definitiva la compuerta y descomprimir la camara bastaba con un instante de locura. Y ese instante llegaria, sin duda.

Durante los casi cuatro anos que llevaba enjaulada Merete, la mujer tambien habia sufrido los efectos del paso del tiempo. Tal vez tuviera los ojos mas hundidos, tal vez le hubiera cambiado la voz. En aquellas circunstancias era dificil calcular su edad, pero tenia la suficiente para no temer lo que pudiera depararle la vida. Y eso la hacia peligrosa.

Pero no parecia que los dos del otro lado tuvieran un control especial de los aspectos tecnicos. Si no eran capaces de arreglar un interruptor que se habia atascado, tampoco sabrian disminuir la presion excepto abriendo la compuerta, al menos era lo que esperaba. De manera que, si podia evitar que abrieran la compuerta a menos que ella lo quisiera, eso le daria tiempo para suicidarse. El instrumento serian las tenazas. Podria apretar las venas con ellas y desgarrarlas en caso de que aquellos dos quisieran de pronto reducir la presion de la camara. Merete no sabia bien que podria ocurrir, pero la advertencia de la mujer de que Merete reventaria por dentro era horrible. No habia peor muerte. Por eso queria decidir ella el cuando y el como.

Si aquel Lasse tenia otras ideas, Merete no se hacia ilusiones. Por supuesto, la camara tendria otros modos de reducir la presion que abrir la compuerta. Quiza pudiera emplearse tambien el sistema de renovacion de aire. No sabia para que se construyo en su origen la camara, pero no habia sido barata. Por eso supuso que aquello para lo que se fabrico la camara tenia tambien valor o importancia, asi que seguro que habria mecanismos de emergencia. Habia visto indicios de toberas metalicas en los armazones de los tubos fluorescentes colgados del techo. No eran mucho mayores que un dedo menique, pero era mas que suficiente. Puede que le bombearan desde alli el aire fresco, no lo sabia, tambien podian ser mecanismos para la descompresion. Pero una cosa era segura: si aquel Lasse queria hacerle dano, seguro que sabia que botones apretar.

Hasta entonces habia intentado solamente centrarse en hacer frente a los peligros que parecian mas inmediatos. O sea, que desenrosco la base de la pequena linterna, saco las pilas y comprobo satisfecha que el metal del tubo de la linterna era duro, recio y afilado.

No habia mas que un par de centimetros desde el borde de la compuerta hasta el suelo, de modo que si cavaba un agujero muy preciso en torno al perno que estaba soldado para detener la compuerta cuando se abria por completo, podria colocar la linterna en el agujero y asi evitar que la puerta se abriera.

Estrecho en sus manos la pequena linterna. Poseia un instrumento que le infundia la sensacion de tener cierto control sobre su vida, y aquello le hacia sentirse fenomenal. Igual que la primera vez que tomo un anticonceptivo. Igual que la vez que se enfrento a la familia adoptiva y se escapo con Uffe a rastras.

Trabajar con el hormigon fue mucho mas dificil de lo que habia imaginado. Los primeros dos dias con comida y bebida pasaron rapido, pero cuando el cubo con comida fresca se vacio, la fuerza de sus dedos desaparecio con gran rapidez. No tenia mucha fuerza para resistirse, pero la comida que le habian pasado en el cubo los ultimos dias era absolutamente incomible. Se estaban vengando de ella. El olor bastaba para mantenerla apartada de los cubos. Apestaba como animales muertos en putrefaccion. Cada noche pasaba cinco o seis horas royendo con la linterna el suelo bajo la compuerta, y eso la agotaba. Al mismo tiempo, de nada valia que hiciera una chapuza, ese era el problema. El agujero no debia ser tan grande que la linterna no quedara ajustada, y como la linterna era de por si la herramienta para cavar, tenia que retorcerla en la base para que el diametro del agujero fuera el adecuado, y despues ir raspando con cuidado el hormigon en capas delgadisimas.

Al quinto dia habia cavado menos de dos centimetros, y el estomago le ardia a la altura del diafragma.

La bruja del otro lado repetia su exigencia todos los dias a la misma hora exactamente. Si Merete no limpiaba los cristales, la mujer no iba a encender las luces y tampoco iba a enviarle comida decente. El hombre intento mediar, pero fue en vano. Y ahora volvian a estar alli con su exigencia. La oscuridad no le importaba, pero sus intestinos se quejaban. Si no comia iba a enfermar, y no queria estar enferma.

Miro hacia la membrana rojiza que lucia debilmente en el cuadrado de lo alto del cristal.

– ?No tengo nada para poder limpiar los cristales, si es que es tan importante para vosotros! -grito por fin.

– ?Pues usa las mangas y tu orina, entonces encenderemos la luz y enviaremos comida! -le respondio la mujer a gritos.

– Entonces teneis que darme una chaqueta nueva.

Al oirlo la mujer empezo a proferir aquella odiosa risa penetrante que llegaba hasta la medula. No respondio, simplemente rio hasta que se le vaciaron los pulmones, y despues volvio a reinar el silencio.

– No lo hare -dijo Merete. Pero lo hizo.

No le llevo mucho tiempo, pero la sensacion fue de profunda derrota.

Pese a que se asomaban de vez en cuando, no podian ver lo que hacia. Estaba sentada cerca de la puerta, en un angulo ciego, exactamente igual que cuando estaba en el suelo entre los cristales de espejo. Si aparecieran de repente por la noche, oirian enseguida el raspado, pero no aparecian. Era la ventaja del control sistematico que ejercian sobre ella. Merete sabia que la noche era suya.

Cuando llego a los cuatro centimetros de profundidad, su situacion, por lo demas tan previsible, cambio de manera radical. Estaba sentada bajo la luz parpadeante esperando la comida y calculando que pronto seria el cumpleanos de Uffe. Al menos habian llegado ya a mayo. Era su quinto mayo desde que la encerraron alli. Mayo de 2006. Estaba junto al cubo-retrete limpiandose los dientes, pensaba en Uffe y se imaginaba como brillaria el sol en el cielo azul. «Cumpleanos feliz», canto con voz ronca, y vio ante si la cara alegre de su hermano. Estuviera donde estuviese, estaria bien, lo sabia. Por supuesto que estaba bien. Se lo habia repetido muchisimas veces.

– Si, Lasse, es ese interruptor -se oyo de pronto la voz de la mujer-. Se ha quedado atascado, o sea que ha oido todo lo que hemos hablado.

La imagen celestial desaparecio inmediatamente, y su corazon empezo a martillear. Era la primera vez que oia a la mujer dirigirse al hombre al que llamaban Lasse.

– ?Cuanto tiempo? -respondio una voz suave que la hizo contener la respiracion.

– Desde que te fuiste la ultima vez. Cuatro o cinco meses.

– ?Os habeis ido de la lengua?

– Por supuesto que no.

Se produjo un momento de silencio.

– A estas alturas ya da igual. Que oiga lo que decimos. Al menos hasta que yo decida otra cosa.

Merete sintio la frase como un hachazo. «A estas alturas ya da igual». ?Que era lo que daba igual? ?A que se referia? ?Que iba a pasar?

– Ha sido una autentica bruja mientras has estado fuera. Intento matarse de hambre y una vez bloqueo la compuerta. La ultima ha sido manchar con su propia sangre los cristales para que no la vieramos.

– El hermanito dice que tambien ha tenido dolor de muelas. Me habria gustado verlo -intervino Lasse.

La mujer solto una risa seca. Sabian que estaba escuchandolo todo. ?Por que se comportaban asi? ?Que les habia hecho ella?

– ?Que os he hecho yo, monstruos? -grito con todas sus fuerzas mientras se levantaba-. ?Apagad esta luz, que os vea! ?Apagad para que os pueda mirar a los ojos mientras hablais!

Volvio a oir la risa de la mujer.

– ?Tu suenas, chavala! -le respondio.

– ?Quieres que apaguemos la luz? -Lasse solto una risa breve-. Si, ?por que no? Ahora empieza lo bueno. De ese modo nos esperan un monton de dias interesantes hasta el final.

Eran palabras espantosas. La mujer trato de protestar, pero el hombre la detuvo con unas duras palabras. Y de repente las luces parpadeantes del techo se apagaron.

Merete se quedo un rato con el pulso palpitante, tratando de acostumbrarse a la debil luz que se propagaba del otro lado de los cristales. Al principio percibia a los monstruos que estaban detras como sombras, pero lentamente fueron haciendose mas nitidos. La mujer casi en el borde inferior de un ojo de buey y el hombre mucho mas arriba. Penso que seria Lasse. El hombre fue acercandose poco a poco. Su figura borrosa empezo a manifestarse. Hombros anchos, bien proporcionado. No como el otro hombre delgado y larguirucho.

Le daban ganas de maldecirlos e implorar su clemencia a la vez. Todo lo que hiciera falta para que le dijeran por que le estaban haciendo esto. El que tomaba las decisiones habia llegado. Era la primera vez que lo veia, y

Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату