vuelto hacia la ventana para abrirla y dejar que entrara el aire fresco. De pronto se detuvo y de un solo movimiento se escondio detras de la cortina. La desidia de Frau Billinger ya habia dejado de tener importancia. El problema se habia solucionado por si solo, pues en aquel mismo instante aparecio Petra Wagner al otro lado de la calle. A su lado iba una mujer desconocida.

Habian alzado la vista hacia su casa.

Kroner se retiro de la ventana. Cuando se hubo recobrado un poco, sono el timbre de la puerta.

Uno de los Unterscharffuhrer de las guarniciones de las SS en Kirovograd le habia ensenado una especialidad que, desde entonces, habia hecho suya. Un dia de frio intenso, aquel joven Unterscharffuhrer y otro suboficial habian matado, por puro aburrimiento, a un delincuente de un cuchillazo, precisamente en el momento en que iba a ser ajusticiado en la horca. Por ello habian recibido un castigo disciplinario menor, aunque todos se habian divertido.

No era tanto la accion en si como la tecnica lo que Kroner habia adoptado.

El metodo era sencillo. Lo unico que requeria era un cuchillo de hoja fina y saber con toda precision por donde introducir el cuchillo para que no chocara con las costillas y fuera directo al corazon. Despues de unos cuantos intentos, habia adquirido una gran destreza.

La ventaja era que no habia por que tocar a la victima ni mirarla a los ojos; se hacia por la espalda. En realidad, habia pensado utilizar el metodo con Arno von der Leyen. Era sorprendente, rapido y sencillo. A Arno von der Leyen no le daria tiempo a reaccionar, y eso era el alfa y omega cuando se trataba de el, penso Kroner. Sin embargo, la forma sorprendente en que se habian ido sucediendo los acontecimientos hasta el momento dejaba bien a las claras que tambien podria aplicarlo a otros candidatos. Tenia que darse prisa.

Al menos asi se quitaria a Petra de encima.

Kroner se metio el abrecartas en el bolsillo dejando que solo asomara el pie de ciervo. Estaba listo para ser utilizado. Las dos mujeres no le causarian problemas.

El hijo de Kroner tenia un amigo cuyo padre era propietario de una casa mas amplia que la suya. Aunque aquello de por si podia resultar impresionante, lo que realmente habia despertado la admiracion de su hijo habia sido la enorme puerta principal de cristal. «? Se puede ver a la gente que viene, papa! ?Por que no tenemos una igual?» Todos los pequenos deseos tontos tenian su fecha de caducidad. La experiencia le decia que, con el tiempo, aparecerian otras necesidades mas acuciantes. Y desde entonces no habia vuelto a pensar en ello. Algo de lo que, en aquel momento, se arrepentia, pues una puerta de cristal le habria ahorrado el susto que tuvo cuando, de pronto, la puerta de roble maciza y tallada se abrio.

Se le helo la sonrisa. En lugar de la pequena enfermera y su amiga desconocida, aparecio Gerhart Peuckert, con los hombros encogidos y una expresion en el rostro con la que pretendia disculparse.

Era la ultima persona en el mundo que Kroner habria esperado ver en la puerta de su casa.

– ?Gerhart! -exclamo dando un paso atras tan brusco que a punto estuvieron los dos de tropezar en la alfombra de coco del vestibulo-. ?Que demonios haces tu aqui?

Sin esperar respuesta a su pregunta, Kroner condujo al tranquilo, pasivo y docil Gerhart al primer piso y lo sento delante del escritorio, de modo que no se los pudiera ver desde la calle.

El rumbo extraordinario que habian tomado las cosas preocupaba a Kroner. Hasta entonces, Gerhart nunca se habia movido a mas de un par de metros de sus guardianes. Lo mas probable era que Petra lo hubiera enviado a la casa a modo de mensajero. Pero ?por que no estaba en casa de Peter Stich? ?Donde estaba Peter Stich?

Aparte de los labios, que habian adquirido un tono azulado, el personaje que tenia delante estaba totalmente palido. Cuando Kroner le cogio la mano, esta estaba fria y temblaba.

– ?Que ha pasado, amigo? – le dijo en un tono suave acercando la cabeza a la de Gerhart-. ?Como has llegado hasta aqui?

«Registra todo lo que decimos y hacemos», les habia advertido Lankau una y otra vez. Kroner seguia dudando de que asi fuera.

– ?Has venido con Petra? -pregunto.

Al oir aquel nombre, los labios de Gerhart se fruncieron y los ojos se desplazaron lentamente hacia arriba y empezaron a abrirse y a cerrarse. En los globos de los ojos aparecio una pelicula de lagrimas. Cuando finalmente las lagrimas se desprendieron, Gerhart lo miro de frente. Entonces abrio la boca. Sus labios secos temblaban.

– ?Petra! -pronuncio aquel hombre dejando la mandibula colgando un instante.

– ?Dios mio! -profirio Kroner.

Kroner, que estaba en cuclillas, se incorporo y dio un paso atras.

– ?Petra, si! ?Conoces su nombre! ?Que quiere de ti? ?Que ha pasado? ?Donde esta Peter Stich?

Kroner no aparto la mirada ni un segundo de la cabeza de Gerhart, que parecia estar a punto de explotar. Cuando agarro el auricular del telefono, los nudillos de Gerhart estaban totalmente blancos. Su cuerpo habia empezado a mecerse hacia adelante y hacia atras de forma casi imperceptible.

– ?Gerhart! ?Vas a quedarte sentado aqui tranquilamente hasta que yo te avise!

Kroner marco el numero de Stich y dejo que el telefono sonara un buen rato sin dejar de maldecir en voz baja.

– ?Venga, Stich, viejo cerdo, cogelo! -susurro.

Colgo el telefono y volvio a marcar el numero. Seguian sin contestar.

– No lo cogera -se oyo decir a una voz apagada y poco clara.

Kroner se volvio hacia Gerhart tan rapido como una peonza. Solo tuvo tiempo de ver sus ojos antes de que le alcanzaran sus nudillos. Su mirada era serena.

Incluso antes de que Kroner cayera al suelo, Gerhart habia vuelto a golpearle. Kroner era un hombre corpulento, tambien comparado con Gerhart, y cayo al suelo pesadamente.

Aunque no estaba aturdido, si estaba confuso.

– ?Que diablos esta pasando! -fue lo unico que logro balbucear antes de dar rienda suelta a los instintos.

Cuando Kroner se precipito sobre Gerhart de un salto, este abrio los brazos tranquilamente, como si acabara de sacar a bailar a su querida. En un abrazo de oso, Kroner se agarro al cuerpo del demente y lo apreto con todas sus fuerzas. Habia cerrado los brazos por detras de su espalda y parecia dispuesto a aplastarlo. No era la primera vez que Kroner utilizaba aquella llave. Por regla general, solian transcurrir apenas un par de minutos hasta que el cuerpo del contrincante se quedaba laxo e inanime.

Cuando Kroner dejo de notar la respiracion de Gerhart, lo solto y dio un paso atras, esperando que su cuerpo cayera al suelo.

Sin embargo, no ocurrio. Gerhart lo miro fijamente a los ojos con una expresion yerma. Entonces dejo caer los brazos y respiro profundamente. No parecia haber ni el mas minimo rastro de fatiga en aquel hombre.

– ?Un zombi! ?Me recuerdas a un zombi! Parece que seas uno de esos monstruos -exclamo Kroner retrocediendo un paso mas mientras introducia la mano derecha en el bolsillo en que habia escondido el cuchillo.

Gerhart solto un suave grunido. Y con los movimientos mecanicos de un zombi agarro la hebilla de su cinturon y se lo saco, tan poco afectado por la situacion como una estatua.

– ?Te lo advierto, Gerhart! ?Sabes que hablo en serio!

Kroner dio un paso atras y examino a Gerhart. Parecia vulnerable.

– ?Suelta ese cinturon! -le ordeno, a la vez que sacaba el cuchillo del bolsillo.

Kroner conocia perfectamente el instante que precedia a un enfrentamiento personal; movimientos sosegados, de eso se trataba. Un solo movimiento brusco y su contrincante podia reaccionar de forma totalmente irracional. Y Kroner no hizo ningun movimiento brusco ni repentino. Por eso, Gerhart seguia sin moverse, imperterrito, diriase que casi apatico, observando el cuchillo que apuntaba directamente hacia el. No contrajo ni un solo musculo y parecia haberse resignado, como si estuviera convencido de que el proximo embate seria inevitable. Una suposicion que, pocas centesimas de segundo mas tarde, Kroner tuvo que reconocer que estaba lejos de ser correcta.

– ?Suelta ya ese cinturon! -alcanzo a decir Kroner una vez mas.

El rostro de Gerhart se contrajo convirtiendose en el de una nera. Lo unico que tuvo tiempo de constatar Kroner fue un resquemor que se extendio por su rostro de mejilla a mejilla. La explosion de luz que se produjo cuando el cinturon cayo sobre los globos de sus ojos le arranco unos gritos de dolor que pronto se convirtieron en gimoteos. Ya nunca seria capaz de registrar los espacios ni las texturas. Tan breve la lucha, tan efectivo el

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