Comprobo las fechas. La mayoria de las fotografias eran de 2005.
– Oye -indico-. Estas fotos estan hechas nueve anos despues del asesinato de Poul Holt, Yrsa. Desde entonces pueden haber derruido la caseta mil veces.
– ?Mil veces? -intervino Assad-. No, o sea, no es posible, Carl.
– Es una manera de hablar, Assad -lo tranquilizo Carl. Despues inspiro hondo-. ?No tenemos fotos aereas mas antiguas?
Yrsa pestaneo un par de veces. Debia de querer preguntar si le estaba tomando el pelo.
– ?Sabes que, senor subcomisario? -reacciono-. Si mientras tanto han derruido la caseta de botes, tampoco importa, ?no?
Carl sacudio la cabeza.
– Si, Yrsa, si que importa. Porque podria suceder que el asesino viviera aun en la casa, y entonces
– ?De esas quince parcelas? -pregunto Yrsa, senalando el monton.
– No, Yrsa. Necesitamos fotos de toda la costa alrededor de los fiordos, anteriores a 1996. No es tan dificil de comprender.
Yrsa tiro un poco de sus rizos, no estaba tan altiva como antes cuando sus zapatones giraron y volvio a perderse escalera arriba.
– Te va a costar hacer las paces con ella, o sea -advirtio Assad sacudiendo la mano en el aire como si se hubiera quemado con algo-. ?Te has dado cuenta del cabreo que tenia porque no se le ha ocurrido a ella lo de la fecha?
Carl oyo un zumbido y vio el moscon posandose en el techo. O sea, que volvia a tomarle el pelo.
– Chorradas, Assad, se recuperara.
Assad sacudio la cabeza.
– Ya, pero por muy bien que estes sentado en una estaca, cuando te levantas te duele el culo.
Carl arrugo el entrecejo. No estaba seguro de haber entendido la imagen.
– Oye, Assad -dijo con voz suave-. ?Todos tus refranes tienen que ver con el culo?
Assad sonrio.
– Tambien me se algun otro. Pero son malos.
Vale. Si aquel era el tipo de humor que usaban en Siria, no iba a sonreir mucho si tenia la mala suerte de que lo invitaran al pais.
– ?Que te ha contado, entonces, Martin Holt en el interrogatorio, Carl?
Carl acerco el cuaderno. No habia escrito mucho, pero lo que habia era util.
– Martin Holt no es, al contrario de lo que esperaba yo, un hombre nada antipatico -asevero Carl-. Vuestro mensaje ampliado hizo que bajara al mundo real.
– Entonces ?ha hablado de Poul Holt?
– Si. Sin parar, durante media hora, y le costaba controlar la voz.
Carl saco un cigarrillo del bolsillo de la pechera y lo manoseo un rato.
– Joder, vaya necesidad de hablar tenia el tio. Llevaba muchos anos sin hablar de su hijo mayor. Del dolor que le provocaba.
– Y ?que pone en tu hoja?
Carl encendio el cigarrillo con fruicion mientras pensaba en la necesidad de nicotina que tenia Jacobsen sin cubrir. Habia veces que podias llegar a tener tanta categoria que ya no te estaba permitido hacer lo que quisieras. El no deseaba llegar a esas alturas.
– Martin Holt ha dicho que nuestro dibujo se parecia algo, pero que los ojos del secuestrador estaban demasiado juntos. El bigote era demasiado grande, y el pelo sobre las orejas, algo mas largo.
– Entonces ?vamos a rehacerlo, Carl? -pregunto Assad mientras agitaba los brazos para alejar el humo.
Carl sacudio la cabeza. La interpretacion de Tryggve podia ser tan acertada como la de su padre. Cada uno ve las cosas a su manera.
– Lo mas importante de la declaracion de Martin Holt como testigo ha sido que podia decir con exactitud donde y como recibio el dinero el secuestrador. Consistio, sencillamente, en que arrojaron el dinero metido en un saco desde el tren. El hombre hizo unas senales con una luz estroboscopica y…
– ?Que es una luz estroboscopica?
– ?Que que es? -Carl dio una honda calada-. Si, hombre, es una luz intermitente como las de las discotecas. Emiten destellos como
– Aaah… -Assad sonrio-. Ah, si, que parece que te mueves a sacudidas, como en las pelis antiguas, ya se, o sea, lo que es.
Carl miro el cigarrillo. ?Sabia a almibar, o que?
– Holt ha podido senalar con precision donde se produjo la entrega. Fue en un tramo de carretera que discurria junto a la via del tren entre Slagelse y Soro.
Carl saco su mapa y senalo.
– Justo aqui, en ese tramo entre Vedbysonder y Lindebjerg Lynge.
– Parece un buen sitio -comento Assad-. Cerca de la via y no muy lejos de la autopista, para poder marcharse rapido despues.
Carl deslizo la vista por la via del mapa. Si, Assad tenia razon. Era un sitio perfecto.
– ?Y como consiguio el secuestrador llevar hasta alli al padre de Poul? -quiso saber Assad.
Carl cogio el paquete de tabaco y miro dentro. Ostras, era verdad: en el fondo habia una especie de engrudo almibarado.
– Le dijo que cogiera un tren determinado entre Copenhague y Korsor, y que esperase el destello. Debia ir en un vagon de primera, en el lado izquierdo, y cuando viera la luz debia arrojar por la ventanilla el saco con el dinero.
– ?Cuando supo entonces que habian matado a Poul?
– ?Cuando? Recibio instrucciones por telefono para recoger a sus hijos. Pero cuando llegaron el y su mujer solo estaba Tryggve, tumbado en el suelo. Le habian dado algo que lo dejo inconsciente, seguramente cloroformo. Fue Tryggve quien conto a sus padres que el secuestrador habia matado a Poul y que perderian mas hijos si se les ocurria contar algo sobre el secuestro. Aparte de la espantosa noticia de la muerte de Poul, el trauma de Tryggve por lo sucedido causo una impresion imborrable en Martin Holt y su mujer.
Assad alzo los hombros hasta las orejas y un escalofrio parecio recorrerlo.
– Si hubieran sido mis hijos…
Paso el dedo indice por la garganta y dejo caer la cabeza a un lado.
Carl no dudo que hablaba en serio. Despues volvio a mirar al cuaderno.
– Ah, si, al final Martin Holt me conto una cosa que tal vez podamos aprovechar.
– ?Que?
– Que en el llavero con las llaves del coche el secuestrador tenia una bolita con un numero 1 pintado.
Sono el telefono de la mesa de Carl. Seria Mona, para agradecerle su complacencia.
– Subcomisario Morck -dijo el vozarron que resulto pertenecer a Klaes Thomasen-. Carl Morck, solo es para decirte que, aprovechando el buen tiempo de la manana, mi mujer y yo hemos recorrido el resto del itinerario. No nos ha parecido que se viera nada desde el agua, pero en varios sitios habia una vegetacion bastante espesa en la costa, asi que hemos marcado los sitios probables.
No habria estado mal que hubieran tenido algo de autentica suerte.
– ?En que zona crees que hay mayor probabilidad? -pregunto Carl, apagando el cigarrillo almibarado en el cenicero.
– Bueno… -Al otro lado de la linea se oia tirar de la pipa. Asi que seguro que estaba todavia con traje de agua en el malecon-. Lo mejor sera que nos concentremos en el bosque de Ostskov a la altura de Sonderby, asi como en Bogn?s y el bosque de Nordskov. La vegetacion espesa llegaba hasta la costa en varios lugares, pero eso, que no hemos encontrado nada con seguridad. De aqui a unas horas ire a hablar con el guarda forestal de Nordskov. A ver si por ahi podemos sacar algo.
Carl apunto los tres lugares y le dio las gracias. Prometio dar recuerdos a varios antiguos companeros de Thomasen que hacia anos que no estaban en Jefatura, pero tampoco era cosa de decirselo, y asi se acabo el