– ?Ha vuelto a suceder alguna vez?
El hombre se encogio de hombros.
– ?Ha sucedido o no ha sucedido?
Entonces sacudio la cabeza.
– Quisiera estar a solas con Uffe. Solo diez o quince minutos. ?Es posible?
La pregunta quedo sin respuesta.
Entonces Carl espero a que el encargado terminara su plato, se limpiara los labios con la servilleta de tela y se pasara la lengua por los dientes. Un trago de agua helada, y levanto la vista.
– No, no puede estar a solas con Uffe -fue la contestacion.
– ?Puede saberse por que?
El hombre lo miro con desden.
– Su profesion esta bastante alejada de la nuestra, ?verdad? -repuso, y continuo sin esperar respuesta-. No podemos arriesgarnos a que provoque una regresion en el progreso de Uffe Lynggaard, esa es la razon.
– ?Esta haciendo algun progreso? No lo sabia.
Noto que una sombra caia sobre la mesa y se volvio hacia la enfermera jefe, que lo saludo amablemente con la cabeza y enseguida suscito el recuerdo de un trato mejor que el dispensado por el encargado.
– Ya me ocupare yo -sugirio, mirando con firmeza a su jefe-. De todas formas, tengo que ir de paseo con Uffe. Puedo acompanar a la puerta al senor Morck.
Era la primera vez que caminaba junto a Uffe Lynggaard, y Uffe era alto. Sus extremidades eran largas y delgadas y tenia un porte que dejaba entrever que siempre estaba inclinado sobre la mesa.
La enfermera lo llevaba de la mano, pero no parecia ser del agrado del joven. Cuando llegaron a la espesura frente al fiordo el solto la mano y se sento en la hierba.
– Le gusta mirar a los cormoranes, ?verdad, Uffe? -le pregunto la enfermera, senalando la colonia de aves prehistoricas posada en grupos de arboles medio marchitos y cubiertos de guano.
– Tengo algo que me gustaria ensenarle a Uffe -dijo Carl.
La enfermera observo con atencion las cuatro figuras de Playmobil y su coche correspondiente, que Carl saco con cuidado de la bolsa de plastico. Era espabilada, Carl ya se dio cuenta la primera vez, pero quiza no tan dispuesta a cooperar como habia esperado.
Despues se llevo la mano a su insignia de enfermera, probablemente para dar mas peso a sus palabras.
– Ya conozco el incidente que describio Karen Mortensen. Creo que no es una buena idea volver a recrearlo.
– ?Por que no?
– Usted quiere que reviva el accidente cuando mire a las figuras, ?verdad? ?Cree que eso abrira en el alguna compuerta?
– Si.
La mujer asintio con la cabeza.
– Me lo imaginaba. Pero, francamente, no se -dudo, e hizo ademan de levantarse, pero vacilo.
Carl poso la mano con cuidado en el hombro de Uffe y se puso en cuclillas junto a el. Sus ojos brillaban dichosos ante el reflejo de las olas del fiordo, y Carl lo comprendia. Quien no querria desaparecer en aquella tarde de marzo, nitida y azul como nunca.
Entonces coloco el coche de Playmobil sobre la hierba ante Uffe y fue colocando las figuras en los asientos, una a una. Papa y mama en los delanteros, y el hijo y la hija en el trasero.
La enfermera seguia todos sus movimientos. Puede que tuviera que volver otro dia a repetir el experimento, pero ahora al menos queria tratar de convencerla de que no iba a abusar de su confianza. De que la consideraba una aliada.
– Brrrr -imito en voz baja el sonido del motor, y condujo el coche sobre la hierba delante de Uffe, para gran trastorno de un par de abejas que bailaban entre las flores.
Carl sonrio a Uffe y aplano el rastro del coche. Era evidente que era lo que mas interesaba a Uffe. La hierba aplastada que volvia a enderezarse.
– Vamos a dar un paseo en coche con Merete, papa y mama, Uffe. Mira, estamos todos. ?Mira como atravesamos el bosque! ?Que bien lo estamos pasando!
Dirigio la mirada hacia la mujer vestida de blanco. Estaba tensa, y en las arrugas de su boca se dibujaban sombras de duda. No tenia que dejarse llevar por el entusiasmo. Si gritaba, ella se asustaria. Estaba mucho mas metida en el juego que Uffe, que simplemente estaba sentado bizqueando al sol, dejando que el entorno cuidara de si mismo.
– Cuidado, papa -advirtio Carl con voz de mujer-. Esta resbaladizo, puedes derrapar.
Despues volvio a empujar el coche.
– Cuidado con el otro coche, esta derrapando tambien. ?Socorro, chocamos contra el!
Reprodujo el ruido del frenazo y del metal aranando la calzada. Uffe estaba siguiendo el juego. Entonces Carl volco el coche y las figuras cayeron al suelo.
– ?Cuidado, Merete! ?Cuidado, Uffe! -grito con voz clara, y la enfermera se inclino sobre el y le puso una mano en el hombro.
– Creo que no… -dijo, sacudiendo la cabeza. Iba a coger a Uffe y hacerlo levantar.
– ?Pam! -exclamo Carl, dejando que el coche rodara sobre la hierba.
Pero Uffe no reacciono.
– Creo que esta en otro mundo -comento Carl, indicando con un movimiento de la mano que la representacion habia concluido. Despues continuo-. Tengo una fotografia que me gustaria que viera Uffe, ?algun problema? Despues os dejare en paz.
– ?Una foto? -se sorprendio la mujer, mientras Carl sacaba todas las fotografias de su bolsa de plastico. Despues coloco las fotos que habia pedido prestadas a la hermana de Dennis Knudsen sobre la hierba, mientras ponia frente a los ojos de Uffe el folleto de la empresa de Daniel Hale.
Era evidente que Uffe sentia curiosidad. Igual que un mono en una jaula que tras observar miles de muecas en la gente veia por fin algo nuevo.
– ?Lo conoces, Uffe? -pregunto, mirandolo a la cara con atencion.
La menor contraccion podria ser la unica senal que recibiera. Si existia una via de entrada en la torpe mente de Uffe, Carl tenia que esforzarse por encontrarla.
– ?Estuvo en vuestra casa de Magleby, Uffe? ?Estuvo alli este hombre entregandoos una carta a ti y a Helle? ?Lo recuerdas? -insistio, senalando los ojos cristalinos y el pelo rubio de Hale-. ?Fue el?
Uffe miraba al vacio. Despues su mirada descendio un poco hasta tropezar con las fotografias que habia sobre la hierba.
Carl siguio su mirada y advirtio que las pupilas de Uffe se contraian de pronto a la vez que despegaba los labios. La reaccion fue mas que evidente. Tan real y visible como si se le hubiera caido un yunque a los pies.
– ?Y este de aqui? ?Lo has visto antes, Uffe? -anadio sacando rapidamente la foto de Dennis Knudsen de las bodas de plata de sus padres y poniendola frente a Uffe-. ?Lo conoces?
Noto que la enfermera se levantaba tras el, pero no le importo. Queria volver a ver las pupilas de Uffe contrayendose. Era como estar con una llave y saber que encajaba en algun sitio, sin saber donde.
Pero Uffe alzo la vista, impasible, con la mirada desenfocada.
– Sera mejor que lo deje -intervino la enfermera mientras asia con cuidado el hombro de Uffe. A Carl le habrian hecho falta quiza veinte segundos mas. Tal vez habria llegado hasta el si hubieran estado solos.
– ?Ha visto su reaccion? -pregunto.
La mujer sacudio la cabeza. Mierda puta.
Carl dejo la foto enmarcada en el suelo, junto a la otra que le habian prestado en Skaevinge.
Entonces Uffe se estremecio. Primero el tronco, donde el pecho se hundio, y despues el brazo derecho, que formo un angulo recto ante el diafragma.
La enfermera trato de sosegarlo, pero Uffe no le hizo caso. Entonces empezo a respirar a espasmos cortos y superficiales. Tanto la enfermera como Carl lo oyeron, y ella se puso a protestar en voz alta. Pero Carl y Uffe estaban unidos en aquel momento. Uffe en su mundo, entrando en el de Carl. Este vio que los ojos de Uffe se agrandaban lentamente. Como el obturador de una camara antigua, se abrian y absorbian cuanto los