accidente de coche de 1986.
– Si. Creo que no era la primera vez que se caia detras de la caldera. Lo encontre aprisionado entre los tubos tras la caldera. He tenido que tirar de el para poder sacarlo. Estoy seguro de que a Merete tambien le paso eso.
– ?Y por que no se ha caido hacia atras mas que esas dos veces?
– Se caeria mas veces, porque habia mucha corriente al abrir la puerta de la recocina; lo que pasa es que no caeria hasta el suelo.
– Vuelvo a mi pregunta anterior. ?Por que no lo metio en casa?
– Cuando estaba en casa querria paz. No querria oir el movil, Carl -repuso Assad, arqueando las cejas y dejando los ojos redondos como canicas-. ?No crees?
Carl miro en el maletin. Merete Lynggaard habia llevado el maletin a casa, era bastante logico. Contenia su agenda y tal vez apuntes que en ciertas situaciones podian ser de utilidad. Pero generalmente solia llevar a casa muchos papeles para repasar, o sea, que nunca le faltaba trabajo. Tenia un telefono fijo, pero solo unos pocos elegidos lo conocian. El movil era para un circulo mas grande, era el numero que aparecia en su tarjeta de visita.
– ?Y no crees que se oiria el movil en la sala si estaba dentro del maletin, en la recocina?
Carl no tenia ni idea de que Assad supiera ingles.
– Vaya, dos hombres de palique, ?eh? -se oyo una voz clara tras ellos.
Ninguno de los dos habia oido entrar a Lis, de la Brigada de Homicidios.
– Tengo un par de cosas mas para vosotros. Han llegado del distrito del suroeste de Jutlandia -aclaro, propagando por la estancia un aroma comparable a las barras de incienso de Assad, pero con un efecto del todo diferente-. Sienten el retraso, pero alguien estaba enfermo.
Tendio las carpetas a un Assad esplendidamente predispuesto y dirigio a Carl una mirada capaz de resucitar a un muerto.
Carl miro los labios humedos de Lis y trato de recordar cuanto tiempo llevaba sin tener relaciones intimas con el sexo opuesto, y vio ante si con la mayor nitidez el piso de color rosa de una mujer divorciada. Tenia espigas de lavanda en un cuenco de agua, velas encendidas y un pano de color rojo sangre sobre la lampara de la mesilla de noche, pero no recordaba el rostro de la mujer.
– ?Que le has dicho a Bak, Carl? -pregunto Lis.
Carl emergio de su telon de fondo erotico y miro al fondo de los ojos azul claro, que se habian oscurecido un poco.
– ?A Bak? ?Que pasa, anda gimoteando, o que?
– No, se ha ido a casa. Pero sus companeros han dicho que tenia la cara blanca despues de haber estado contigo en el despacho del jefe.
Puso a cargar el movil de Merete Lynggaard y confio en que la bateria no estuviera completamente agotada. Los voluntariosos dedos de Assad -con manga de camisa o sin ella- habian hurgado en todo el maletin, asi que descarto un analisis de la Policia Cientifica. El dano ya estaba hecho.
Solo habia escritas tres hojas del bloc, el resto estaba en blanco. Las notas se referian mas que nada a la organizacion municipal de asistencia a domicilio y a las condiciones del servicio. Muy decepcionante y con toda seguridad muy caracteristico de la realidad que habia abandonado Merete Lynggaard.
Despues metio la mano en un bolsillo lateral dado de si y saco tres o cuatro papeles arrugados. El primer papel era una factura de una chaqueta Jack & Jones del 3 de abril de 2001, mientras que el resto eran unos folios doblados como un acordeon, como los que habria en el fondo de la mochila de cualquier escolar. Escritos a lapiz, totalmente ilegibles y, por supuesto, sin fecha.
Dirigio el flexo hacia el primero de ellos y lo aliso un poco. Solo nueve palabras. «?Podemos hablar despues de mi iniciativa de reforma fiscal?», ponia, firmado con las iniciales TB. Habia muchas posibilidades, pero Tage Baggesen era de las mas plausibles, ?no? Al menos es lo que decidio creer.
Sonrio. Ja, que buena. O sea que Tage Baggesen queria hablar con Merete Lynggaard, ?eh? Y parece que no le valio de gran cosa.
Aliso el siguiente folio y lo leyo con rapidez, y la sensacion corporal fue totalmente distinta. El tono era bastante diferente, personal, Baggesen estaba apurado. El texto decia:
«No se que va a ocurrir si lo haces publico, Merete. Te ruego que no lo hagas. TB».
Despues tomo el ultimo papel. El texto estaba casi borrado, como si lo hubieran sacado del maletin una y otra vez. Le dio varias vueltas y leyo el texto palabra por palabra.
«Creia que nos entendiamos, Merete. Todo esto me afecta profundamente. Te lo ruego, por favor, una vez mas: no dejes que se haga publico. Estoy deshaciendome de todo».
Esta vez no estaba firmado con iniciales, pero no cabia duda, la letra era la misma.
Descolgo el receptor y marco el numero de Kurt Hansen.
Respondio una secretaria de las oficinas de la Derecha. Estuvo amable, pero le dijo que lo sentia, que Kurt Hansen estaba ocupado en aquel momento. ?Queria esperar? La reunion iba a terminar dentro de un par de minutos.
Carl observo los folios que tenia ante si mientras sujetaba el receptor junto al oido. Llevaban en el maletin desde marzo de 2002 y con toda probabilidad desde un ano antes. Puede que fuera una tonteria, puede que no. Puede que Merete Lynggaard los guardara precisamente porque podrian revelarse importantes en algun momento, y puede que no.
Despues de una breve conversacion en segundo plano oyo un clic, y luego la voz caracteristica de Kurt Hansen.
– ?Que puedo hacer por ti, Carl? -pregunto el parlamentario sin mas preambulos.
– ?Donde puedo averiguar cuando presento Tage Baggesen una proposicion de ley para una reforma fiscal?
– ?Para que cono quieres esa informacion? -se intereso Kurt Hansen, riendose-. No hay cosa menos interesante que lo que los Radicales de Centro opinan sobre cuestiones fiscales.
– Necesito una fecha mas precisa, Kurt.
– Pues va a ser dificil. Tage Baggesen presenta una proposicion de ley cada dos por tres -repuso, riendo-. No, bromas aparte: Tage Baggesen lleva por lo menos cinco anos de portavoz en la Comision de Trafico. No se por que dejo la delegacion de la Comision de Fiscalidad, pero espera un poco.
Tapo el receptor con la mano mientras seguia el murmullo de fondo.
– Creemos que fue a principios de 2001, con el Gobierno anterior. Entonces tenia mas libertad para ese tipo de travesuras. Apostamos por marzo-abril de 2001.
Carl asintio con la cabeza, satisfecho.
– Vale, Kurt. Casa perfectamente con mis datos. Gracias, chaval. Oye, ?puedes ponerme desde ahi con Tage Baggesen?
Se oyeron un par de tonos y despues hablo con una secretaria que le dijo que Tage Baggesen estaba en el extranjero, en un viaje de trabajo a Hungria, Suiza y Alemania para estudiar sus redes de cercanias. Volveria al despacho el lunes.
?Viaje de trabajo? ?Red de trenes de cercanias? Que se lo contaran a su abuela. A eso Carl lo llamaba vacaciones. Ni mas ni menos.
– Necesito su numero de movil. ?Tendria la amabilidad de proporcionarmelo?
– Me temo que no me esta permitido.
– Oiga, no esta hablando con un campesino de Fionia. Puedo conseguir ese numero en cuatro minutos si hace falta. Pero Tage Baggesen no se pondria precisamente contento si supiera que en su oficina no me han facilitado el trabajo, ?verdad?
A pesar de las interferencias, era evidente que la voz de Tage Baggesen no traslucia gran entusiasmo, la verdad.
– Tengo unos papeles aqui que me gustaria que me explicara un poco -comenzo Carl con voz melosa. Ya habia visto como era capaz de reaccionar aquel tipo-. Nada especial, es por ir ordenando las cosas.