Un dia saco una pieza de la capucha de su plumifero. Era una varilla de plastico que tenia la rigidez, pero no el grosor, para poder funcionar como mondadientes. Entonces intento partir un pedazo, y cuando lo consiguio se puso a limar la varilla mas corta con sus paletas. Cuidado, no vaya a quedarse atascado el plastico, porque nunca podras sacarlo, se advirtio a si misma, y dejo que pasara el tiempo.
Cuando por primera vez en un ano escarbo en todos los intersticios entre los dientes, sintio un gran alivio. Aquella varilla iba a ser de pronto su mas preciado tesoro. Tenia que cuidarla bien, asi como el resto de la pieza de plastico.
La voz le hablo un poco antes de lo que habia calculado. El dia que cumplio treinta y tres anos desperto con una sensacion en el estomago que le decia que aun podia ser de noche. Y estuvo mirando fijamente a los cristales reflectantes tal vez durante horas mientras trataba de adivinar que iba a pasar. Llevaba una eternidad pensando preguntas y respuestas. Nombres, sucesos y razones giraban en su cabeza, y todavia seguia sin saber mas que el ano anterior. Podria ser cuestion de dinero. Tal vez tuviera que ver con Internet. Tal vez fuera un experimento. Un experimento de una persona demente para probar cuanto pueden aguantar el organismo y la psique humanos.
Pero no tenia la menor intencion de sucumbir ante tal experimento. Ni hablar.
Cuando llego la voz no estaba preparada. Su estomago todavia no habia protestado de hambre. Se asusto, pero esta vez fue mas por la tension provocada que por la conmocion producida por el silencio roto de golpe.
– Felicidades, Merete -dijo la voz de mujer-. Felicidades por tus treinta y tres anos. Ya vemos que estas bien. Este ano has sido una buena chica porque luce un sol radiante [2]
?El sol! Preferia no saber nada de eso.
– ?Has pensado en la pregunta? ?Por que te hemos enjaulado como un animal? ?Por que tienes que sufrir esto? ?Has llegado ya a una respuesta, o tenemos que volver a castigarte, Merete? ?Que quieres? ?Un regalo de cumpleanos o un castigo?
– ?Dadme alguna pista! -grito.
– No has entendido nada del juego, Merete. Tiene que salir de ti. Vamos a meterte los cubos, y mientras tanto piensa por que estas aqui. Por cierto, tambien te hemos puesto un pequeno regalo que esperamos que puedas usar. No tienes mucho tiempo para responder.
Fue la primera vez que oyo claramente a la persona que habia tras la voz. No era ninguna joven, en absoluto. Su diccion delataba una buena educacion escolar recibida muchos anos antes.
– Esto no es ningun juego -protesto-. Me habeis secuestrado y encerrado. ?Que quereis? ?Quereis dinero? No se como puedo ayudaros a sacar dinero de la fundacion estando encerrada. ?No lo entendeis?
– Escucha, carino -replico la mujer-. Si hubiera sido por dinero, las cosas habrian ido de otra manera, ?no crees?
Despues se oyo el silbido de la compuerta y entro el primer cubo. Lo atrajo hacia si, estrujandose el cerebro en busca de que decir para ganar tiempo.
– No he hecho nada malo en mi vida, no lo merezco, ?lo entendeis?
Volvio a oirse el silbido, y el segundo cubo llego a la compuerta.
– Te acercas al meollo de la cuestion, tontita. Si, desde luego que lo mereces.
Merete quiso protestar, pero la mujer la detuvo.
– No digas mas, no te estas haciendo ningun favor a ti misma. Pero mira en el cubo. Espero que estes contenta con tu regalo.
Merete levanto con cuidado la tapa, como si dentro hubiera una cobra con la capucha desplegada y la glandula del veneno llena a rebosar, dispuesta a asestar un mordisco. Pero lo que vio era peor aun.
Era una linterna.
– Buenas noches, Merete, que duermas bien. Vamos a darte otra atmosfera mas de presion. Veremos si te ayuda a recuperar la memoria.
Primero percibio el silbido de la compuerta y el olor del entorno. Perfume y recuerdos del sol.
Despues volvio la oscuridad.
Capitulo 19
La fotocopiadora que consiguieron del CIN, el Centro de Investigacion Nacional, que era como se llamaba la nueva Brigada Movil de la policia, estaba para estrenar y solo era un prestamo. Prueba irrefutable de que no conocian a Carl, porque desde luego no devolvia nada de lo que le hubieran llevado al sotano.
– Fotocopia todos los informes del caso, Assad -dijo, senalando la maquina-. No me importa que pases en ello todo el dia. Y en cuanto hayas terminado, ve a la Clinica para Lesiones de Medula y pon a mi viejo colega Hardy Henningsen al corriente del caso. Seguramente no te hara ni punetero caso, pero no te preocupes por eso. Tiene una memoria de elefante y los oidos de un murcielago. Tu ve a lo tuyo.
Assad examino todos los iconos y las teclas del monstruo que habia en el pasillo del sotano.
– ?Como funciona esto, entonces? -pregunto.
– ?Nunca has sacado una fotocopia?
– Pero con un aparato con tantos dibujos, no.
Que barbaridad. Y aquel hombre ?era el mismo que habia montado la pantalla de television en diez minutos?
– Joder, Assad. Mira, pones el original aqui, y despues aprietas este boton -le explico. De momento Assad parecia entender bien.
El contestador del movil de Bak recitaba la previsible cantinela de que el subcomisario desgraciadamente no podia responder debido a un caso de asesinato.
La preciosa secretaria de paletas irregulares le proporciono la informacion de que estaba con un companero en Valby para llevar a cabo una detencion.
– Lis, dame un toque cuando aparezca el payaso, ?vale? -le rogo, y a la hora y media sono la flauta.
Bak y sus companeros llevaban ya tiempo en la sala de interrogatorios cuando Carl entro en tromba. El hombre esposado era un tipo de lo mas normal. Joven, cansado y con un trancazo considerable.
– Por lo menos quitadle los mocos -sugirio Carl, senalando las velas que le colgaban cerca de la boca. Si era el tipo, nada en el mundo conseguiria que abriera la boca.
– ?No entiendes, Carl? -protesto Bak con la cara roja, cosa que no sucedia a menudo-. Tienes que esperar. Y no vuelvas a interrumpir a un companero cuando esta haciendo un interrogatorio, ?has entendido?
– Cinco minutos; despues te dejare en paz, te lo prometo.
Que Bak necesitara hora y media para decir a Carl que habia llegado muy tarde al caso Lynggaard y que no sabia un carajo era culpa del payaso. ?Para que cono tanto envoltorio?
Al menos consiguio el numero de telefono de Karen Mortensen, la asistenta social jubilada que habia atendido a Uffe en Stevns. Y tambien el numero de telefono del inspector jefe Claes Damsgaard, que se hallaba al frente de la investigacion de la Brigada Movil entonces. Bak le dijo que ahora estaba en el distrito policial de Selandia Central y Occidental. ?Por que no decir sin mas que el tipo estaba en Roskilde?
Por cierto, el otro jefe del grupo que llevo a cabo la investigacion habia muerto. Solo aguanto dos anos tras jubilarse. Esa era la realidad en torno a la esperanza de vida de los policias jubilados en Dinamarca.
Como para el Libro Guinness de los records.
El inspector jefe Claes Damsgaard era completamente diferente a Bak. Amable, solicito, interesado. Si, habia oido hablar del Departamento Q y si, sabia bien quien era Carl Morck. ?No era el que habia resuelto el caso de la chica ahogada en Femoren y aquella cabronada de asesinato en el barrio del noroeste en el que arrojaron por la ventana a una mujer mayor? Si, conocia de oidas a Carl Morck. Los meritos de los buenos policias no habia que