su hijastro Jesper. Tambien aquel era testarudo cuando tenia catorce anos.
– Bien, puede que no sea normal. Pero veo que hay alguna otra rondandote la cabeza, Assad.
– No se, Carl. Es como una sensacion en el estomago -declaro, golpeandose su rollizo abdomen-. ?Sabias, o sea, que de hecho ocurren pocas expulsiones en las sectas religiosas de Dinamarca, aparte de los Testigos de Jehova?
Carl se alzo de hombros. ?Que diferencia habia entre ser expulsado y ser ignorado? Conocia a algunos de su patria chica que no eran bienvenidos en sus hogares de la Mision Interior. En todas partes cuecen habas.
– Pero el caso es que ocurren -asevero despues-. De manera oficial o no oficial.
– Si, no oficial -intervino Assad levantando el dedo-. Los de la Casa de Cristo son unos fanaticos que amenazan a la gente con barbaridades, pero por lo que me han dicho nunca expulsan a nadie.
– ?Entonces…?
– Fueron los propios padres quienes expulsaron al nino, me ha dicho, o sea, la persona con quien he hablado.