sido sagrada. Ademas -y aquello era importante- contribuia de lo lindo con el alquiler, y Carl no tenia ganas de saber de Morten y sus costumbres nada que pudiera hacer tambalear su estatus. Por eso lo dejaba en paz.
Pero su inquietud estaba de mas, porque en el cuarto de Morten todo era sobriedad, y aparte de los enormes posteres con un par de tios como armarios y tias con enormes delanteras, podria haber sido cualquier piso municipal para ancianos.
Preguntado sobre la suerte que habian corrido las figuras Playmobil de Jesper, Morten lo llevo a la sauna, que tenian incorporada todas las casas de Ronneholtparken y que ahora en el noventa y nueve por ciento de los casos se habian desmontado o bien se usaban para almacenar todo tipo de cachivaches.
– Adelante, mira aqui -dijo, abriendo con orgullo la puerta de la sauna para mostrar un espacio lleno hasta arriba de estanterias rebosantes de todo tipo de juguetes que los mercadillos no lograban vender hacia solo unos pocos anos. Figuras de huevos Kinder, figuras de La guerra de las galaxias, figuras de Tortugas Ninja y figuras de Playmobil. La mitad del plastico que habia en la casa estaba en aquellos estantes. Despues tomo con orgullo dos figuritas con casco-. Mira, estas son dos de las figuras originales de la serie, de la Feria del Juguete de Nuremberg de 1974. El numero 3219 con azada y el 3220 con la porra del agente de trafico intacta. Que locura, ?no?
Carl asintio en silencio. No podria haber encontrado una palabra mejor.
– Solo me falta el 3218 para completar los oficios. Jesper me paso las cajas 3201 y 3203. Mira, ?a que estan perfectas? Cualquiera diria que Jesper no las habia usado nunca.
Carl sacudio la cabeza. Habia sido dinero echado por la borda, o como se diga; era evidente.
– Y me las vendio por un par de miles. Fue muy amable por su parte.
Carl miro fijamente las estanterias. Si de el dependiera, les habria dicho un par de cosas a Morten y a Jesper acerca de cuando cobraba dos coronas a la hora por esparcir estiercol y la salchicha de los puestos ambulantes habia subido a una corona y ochenta centimos.
– ?Podrias prestarme un par de figuras hasta manana? A ser posible, esas -le pidio, senalando a una pequena familia con perro y todo.
Morten Holland lo miro como si estuviera mal de la cabeza.
– ?Estas majara, Carl? Eso es la caja 3965 del ano 2000. Tengo toda la caja, con casa, balcon y toda la pesca -repuso, senalando la estanteria superior.
Era verdad. Alli estaba la casa de plastico, reluciente.
– ?No tienes alguna otra cosa que puedas prestarme? ?Hasta manana por la noche?
El rostro de Morten adquirio una expresion extranamente perdida.
Con toda seguridad no habria sido muy diferente si Carl le hubiera preguntado si no le importaba que le diera un patadon en la entrepierna.
Capitulo 29
Iba a ser un viernes muy atareado: Assad tenia una reunion por la manana en el Servicio de Extranjeria, que era como habia rebautizado el Gobierno al antiguo mecanismo de control, la Direccion de Extranjeria, a fin de disfrazar la realidad, y mientras tanto a Carl no iba a faltarle trabajo.
La noche anterior habia sacado furtivamente a la pequena familia de Playmobil de la camara del tesoro de Morten Holland mientras su dueno trabajaba en la tienda de videos, y en aquel momento en que se adentraba en el paramo de Selandia del norte las figuras descansaban en el asiento del copiloto con su mirada fija, de reproche.
La casa de Skaevinge donde encontraron al conductor del accidente, Dennis Knudsen, ahogado en su propio vomito no era, al igual que el resto de las casas del barrio, ninguna maravilla, pero dentro de su estilo chapucero presentaba cierta armonia con sus terrazas, piedras de hormigon aligerado y placas de uralita gastadas que, en cuanto a la eleccion de material y durabilidad, casaban perfectamente con las ventanas deslucidas, que pedian a gritos una renovacion.
Carl esperaba que le abriera la puerta un fornido trabajador de la construccion o su equivalente femenino, pero en su lugar aparecio una mujer a finales de la treintena de aspecto tan impreciso y delicado que era imposible saber si frecuentaba los pasillos de la alta direccion o se dedicaba al servicio de acompanamiento en bares de hoteles caros.
Si, podia entrar, y no, por desgracia sus padres habian muerto.
Se presento como Camilla y lo condujo a una sala en la que la mayor parte del escenario se componia de platos conmemorativos, minusculas estanterias y alfombras de pelo largo.
– ?Que edad tenian tus padres cuando murieron? -pregunto, tratando de no prestar atencion a la fealdad del resto de la casa.
La mujer entendio lo que estaba pensando. Todo lo que habia dentro de la casa pertenecia a otra epoca.
– Mi madre heredo la casa de mi abuela, y la mayoria de las cosas eran de la abuela -explico. Seguro que su casa no tenia aquel aspecto-. Despues la herede yo, y acabo de divorciarme, asi que tengo que ponerla a punto, si consigo encontrar quien me lo haga. Vamos, que me encuentra de pura casualidad.
Del mueble mas fino de la sala, un secreter de nogal chapado, cogio una foto enmarcada en la que aparecia toda la familia: Camilla, Dennis y los padres. Seria de por lo menos diez anos antes, y los padres resplandecian como dos soles ante el arreglo floral de sus bodas de plata. «Enhorabuena por los 25 anos, Grete y Henning», ponia. Camilla llevaba unos vaqueros ajustados que apenas dejaban nada a la fantasia, y Dennis vestia un chaleco de cuero y una gorra de beisbol donde ponia Castrol Oil. Es decir, que, en suma, habia banderas, sonrisas y felicidad en Skaevinge.
Sobre la repisa de la chimenea habia un par de fotografias mas. Pregunto por los que aparecian en ellas, y a juzgar por las respuestas de la mujer la familia no habia tenido mucha vida social.
– A Denis le encantaba todo lo que corriera rapido -declaro Camilla, y lo arrastro a lo que en otra epoca habia sido el cuarto de Dennis Knudsen.
Las lamparas de lava y los enormes altavoces eran de esperar, pero aparte de eso la estancia contrastaba con el resto de la casa. Alli los muebles eran de colores claros y casaban bien. El armario era nuevo y estaba lleno de ropa bonita suspendida de las perchas. De la pared colgaban incontables diplomas enmarcados, y encima, sobre la estanteria de abedul, estaban todas las copas que habia ganado Dennis a lo largo de los anos. Carl hizo un calculo aproximado. Habria cien o mas, era bastante impresionante.
– Si -continuo la mujer-. Dennis ganaba en todo en lo que participaba. Competiciones de velocidad con motos, carreras de coches preparados, de tractores,
Movio la cabeza arriba y abajo, con la mirada desenfocada.
– Su muerte destrozo a papa y mama. Era un buen hijo y un buen hermano pequeno, ya lo creo.
Carl le dirigio una mirada comprensiva, aunque no comprendia gran cosa. ?Seria realmente el mismo Dennis Knudsen del que le habia hablado Lis a Assad?
– Me alegro de que se hayan ocupado del caso -anadio la mujer-, pero habria preferido que lo hicieran en vida de papa y mama.
Carl la miro y trato de penetrar en lo que escondian sus palabras.
– ?A que caso te refieres? ?Al del accidente de coche?
La mujer asintio en silencio.
– Si, a eso y a la muerte de Dennis poco tiempo despues. Dennis era capaz de agarrarse una buena borrachera, pero antes nunca habia tomado drogas, ya se lo dijimos entonces a la policia. De hecho, era bastante impensable. Habia trabajado con jovenes y les recomendaba que no tomaran drogas, pero a la policia no parecio importarle. Se limitaron a mirar su ficha y cuantas multas tenia por exceso de velocidad. Por eso, ya lo habian condenado de antemano cuando encontraron esas repugnantes pastillas de extasis en su bolsa de deportes -dijo. Sus ojos se achicaron-. Pero era imposible, porque Dennis no tocaba esas cosas. Porque no podia reaccionar con rapidez cuando conducia. Odiaba esa basura.