La pena de la barbacoa estaba una vez mas de preparativos cuando llego a casa, claro que el tiempo tambien habia contribuido. Eran las 18.24 del 22 de marzo de 2007, o sea que la primavera empezaba de veras.
Para la ocasion, Morten Holland se habia puesto unos ropajes holgados que habia comprado baratisimo en un viaje a Marruecos. Con aquel uniforme era capaz de fundar una nueva secta en menos que canta un gallo.
– A tiempo, Carl -dijo, poniendole un par de trozos de churrasco en el plato.
Su vecina Sysser Petersen parecia algo achispada ya, pero lo llevaba con dignidad.
– Estoy hasta el gorro -declaro-. Vendo la punetera casa y me largo.
Tomo un buen trago del vaso de tinto.
– En la oficina pasamos mas tiempo rellenando formularios absurdos que ayudando a los ciudadanos, ?lo sabias, Carl? Esa gente del Gobierno, tan satisfecha de si misma, deberia probarlo. Si tuvieran que rellenar formularios para tener cenas gratis, chofer gratis, alquiler gratis, dietas, viajes gratis, secretarias gratis y todo eso, no les quedaria tiempo para atiborrarse, dormir, viajar, conducir ni nada de nada. ?Te lo imaginas? ?Que el primer ministro tuviera que hacer una cruz en el tema del que quisiera tratar con sus ministros antes de empezar la reunion? Impresas por triplicado en un ordenador que solo funciona un dia si y otro no. Y que tuviera que enviarlo a un funcionario para que le diera el visto bueno antes de poder decir nada. El tio iba a flipar -se desfogo echando la cabeza atras con una carcajada.
Carl asintio en silencio. La discusion pronto versaria sobre el derecho del ministro de Cultura a hacer callar a los medios, o si habia alguien que recordara los argumentos a favor de la destruccion de la organizacion territorial, o de los hospitales, o del Ministerio de Hacienda, ya puestos. La conversacion no cesaria hasta beber la ultima gota y chupar la ultima costilla.
Dio un pequeno abrazo a Sysser, una palmada en el hombro a Kenn y subio con el plato a su habitacion. Porque todos estaban mas o menos de acuerdo. Mas de la mitad del pais estaba deseando mandar al primer ministro a freir esparragos, y seguiria deseando lo mismo manana y pasado, hasta el dia en que toda la desgracia que habia derramado sobre el pais y los ciudadanos fuera reparada. Harian falta decadas.
Pero Carl tenia otras cosas en que pensar, de momento.
Capitulo 28
A las tres de la manana, todavia de noche, Carl abrio los ojos. Guardaba un vago recuerdo de camisas rojas a cuadros y pistolas clavadoras, y una sensacion nitida de que una de las camisas de Soro tenia exactamente el mismo dibujo. Carl tenia el pulso acelerado y el humor por los suelos, no se encontraba bien. Era una cuestion sobre la que no se tomaba la molestia de pensar, pero ?quien podia frenar la pesadilla y evitar que las sabanas se empaparan?
Y ahora Pelle Hyttested, aquel periodista despreciable, ?iba a entrometerse tambien? Uno de los titulares del siguiente
Puta mierda. De solo pensarlo se le contraia el diafragma y se le quedaba como una coraza para el resto de la noche.
– Pareces cansado -observo el jefe de Homicidios.
Carl le quito importancia con un movimiento de la mano.
– ?Le has dicho a Bak que venga?
– Vendra dentro de cinco minutos -confirmo Marcus, inclinandose hacia delante-. Me he dado cuenta de que no te has apuntado para el cursillo. El plazo vence, ya lo sabes.
– Pues tendra que ser la proxima vez, ?no?
– Ya sabes que todo esta dentro de un plan, ?verdad, Carl? Cuando tu departamento haya logrado resultados, va a ser natural que te ayuden tus antiguos companeros. Pero de nada sirve que no tengas a tus espaldas la autoridad que te da el cargo de comisario, ?no? De hecho, no tienes eleccion, Carl: tienes que acudir al cursillo.
– No voy a ser mejor investigador por estar en el banco de la escuela afilando lapiceros.
– Eres jefe de un nuevo departamento, y el cargo esta incluido en el equipaje. O vas al cursillo o tendras que buscarte otro lugar para investigar.
Carl miro fijamente la Torre Dorada del Tivoli que tenia delante, donde dos trabajadores hacian tareas de limpieza de cara a la nueva temporada. Cuatro o cinco viajes arriba y abajo en aquel instrumento de tortura y Marcus Jacobsen le imploraria perdon.
– Lo pensare, senor inspector.
El ambiente se habia enfriado un tanto cuando Bak entro con la chaqueta de cuero negra echada cuidadosamente sobre los hombros.
Carl no espero a que el jefe de Homicidios empezara con sus maniobras preliminares.
– ?Joder, Bak! Menuda chapuza hicisteis en el caso Lynggaard. Estabais rodeados de indicios que sugerian que habia algo que no encajaba. ?Tenia toda la brigada la enfermedad del sueno, o que?
Los ojos de Bak eran puro acero cuando sus miradas se cruzaron, forzadas, pero que cono, no iba a librarse.
– Quiero saber si te has guardado algo mas del caso -continuo-. ?Hay alguien o algo que haya frenado vuestra extraordinaria investigacion, Borge?
El jefe de Homicidios estuvo pensando en ponerse las gafas para poder esconderse tras ellas, pero el rostro cabreado de Bak exigia una intervencion.
– Si dejamos de lado un par de las ultimas observaciones que ha hecho Carl con su peculiar estilo -declaro, ensenando a Carl un par de cejas arqueadas-, comprendo a Carl, porque acaba de comprobar que el difunto Daniel Hale no era la persona que Merete Lynggaard conocio en el Parlamento. Cosa que deberia haber quedado patente en la primera investigacion, hay que admitirlo.
Un par de pliegues aparecieron en los hombros de la chaqueta de cuero de Bak, pero fue lo unico que desvelo la tension que le habia provocado aquella informacion.
Carl no solto su presa.
– Pero eso no es todo, Borge. ?Sabiais, por ejemplo, que Daniel Hale era gay, y que ademas estaba de viaje en el periodo en que se supone que habia mantenido contacto con Merete Lynggaard? Deberiais haberos tomado la molestia de ensenar una fotografia de Hale a Sos Norup, la secretaria de Merete Lynggaard, o al jefe de la delegacion, Bille Antvorskov. Si lo hubierais hecho, enseguida os habriais dado cuenta de que algo no encajaba.
Bak se sento lentamente. Era evidente que le estaba dando vueltas a la cuestion. Claro que habia habido montones de casos desde entonces, y la presion del trabajo en el departamento siempre habia sido acojonante, pero aun asi Bak tuvo que rendirse ante la evidencia.
– ?Sigues creyendo que podemos excluir por completo la posibilidad del crimen? -continuo Carl, y se volvio hacia su jefe-. ?Tu que dices, Marcus?
– Supongo que investigaras las circunstancias de la muerte de Daniel Hale, Carl.
– Estamos en ello.
Despues se volvio hacia Bak.
– En Hornb?k, en la Clinica para Lesiones de Medula, esta ingresado un viejo companero avispado que sabe pensar -anadio, arrojando las fotografias sobre la mesa delante de su jefe-. Si no hubiera sido por Hardy, no me habria puesto en contacto con un fotografo que se llama Jonas Hess y no estaria en posesion de un par de fotos que demuestran, por una parte, que Merete Lynggaard se llevo a casa el maletin aquel dia; por otra aparece una secretaria lesbiana que muestra gran interes por su jefa, y finalmente un tipo con el que Merete Lynggaard cruzo unas palabras en la escalinata del Parlamento un par de dias antes de desaparecer. Encuentro que en apariencia la afecto.
Senalo la fotografia del rostro de la mujer y su mirada evasiva.
– El tipo solo aparece de espaldas, pero si comparamos el pelo, la postura y la altura, de hecho se parece