Ole tuvo suerte de que en la oficina de empleo no oyeran la pregunta.
Helle Andersen estuvo de lo mas solicita cuando finalmente recupero el aliento, y Carl le agradecio el buen recibimiento que habia dispensado a Assad el otro dia, y despues le pregunto si podia recibir por correo electronico un par de fotos que habia escaneado.
– ?Ahora? -pregunto, y a renglon seguido iba a contarle por que no era buena idea-. Es que he traido a casa un par de pizzas. A Ole le gusta comerla con ensalada, y no queda tan bien si lo verde se ha hundido hasta el fondo de la masa de queso.
La asistenta llamo al cabo de veinte minutos, y sonaba como si aun tuviera el ultimo bocado en la boca.
– ?Has abierto el correo?
– Si -confirmo la mujer. En aquel momento estaba viendo los tres documentos.
– Pincha en el primero. ?Que ves?
– Es ese Daniel Hale, del que su ayudante me enseno una foto el otro dia. No lo habia visto nunca.
– Pincha en el segundo. ?Que me dices?
– ?Quien es?
– Es lo que le pregunto yo. Se llama Dennis Knudsen. ?Lo has visto alguna vez? ?Tal vez con un par de anos mas que en esa fotografia?
– Desde luego, no con ese casco ridiculo puesto -rio la mujer-. No, no lo he visto antes, estoy casi segura. Me recuerda a mi primo Gorm. Pero Gorm es por lo menos el doble de gordo.
Debia de venirle de familia.
– ?Y la tercera fotografia? Aparece una persona hablando con Merete en el exterior de Christiansborg pocos dias antes de que desapareciera. El hombre esta de espaldas, pero ?te suena de algo? La ropa, el pelo, el porte, la altura, la corpulencia, cualquier cosa.
Se produjo una pausa que anunciaba algo bueno.
– No se, como ha dicho usted solo se le ve la espalda. Pero puede que lo haya visto alguna vez. ?Donde pensaba que podria haberlo visto?
– Bueno, eso lo tienes que decir tu.
Vamos, Helle, penso. No podia haber tantas ocasiones.
– Ya se que esta pensando en el hombre que entrego la carta. Lo vi de espaldas, pero llevaba otra ropa, o sea que no es tan facil. Pero tiene un aire, lo que pasa es que no estoy segura.
– Entonces no digas nada, carino -se oyo decir en segundo plano al comedor de pizzas a quien supuestamente le dolia la espalda. Fue dificil acallar un profundo suspiro.
– De acuerdo -repuso Carl-. Ahora quiero que veas esta ultima foto -dijo, y pincho el icono de enviar.
– Veo una foto del chico que estaba tambien en la segunda foto, creo. Se llamaba Dennis Knudsen, ?no? Aqui es un chaval, pero esa expresion divertida siempre se reconoce. Que pomulos mas graciosos. Seguro que conducia karts de chaval. Que curioso, igual que mi primo Gorm.
Seria antes de que pesara quinientos kilos, habria querido anadir Carl.
– Mira al otro chico, al que esta detras de Dennis Knudsen. ?Te dice algo?
Hubo un silencio al otro lado de la linea. Hasta el de la espalda dolida cerro el pico. Carl dejo pasar el tiempo. No en vano se decia que la paciencia era la virtud del policia. Solo se trataba de estar a la altura.
– De hecho, es bastante inquietante -se oyo por fin. La voz de Helle Andersen se desinflo de repente-. Es el. Estoy segurisima de que es el.
– ?Te refieres al que le entrego la carta en casa de Merete?
– Si -asintio la mujer. Volvio a producirse una pausa, como si la asistenta tuviera que adaptar la imagen del chico al paso del tiempo-. ?Es el que buscan? ?Cree que tiene algo que ver con lo que le paso a Merete? ?Tengo razones para temerlo?
Parecia preocupada de verdad. Y puede que en algun momento hubiera habido razones para ello.
– Han pasado cinco anos, asi que no tienes nada que temer, Helle. Estate tranquila -dijo Carl, mientras la oia suspirar-. Dices que estas convencida de que es la misma persona que el hombre de la carta. ?Estas completamente segura?
– Tiene que ser el. Si, completamente. Tiene unos ojos muy caracteristicos, ?no le ha pasado nunca? Uf, me hacen sentir rara.
Sera la pizza, penso Carl. Le dio las gracias, colgo y apoyo la espalda en el asiento.
Miro una de las fotos de prensa en color de Merete Lynggaard que habia encima del expediente. En aquel momento sintio con mas fuerza que nunca que era una especie de eslabon entre la victima y el autor del crimen. Si, por una vez se sentia seguro. Aquel Atomos habia dicho adios a su ninez y se habia entregado a actos diabolicos, como se decia antes. La maldad que lo habitaba lo habia llevado hasta Merete Lynggaard, y entonces las preguntas eran solo el por que, el donde y el como. Puede que Carl no las respondiera nunca, pero ganas no le faltaban, desde luego.
Mientras tanto, una tia como Mona Ibsen ya podia esperar sentada con su alianza.
Despues envio las fotos a Bille Antvorskov. Antes de cinco minutos ya tenia la respuesta en el correo. Si, uno de los chicos de la fotografia podria parecerse al hombre que lo habia acompanado a Christiansborg. Pero no se atrevia a asegurar que fuera el.
Carl estaba contento. Estaba seguro de que Bille Antvorskov nunca aseguraba nada sin haberlo analizado antes de arriba abajo.
Entonces sono el telefono, y no era Assad ni el hombre de Godhavn, como creia, sino de todos los seres del mundo, valgame el cielo, Vigga.
– ?Donde estas, Carl? -sono su voz vibrante.
Carl intento descifrar que estaba pasando, pero no logro ningun resultado hasta que llego la parrafada.
– La recepcion ha empezado hace media hora y todavia no ha venido nadie. Tenemos diez botellas de vino y veinte bolsas de patatas fritas. Si tampoco vienes tu, me va a dar algo.
– ?Hablas de tu galeria?
Oyo como se sorbia las lagrimas, lo que le indico que estaba a punto de echarse a llorar.
– No se nada de ninguna recepcion.
– Hugin envio cincuenta invitaciones anteayer -declaro, sorbiendose las lagrimas por ultima vez, y a continuacion surgio la autentica Vigga-. ?Por que no puedo contar por lo menos con tu apoyo? ?Tu has puesto dinero en esto!
– Preguntaselo a tu espectro ambulante.
– ?A quien llamas espectro? ?A Hugin?
– ?Es que tienes mas cenutrios zanganeando por ahi?
– Hugin esta por lo menos tan interesado como yo en que esto funcione.
Carl no lo dudaba. ?Donde iba a exhibir, si no, sus pedazos desgarrados a mano de anuncios de ropa interior y figuras rotas del Happy Meal de McDonald's, todo bien embadurnado con la pintura mas barata del hiper?
– Solo te digo que si ese Einstein recordo echar las cartas al correo el sabado, como sostiene, la gente las leera cuando vuelvan del trabajo mas tarde.
– Oh, no, ?que putada! -gimio.
Habia un tipo vestido de negro que aquella noche no se iba a comer un rosco. Que placer.
Tage Baggesen llamo al marco de la puerta del despacho de Carl en el mismo instante en que este encendia uno de esos cigarrillos que llevan horas pidiendo a gritos que los fumen.
– ?Si…? -dijo con los pulmones llenos de humo, reconociendo al hombre, que lucia una media curda llevada con gracia y esparcio un aroma a conac y cerveza por la estancia.
– Vera, siento haber terminado nuestra conversacion por telefono de forma tan brusca. Necesitaba tiempo para pensar, ahora que estan saliendo cosas de todos modos.
Carl le pidio que tomara asiento y le pregunto si queria beber algo, pero el parlamentario movio una mano en senal de rechazo y con la otra encontro la silla. No, no parecia estar sediento.
– ?A que cosas se refiere? -pregunto Carl para que sonara como si tuviera mas ases en la manga, lo que no era el caso en absoluto.
– Manana voy a dejar mi puesto en el Parlamento -declaro Baggesen, mirando alrededor con ojos tristes-. De