– Siempre -recalco.

– ?Que aspecto tenia?

– Era una TimeSystem corriente y moliente. Forrada de cuero marron rojizo desgastado. Planificador, agenda, cuaderno de notas y lista de telefonos, todo en uno.

– Y no ha aparecido, eso ya lo se. O sea, que debemos asumir que desaparecio en el mar con ella.

– No lo creo -repuso la secretaria enseguida.

– ?Por que no?

– Porque Merete siempre llevaba consigo un bolso pequeno, y la agenda sencillamente no entraba. La dejaba casi siempre en su maletin, y seguro que no lo llevaba encima cuando estaba en cubierta. Ademas, era un viaje de placer, ?por que habria de llevarlo consigo? Tampoco estaba en el coche, ?verdad?

Carl sacudio la cabeza. Por lo que el recordaba, no.

Carl llevaba un buen rato esperando a la psicologa de culo bonito, y se sentia incomodo. Si ella hubiera llegado a la hora, Carl se habria dejado arrastrar por su encanto personal; pero ahora, despues de repetir sus frases y ensayar sus sonrisas durante mas de veinte minutos, el globo habia perdido gas.

Cuando finalmente se presento en el segundo piso, no parecia contrita, pero pidio disculpas. Era aquella seguridad la que ponia a Carl como una moto. Era lo mismo que lo dejo prendado cuando conocio a Vigga tiempo atras. Eso y su risa contagiosa.

Mona Ibsen se sento frente a el; la claridad de Otto Monsteds Gade le daba en la nuca, creando un aura en torno a su cabeza. Bajo la suave luz se dibujaban las finas arrugas del rostro, sus labios eran sensuales y de un rojo intenso. Todo en ella denotaba clase. Carl fijo la mirada en sus ojos para que no se posara en sus exuberantes pechos. No queria salir de aquella situacion por nada del mundo.

La psicologa le pregunto por el asunto de Amager. Queria saber de momentos, sucesos y consecuencias. Le pregunto sobre cosas que no tenian importancia y Carl se lo conto todo. Con algo mas de sangre que en la realidad. Con disparos mas potentes y suspiros mas profundos. Y ella no apartaba la vista de el mientras apuntaba los puntos clave del relato. Cuando llego a la parte en que debia hablar de la impresion que le produjo ver a un amigo muerto y al otro herido, y lo mal que dormia desde entonces, ella echo atras la silla, le puso la tarjeta de visita delante y empezo a recoger sus cosas.

– ?Que ocurre? -se sorprendio Carl, mientras el bloc de notas desaparecia en la maleta de cuero.

– Creo que eso deberias preguntartelo a ti mismo. Cuando estes preparado para contarme la verdad pideme hora.

Carl la miro con el ceno fruncido.

– ?A que te refieres? Todo lo que acabo de contarte es exactamente lo que sucedio.

La mujer apreto la maleta contra la sinuosa piel de su abdomen bajo la falda ajustada.

– Para empezar, se te nota que duermes perfectamente. Ademas, has cargado las tintas en todo tu relato. ?Quiza pensabas que no habia leido antes el informe?

Carl iba a protestar, pero Mona Ibsen levanto la mano.

– Y finalmente, lo veo en tu mirada cuando nombras a Hardy Henningsen y Anker Hoyer. No se por que, pero tienes cuentas pendientes con el episodio, y cuando mencionas a tus dos companeros, que no tuvieron la suerte de salir ilesos, te acuerdas de aquel dia y estas a punto de perder el control. Cuando estes preparado para contarme la verdad volvere a atenderte. Hasta entonces no puedo ayudarte.

Carl emitio un pequeno sonido, que se suponia era de protesta, pero que se ahogo de manera espontanea. Entonces la miro con esa clase de deseo que las mujeres deben de intuir, aun sin saberlo con seguridad, que nutre a los hombres.

– Un momento -se apresuro a decir antes de que ella cerrase la puerta tras de si-. Quiza tengas razon, no me daba cuenta.

Estaba pensando febrilmente que podia decirle cuando ella se volvio, dispuesta a salir.

– ?Tal vez podriamos hablar de ello mientras cenamos? -se le escapo.

Vio que el tiro caia lejisimos del blanco. Fue una estupidez tal que la mujer ni se molesto en burlarse de el, aunque le dirigio una mirada que sobre todo expresaba preocupacion.

Bille Antvorskov acababa de cumplir los cincuenta y era colaborador habitual del programa de la segunda cadena de television Buenos dias, Dinamarca y de todos los debates. Era lo que se dice una persona muy competente, y como tal se suponia que entendia de todo lo habido y por haber. Pero asi era. Cuando los daneses se toman a la gente en serio, toda seriedad es poca. Pero el hombre funcionaba bien en pantalla. Firme y maduro, ojos castanos oblicuos, barbilla pronunciada y un carisma que combinaba el chico de la calle con el discreto encanto de la burguesia. Eso, asi como el hecho de haber amasado en un tiempo record una fortuna que casi podia considerarse una de las mayores del pais -amasada ademas en proyectos medicos de alto riesgo e interes publico-, hacia que el espectador danes medio lo admirase y respetase.

A Carl personalmente le caia mal.

Ya en el antedespacho se dio cuenta de que el tiempo apremiaba y Bule Antvorskov era un hombre atareado. Sentados junto a la pared esperaban cuatro caballeros, cada uno de los cuales no parecia tener nada que ver con los demas. Tenian los maletines entre las piernas y el portatil en el regazo. Todos andaban con una prisa enorme y todos tenian panico por lo que iban a encontrar al otro lado de la puerta.

La secretaria le sonrio, pero era una sonrisa falsa. Carl se le habia colado sin mas en la agenda de citas que habia organizado, y la mujer esperaba que no volviera a hacerlo.

El jefe lo recibio con una de sus caracteristicas sonrisas torcidas y le pregunto con educacion si habia estado alguna vez en aquella parte de los edificios de oficinas del puerto de Copenhague. Despues abrio los brazos hacia las fachadas de vidrio que se extendian a todo lo ancho del despacho, trazando un mosaico cristalino de la diversidad del mundo: barcos, puerto, gruas, agua y cielo, todos disputandose el favor de la imponente vista.

Desde luego, la panoramica del despacho de Carl no era ni la mitad de buena.

– Queria hablar conmigo de la reunion que tuvimos en Christiansborg el 20 de febrero de 2002. Aqui la tengo -comenzo, tecleando en el ordenador-. Vaaaya, es verdad que es capicua, que divertido.

– ?Que?

– 20.02.2002. ?La fecha! Es la misma leyendo en un sentido u otro. Veo que estuve en casa de mi ex a las 20.02. Lo celebramos con una copa de champan. Once in a lifetime! -anadio sonriendo, y ahi termino aquella parte del entretenimiento. Despues continuo-: ?Queria saber de que se hablo en la reunion con Merete Lynggaard?

– Pues si, pero antes de nada me gustaria saber algo sobre Daniel Hale. ?Cual era su papel en la reunion?

– Bueno, es curioso que lo mencione, porque de hecho no desempeno ningun papel. Daniel Hale era uno de nuestros investigadores mas importantes en tecnicas de laboratorio, y sin su laboratorio y sus eficientes colaboradores muchos de nuestros proyectos se habrian quedado estancados.

– O sea, que no participaba en el desarrollo de proyectos.

– No en su vertiente politica y financiera. Solo en aspectos tecnicos.

– Entonces, ?por que participo en la reunion?

Bille Antvorskov se mordio ligeramente el labio, un gesto conciliador.

– Por lo que recuerdo, llamo por telefono y pidio formar parte del grupo. No recuerdo con exactitud la razon que adujo, pero por lo visto tenia intencion de invertir mucho dinero en equipos nuevos, asi que debia de estar muy al corriente del trabajo politico. Era un hombre muy activo, puede que por eso trabajaramos tan bien.

Carl capto el autobombo. Algunos hombres de negocios hacian de su modestia virtud. Bille Antvorskov era de otra especie.

– ?Como era Hale como persona, en su opinion?

– ?Como persona? -repitio, sacudiendo la cabeza-. Ni idea. Como subcontratista era digno de confianza y leal, pero ?como persona? No tengo ni idea.

– Asi pues, ?no tenia ninguna relacion con el en privado?

Entonces se oyo el conocido grunido de Bille Antvorskov, que se suponia que era una risa.

– ?En privado? Nunca lo habia visto antes de la reunion en el Parlamento. Joder, ni el ni yo teniamos tiempo para eso. Ademas, Daniel Hale nunca estaba en casa. Andaba constantemente volando de la Ceca a la Meca. Un dia en Connecticut, al siguiente en Aalborg. Siempre de un lado para otro. Puede que yo haya acumulado unos

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