?que mas?

Penso que la realidad son muchas cosas. El novio que nunca llego pero que vivia en sus suenos. Las sogas colgadas del techo del viejo gimnasio, que nunca llego a trepar hasta arriba. Y la realidad era tambien lo que aun no habia sucedido. La presion de las sienes era la misma. La sensacion, igual de concreta.

Respiro con lentitud y escucho aquellos impulsos que conformaban su conciencia. Primero sintio malestar; despues, inquietud, y al final un estremecimiento que introdujo rostros, sonidos y palabras en su batiburrillo de ideas.

Volvio a sentir el grito sofocado mecanico que acompano su conciencia de lo sucedido.

Los ninos.

El hombre, que tambien era un secuestrador.

Y Rakel.

– Hmmmm -oyo que decia tras su dentadura cerrada.

– ?Di, Isabel!

Noto que la mano se soltaba y que una bocanada de aire caliente rozaba su rostro.

– ?Que dices? -dijo el rostro pegado a ella.

– Aaaaeee.

– ?Entiende alguien lo que dice? -pregunto el rostro a cierta distancia.

– Aaarrglll.

– ?Has dicho Rakel, Isabel?

Emitio un breve sonido. Si, era lo que habia dicho.

– ?Llamas asi a la mujer que ha ingresado contigo?

Y el sonido se repitio.

– ?Rakel vive, Isabel! Esta en la cama de al lado -dijo otra voz desde los pies de la cama-. Ha salido peor parada que tu. Mucho peor. No se si saldra adelante, pero esta viva, y parece tener un cuerpo fuerte. Esperemos que lo consiga.

Podia ser una hora o un minuto, pero tambien podia haber pasado todo un dia desde que habian estado con ella, asi de elastico sentia el tiempo. A su alrededor se oian maquinas silenciosas y el debil pitido de su corazon. Sentia un sudor frio debajo, y hacia calor en la habitacion. A lo mejor era algo que le habian inyectado lo que la hacia sentirse asi. A lo mejor era cosa suya.

Fuera, en el pasillo, se oia el traqueteo de carros, y las voces tambien parecian traquetear. ?Era la hora de comer, o era de noche? No tenia ni idea.

Gruno algo, pero no ocurrio nada. Entonces se concentro en el intervalo entre su latido y la palpitacion del dedo medio, donde tenia una especie de dedal. No sabia si transcurrian milisegundos o segundos.

Pero si que sabia una cosa. El pitido de la maquina que oia medir los latidos no media sus latidos. No coincidian para nada con los suyos, estaba lo suficientemente consciente como para saberlo.

Estuvo un rato conteniendo la respiracion. Se oyo el pitido de la maquina. Pi-pi, hacia. Despues, de otra maquina salio un ruido quedo como de chapoteo. Una succion que de pronto se interrumpia y volvia a empezar, como la presion de una puerta de autobus.

Aquel sonido lo habia oido antes. En horas interminables junto al lecho de su madre, hasta que al final desconectaron la respiracion asistida y la dejaron en paz.

Asi que la paciente con quien compartia habitacion no podia respirar sin ayuda. Y la paciente era Rakel. ?No es lo que le habian dicho?

Queria darse la vuelta. Abrir los ojos y atravesar la oscuridad. Mirar a aquella persona que luchaba por vivir.

Rakel, le diria si pudiera. Rakel, saldremos adelante, anadiria, aunque sin conviccion.

Tal vez Rakel no tuviera nada a lo que despertar. Lo recordo con demasiada nitidez.

Que su marido habia muerto.

Que en alguna parte habia dos ninos esperando. Y que el secuestrador ya no tenia razones para no matarlos.

Era espantoso, y ella no podia hacer nada.

Noto que manaba un liquido del rabillo del ojo. Mas denso que las lagrimas, aunque fluia con facilidad. Noto que la gasa que le cubria la cabeza de pronto se hacia pesada en sus parpados.

?Estare llorando sangre?, penso, y trato de no ceder a su dolor e impotencia. Porque ?de que le valian los sollozos? No, aquello le provocaba un dolor que todo lo que le habian dado no era capaz de aliviar.

Oyo que la puerta se abria con suavidad y noto que el aire y los sonidos del pasillo se colaban en la estancia silenciosa.

Unos pasos avanzaron por el duro suelo. Mesurados y vacilantes. Casi demasiado vacilantes.

?Seria algun medico preocupado observando el ritmo cardiaco de Rakel? ?Alguna enfermera viendo cuando dejaba de cumplir su funcion la respiracion asistida?

– ?Estas despierta, Isabel? -susurro una voz atravesando el bombeo constante de la maquina.

Sintio un sobresalto. No sabia por que.

Entonces asintio en silencio de forma imperceptible pero suficiente.

Noto que le cogian la mano. Como cuando de pequena se sentia marginada en el patio de la escuela. Como la vez que estuvo frente a la escuela de danza sin atreverse a traspasar el umbral.

La mano que le daba consuelo entonces era la misma de ahora. Una mano calida, amorosa y generosa. La de su hermano. La de su hermano mayor, tan maravilloso y protector.

Y justo en el momento en que supo que por fin se podia sentir segura, sintio la necesidad de gritar.

– Eso es -dijo su hermano-. Llora, Isabel. Llora sin miedo. Todo va a arreglarse. Las dos saldreis adelante, tu y tu amiga.

?Saldremos adelante?, penso ella, mientras intentaba controlar su voz, su lengua, su respiracion.

«Ayudanos», queria decir. «Registra mi coche. Encontraras la direccion de el en la guantera. Podras ver por el GPS donde hemos estado. Podras conseguir la detencion mas sonada de tu vida.»

Queria arrodillarse ante el Dios de Rakel en el cielo para que le diera el don de la palabra solo un momento. El tiempo de una sola aspiracion.

Pero yacia muda, escuchando sus propios estertores. Palabras que se disolvian en consonantes, consonantes que se disolvian en silbidos y espumarajos de saliva entre los dientes.

?Por que no llamo a su hermano mientras pudo hacerlo? ?Por que no hizo lo que deberia haber hecho? ?Creia acaso que era un ser superior, que podia detener al mismisimo Diablo?

– Menos mal que no conducias tu, Isabel. Pero no podras evitar las consecuencias judiciales, aunque no creo que te consideren culpable de colaboracion en la conduccion temeraria que provoco el accidente. Eso si, tendras que comprarte otro coche -trato de bromear su hermano entre risas tenues.

Pero no habia nada de que reir.

– ?Que ha pasado, Isabel? -pregunto su hermano, sin mostrarse afectado por que ella no hubiera dicho nada aun.

Isabel puso los labios ligeramente en punta. Quiza su hermano pudiera entender algo.

Entonces se oyo una voz grave procedente de la cama de Rakel.

– Lo siento, pero no puede seguir en la habitacion, senor Jonsson. Vamos a trasladar a Isabel. Mientras tanto, puede bajar a la cafeteria. Ya le diremos adonde la hemos trasladado cuando vuelva. ?Puede volver dentro de media hora?

A Isabel le parecio que la voz no era de nadie de los que habian pasado antes.

Pero cuando la voz repitio la solicitud y su hermano se levanto y con un apreton en el brazo le hizo saber que volveria algo mas tarde, Isabel supo que no serviria de nada.

Porque la voz, la unica que se oia ahora en la habitacion, le era conocida.

Si, la conocia demasiado bien.

Por un instante, creyo que aquella voz le daria algo por lo que vivir.

Ahora ya sabia que no podia haber estado mas equivocada.

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