sagrada. Conseguiria hacerlo antes de morir.

– No vamos a hacer nada hasta que vuelva Lasse, ?entendido? -repuso la mujer con un tono que no admitia replica.

– Pero si aun falta mucho. Ella habra muerto mucho antes -respondio el hombre-. ?Que diablos vamos a hacer? Lasse va a ponerse furioso.

Siguio un silencio nauseabundo y opresivo, como si las paredes fueran a comprimirse y aplastarla como una pulga entre dos unas.

Estrujo la linterna con mas fuerza aun y espero. Entonces volvio el dolor como un mazazo. Abrio los ojos como platos y llevo el aire hasta el fondo de sus pulmones para liberar el dolor mediante un grito reflejo, pero el grito no llego. Consiguio controlarlo. Tenia una sensacion de ahogo, y las ganas de vomitar hicieron que regurgitara un poco, pero no dijo nada. Echo la cabeza hacia atras y dejo que las lagrimas fluyeran hacia sus labios resecos.

Yo los oigo, pero ellos no deben oirme, salmodiaba en silencio una y otra vez. Se llevaba la mano a la garganta, se acariciaba la mejilla a la altura del flemon, se balanceaba atras y adelante y abria y cerraba sin cesar la mano que tenia libre. Aquel infierno de dolor llegaba hasta cada fibra nerviosa de su cuerpo.

Entonces llego el grito. Tenia vida propia. El cuerpo lo deseaba. Un grito hueco y profundo que duraba y duraba.

– Esta ahi, ?me oyes? Ya sabia yo.

Despues se oyo el clic del interruptor.

– Sal, que te veamos -ordeno la repugnante voz de mujer del otro lado, y fue entonces cuando se dieron cuenta de que algo no iba bien-. Oye -dijo la mujer-. El boton se ha atascado.

Se oyo a la mujer golpear el interruptor, pero no sirvio de nada.

– ?Has estado escuchando lo que deciamos, bruja?

Parecia un animal. La voz era descarnada, estaba gastada por anos de dureza y frialdad emocional.

– Ya lo arreglara Lasse cuando vuelva -repuso el hombre-. Tranquila. Ademas, da igual.

Parecia que la mandibula fuera a rajarse. Merete no queria reaccionar, pero no podia hacer otra cosa. Tenia que levantarse. Cualquier cosa con tal de no pensar en el palpitante dolor del cuerpo. Se apoyo en las rodillas, noto el desfallecimiento de sus miembros, se apoyo en el suelo y se quedo en cuclillas, volvio a sentir su boca llameante, apoyo una rodilla en el suelo y se levanto a medias.

– Santo cielo, vaya pinta tienes, flacucha -se oyo la voz desagradable del otro lado, que despues se echo a reir.

Aquella risa la golpeo como una granizada de bisturis.

– Pero si te duelen las muelas -anadio, riendo-. Vaya, vaya, a esa cochina de ahi dentro le duelen las muelas, mirala.

Merete se volvio de golpe hacia los cristales de espejo. Solo separar los labios era peor que la muerte.

– Un dia me vengare -susurro, acercando el rostro hasta una de las ventanas-. Me vengare, ya lo veras.

– Como no comas, pronto arderas en el infierno sin darte esa satisfaccion -replico entre dientes la mujer, pero en su voz habia algo mas. Era como jugar al gato y el raton, y el gato no habia terminado de jugar. Querian que su presa viviera. Que viviera exactamente hasta que ellos quisieran y no mas.

– No puedo comer -gimio.

– ?Es un flemon? -pregunto la voz de hombre.

Merete asintio en silencio.

– Pues apanatelas -repuso el con frialdad.

Merete vio su reflejo en uno de los ojos de buey: la pobre mujer que veia ante si tenia las mejillas hundidas y sus ojos parecian a punto de salirse de las orbitas. La parte superior del rostro estaba torcida por el flemon, las ojeras eran elocuentes. Sencillamente, parecia estar muy enferma, y lo estaba.

Apoyo la espalda contra el cristal y se deslizo poco a poco hasta el suelo, donde se quedo sentada con lagrimas de furia en los ojos y una conciencia recien adquirida de que el cuerpo podia y queria vivir. Tenia que tomar lo que habia en el cubo y obligarse a comerlo. El dolor la mataria, o tal vez no, el tiempo lo diria. Desde luego, no iba a darse por vencida sin luchar, porque acababa de hacer una promesa a la bruja repugnante del otro lado, y tenia intencion de cumplirla. Cuando llegara su hora pagaria a aquel ser nauseabundo con la misma moneda.

Por un instante su cuerpo se sosego como un paisaje destrozado en el ojo del huracan, y despues volvio el dolor. Esta vez grito tan desenfrenadamente como pudo. Noto que el pus de la muela fluia por la lengua y que las palpitaciones del dolor de muelas se extendian hasta sus sienes.

Entonces se oyo un susurro en la compuerta y aparecio otro cubo.

– ?Toma! Te hemos puesto en el cubo algo de primeros auxilios. Sirvete -dijo entre risas la voz de mujer.

Merete se acerco gateando con rapidez, saco el cubo del agujero y miro dentro.

En el fondo, encima de un trapo, como si fuera un instrumento quirurgico, habia unas tenazas.

Eran unas tenazas grandes. Grandes y oxidadas.

Capitulo 27

2007

Carl llevaba una manana agobiante. Las pesadillas nocturnas y las quejas de Jesper durante el desayuno, a partes iguales, lo habian dejado sin energia ya antes de que se dejara caer en el asiento del conductor y se diera cuenta de que el deposito de gasolina estaba vacio. Tampoco los tres cuartos de hora de autopista apestosa para cubrir la distancia entre Nymollevej y V?rlose estimularon aspectos de su personalidad que deberian manifestarse, como encanto, complacencia y paciencia.

Cuando finalmente se encontro en su despacho del sotano de Jefatura mirando los campos energeticos que bailaban en la felicidad matinal del rostro de Assad, estuvo pensando en subir al despacho de Marcus Jacobsen y romper un par de sillas, para que lo enviaran a un lugar donde lo tratasen bien y donde todo tipo de desgracias fueran algo de lo que solo habia que ocuparse al encender la tele para ver las noticias.

Saludo con la cabeza, cansado, a su asistente. Si solo pudiera bajarle el volumen un rato, tal vez sus baterias internas podrian cargarse mientras tanto. Miro de reojo a la maquina de cafe, que estaba vacia, y despues acepto una taza minuscula que Assad le ofrecio.

– No lo entiendo, Carl -comenzo Assad-. Dices que Daniel Hale ha muerto, pero que no fue el quien participo en la reunion de Christiansborg. ?Quien fue, entonces?

– No tengo ni idea, Assad. Pero Hale no tiene ninguna relacion con Merete Lynggaard. Aunque si que la tiene el tipo que lo suplanto.

Tomo un sorbo del te a la menta de Assad. Si hubiera tenido cinco o seis cucharaditas menos de azucar habria estado bebible.

– Pero ?como podia saber ese tio que el multimillonario ese que era el jefe de la reunion de Christiansborg en realidad no conocia a Daniel Hale, entonces?

– Eso: ?como podia saberlo? Puede que ese tipo y Hale se conocieran de alguna forma -repuso Carl. Puso la taza en el escritorio y levanto la mirada hacia el tablon de anuncios, donde habia sujetado con chinchetas el folleto de Interlab, S. A. con el retrato bien afeitado de Daniel Hale.

– Entonces no fue Hale quien entrego la carta, ?no? Y ?tampoco fue el quien ceno con Merete Lynggaard en el Bankerat?

– Segun los colaboradores de Hale, aquellos dias ni siquiera estaba en el pais -declaro Carl, volviendose hacia su ayudante-. ?Recuerdas que decia el atestado policial acerca del automovil de Daniel Hale despues del accidente? ?Estaba bien al cien por cien? ?Encontraron algun fallo que pudiera motivar el accidente?

– ?Quieres decir a ver si los frenos estaban bien?

– Los frenos. La direccion. Lo que sea. ?Habia alguna senal de sabotaje?

Assad se encogio de hombros.

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