por lo visto no se han concedido licencias de construccion para casetas de botes en las zonas en que nos hemos concentrado. Ya sabes, medidas para proteger el medio ambiente y esas cosas.
– ?Desde cuando llevan sin concederlas? -quiso saber Carl, mientras observaba a la mosca nadando de espaldas en el infierno de cafeina. Desde luego, era increible lo eficaz que podia ser Yrsa. Y el, que llevaba todo el dia…
– Desde la reforma municipal de 1970.
?1970! Hacia siglos de eso. Asi que ya podia irse olvidando de buscar proveedores de madera de cedro.
Se quedo observando con cierta melancolia los espasmos agonicos de la mosca y llego a la conclusion de que el problema estaba resuelto.
Entonces Yrsa dio un fuerte manotazo contra una de las fotos aereas de la mesa.
– ?Yo creo que hay que buscar ahi!
Carl miro el circulo que habia trazado Yrsa en torno a una casa de Nordskoven. Vibegarden, ponia. Una casa bonita en apariencia, proxima al camino que atravesaba el bosque, pero alli no veia ninguna caseta de botes. Tenia una localizacion perfecta, rodeada de setos y pegada a la costa, pero… No habia caseta de botes.
– Ya se lo que estas pensando, pero podria estar ahi -indico, golpeando sobre una zona verde al extremo del terreno de la casa.
– ?Que cono…? -exploto Carl. De pronto varias moscas revoloteaban en torno a ellos. Tanta palmada sobre la mesa las habia molestado.
Entonces, Carl dio un fuerte punetazo en la mesa, y la atmosfera se lleno de vida.
– ?Que haces? -exclamo Yrsa, irritada, y aplasto un par de moscas que habia en la alfombrilla del raton.
Carl se agacho y miro bajo la mesa. Pocas veces habia visto tanta vida en tan poco espacio. Si aquellas moscas se ponian de acuerdo, podrian levantar con facilidad la papelera que las habia incubado.
– ?Que diablos tienes en esa papelera? -pregunto, alarmado.
– Ni idea. No la utilizo. Es de Rose.
Vale, penso. Ahora al menos ya sabia quien
Miro a Yrsa, que, con expresion concentrada, aplastaba moscas a diestra y siniestra, a punetazos y con admirable precision. Aquello iba a suponer bastante trabajo de limpieza para Assad.
Dos minutos mas tarde estaba con sus guantes de goma verdes puestos y una enorme bolsa de basura, donde se suponia que iban a terminar las moscas y el contenido de la papelera.
– Que asco -protesto Yrsa, mirando la masa de moscas de sus dedos, y Carl tuvo que darle la razon.
Yrsa cogio uno de los frascos de quitaesmalte, empapo un trozo de algodon y se puso a desinfectarse las manos. Al poco olia como una fabrica de barniz tras un prolongado ataque con morteros. Carl confio en que la Inspeccion de Trabajo no pensara hacerles una visita
En ese momento observo que el esmalte de unas desaparecia de los dedos medio e indice de la mano derecha de Yrsa, y, sobre todo, lo que habia debajo.
Se quedo un rato con la mandibula colgando, hasta que vio que Assad se incorporaba del infierno de moscas bajo la mesa y cruzaba la mirada con la suya.
Los dos se quedaron con los ojos abiertos como platos.
– Ven -ordeno a Assad, arrastrandolo al pasillo despues de que cerrara la bolsa de basura-. Lo has visto tambien, ?no?
Assad asintio en silencio con la boca algo torcida, como cuando los intestinos estan en revuelta permanente.
– Bajo el esmalte de unas tiene las unas negras de rotulador de Rose. Con las marcas de rotulador del otro dia. ?Te has fijado?
Assad volvio a asentir en silencio.
Era increible que no se hubieran dado cuenta hasta entonces.
A menos que una moda universal de pintarse cruces negras en las unas estuviera invadiendo el pais, no cabia la menor duda.
Yrsa y Rose eran la misma persona.
Capitulo 37
– Mirad lo que tengo para vosotros -dijo Lis, tendiendo a Carl un enorme ramo de rosas envuelto en papel de celofan.
Carl colgo el telefono. ?Que punetas era aquello?
– ?Estas pidiendo mi mano, Lis? Ya era hora de que apreciaras mis cualidades.
Lis hizo un guino coqueto.
– Las han entregado en el Departamento A, pero Marcus cree que os las mereceis vosotros.
Carl fruncio el ceno.
– ?Por que?
– Venga, Carl. Ya lo sabes.
Carl se alzo de hombros y sacudio la cabeza.
– Han encontrado la ultima falange de menique con un estrechamiento. Volvieron a inspeccionar el lugar del incendio y la encontraron en un monton de ceniza.
– ?Y por eso nos regalan las rosas?
Carl se rasco la nuca. ?Las habrian encontrado tambien en un monton de ceniza?
– No, no es por eso. Pero ya te lo contara Marcus en persona. Este ramo es de parte de Torben Christensen, el de la compania de seguros. Gracias a la investigacion policial su empresa ha ahorrado muchisimo dinero.
Dio un suave pellizco en la mejilla a Carl, como lo haria un tio que no conoce mejor manera de mostrar carino, y salio contoneandose.
Carl se estiro hacia un lado. Tenia que disfrutar un poco de aquel hermoso trasero.
– ?Que pasa? -pregunto Assad desde el pasillo-. Tenemos que salir dentro de un rato.
Carl asintio en silencio y marco el numero del inspector jefe de Homicidios.
– Assad quiere saber por que nos han regalado las rosas -inquirio en cuanto el inspector jefe cogio el telefono.
Al otro lado se oyo algo asi como una explosion de alegria.
– Carl, acabamos de interrogar a los tres propietarios de las empresas incendiadas, y tenemos tres declaraciones potentes. Teniais toda la razon. Los atosigaron para que pidieran prestamos a un alto interes, y cuando no pudieron pagar los intereses los cobradores se pusieron duros y exigieron la devolucion del principal. Acoso, amenazas telefonicas. Graves amenazas. Los cobradores estaban cada vez mas desesperados, pero ?que podian hacer? Hoy las empresas que tienen problemas de liquidez no pueden dirigirse a otra parte para pedir dinero prestado.
– ?Que paso con los cobradores?
– No lo sabemos, pero nuestra teoria es que los que estaban detras los liquidaron. La Policia serbia estaba acostumbrada al procedimiento. Comisiones elevadas para los cobradores que lograban el dinero a tiempo, y el cuchillo para los que no lo conseguian.
– ?No podian haber prendido fuego a las instalaciones sin matar a su fuerza de trabajo?
– Si, pero segun otra teoria mandan a los peores cobradores a Escandinavia, porque el mercado de aqui tiene fama de ser mas facil de manejar. Y cuando vieron que no era el caso, habia que dar ejemplo para que se enterasen en Belgrado. Para los duenos del dinero, no hay cosa mas peligrosa que un mal cobrador o alguien que no se deje llevar o en quien no pueda confiarse. Asi que pequenos asesinatos por aqui y por alla ayudan a mantener la disciplina.
– Hmm. Matan a su mano de obra defectuosa en Dinamarca. Y si capturasen a los autores, por supuesto que