cercenamiento, tan irreversible la derrota.

Los sonidos que emitio el hombre que se habia abalanzado sobre el y que, antes de nada, habia alejado el cuchillo de un puntapie para despues echarlo al suelo con una violencia inusitada ligandole las munecas con el cinturon, se propagaron por Kroner con una fuerza casi sobrenatural. Habia sido derrotado.

Unos minutos mas tarde, Kroner consiguio recoger las piernas e incorporarse hasta alcanzar una postura incomoda y desmanada. Asi era como habia dejado a docenas de victimas maltratadas: sentados en el suelo desnudo, esperando que les llegara la hora del tiro de gracia definitivo.

El tambien espero a que llegara la hora de la redencion.

– ?Donde esta Lankau? -pregunto una voz hasta entonces desconocida para el.

Kroner se limito a encogerse de hombros y cerro los ojos con mas fuerza para que el dolor fuera controlable. La reaccion no tardo en llegar. Esta vez, el tiron del cinturon fue tan violento que sus hombros estuvieron a punto de dislocarse. Pese al dolor, Kroner no contesto.

La sensacion que provoco en Kroner verse arrastrado de espaldas por la cintura escaleras abajo y a traves de su propia casa, cegado e indefenso, incapaz de registrar las estancias que atravesaba, por no hablar de los obstaculos que debia procurar sortear de la mejor manera posible, no era nada comparada con el disgusto que, absolutamente fuera de proporciones, estaba apoderandose de el.

Lankau llevaba decadas advirtiendoles, a el y a Stich, de la peligrosidad de Gerhart. «?Matemoslo! ?Por que no? ?De que teneis miedo? ?Podemos hacerlo facilmente sin que nadie llegue a enterarse! ?Desaparecen locos todos los dias en esta sociedad! De pronto, su cama esta vacia. ?Y donde esta? ?Nadie vuelve a verlo jamas! ?Y que? ?Quien lo echara de menos? ?Petra Wagner? ?Pues nos la llevamos a ella tambien, si no puede ser de otra manera! ?Venga, arriesguemonos!» Y Lankau habia tenido razon. La notita de Petra Wagner no podria haberles hecho nada. Hacia tiempo que tenian que haberse deshecho de ellos.

Kroner noto el umbral de la puerta contra su espalda y el frio subsiguiente, pero no sabia si habia salido por la puerta de la cocina o si Gerhart lo habia arrastrado hasta el bano. Cuando oyo que la banera se estaba llenando de agua, supo que aquella habitacion probablemente seria la ultima en la que todavia estaria vivo.

– ?Sueltame, Gerhart! -dijo pausadamente, sin que su tono de voz fuera implorante-. ?Siempre he sido tu amigo, lo sabes! ?Sin mi, a estas alturas no estarias vivo!

De pronto se hizo el silencio a su alrededor. El hombre que tenia delante respiraba pausadamente. «Deja que haga lo que quiera», apelaba su subconsciente para que pudiera encontrar la paz en su destino. Sin embargo, cuando Gerhart empezo a reirse con unas carcajadas salvajes directamente a su cara, las ganas de vivir desataron sus mecanismos de defensa.

Pese a los violentos ataques y los intentos febriles y vacilantes, sus patadas nunca alcanzaron su objetivo.

No le resulto dificil a Gerhart Peuckert sacarle la verdad a Wilfried Kroner. Despues de veinte inmersiones en el agua, la verdad acerca del paradero de Lankau se habia escapado de aquel rostro jadeante, lloriqueante, cegado y picado de viruela.

– Lankau esta en la finca -jadeo finalmente.

Entonces Gerhart le concedio la paz.

En el preciso instante en que los pies de Kroner dejaron de patalear disponiendose paralelamente en un baile pausado y sereno bajo el agua, Gerhart examino los rasgos del rostro picado de viruela por ultima vez, le dio la vuelta y desligo el cinturon que apresaba sus munecas. Luego se subio al borde de la banera colocando un pie a cada lado y se inclino sobre el cuerpo flotante que tenia debajo. Despues lo saco del agua alzandolo por encima de la banera hasta que el agua se escurrio de la ropa empapada y lo solto, dejandolo caer contra el borde de porcelana. El sonido fue estremecedor y la caida tan efectiva que el rostro se le hundio parcialmente. El cadaver se deslizo por el borde arrastrando consigo un pato de goma y volvio a desaparecer bajo el agua. Una burbuja de aire levanto su americana y emergio a la superficie con un debil sonido. Cuando el remolino se abrio, una nota empezo a dar vueltas en su centro. Por cada vuelta que dio, la tinta se fue diluyendo cada vez mas, distribuyendose por todo el papel en nebulosas transparentes. Gerhart vislumbro un nombre que al instante se difumino.

Gerhart se quedo un buen rato contemplando a Kroner y al patito amarillo de goma que se mecia en la superficie del agua oscura, cerca de la nuca del cadaver. No le conmociono lo que acababa de hacer; al fin y al cabo, habia oido tantas veces hablar a los simuladores de lo que estaban dispuestos a hacer para quitarle de en medio…

Gerhart contemplo el cabrilleo en el agua hasta que se calmo, cerro los ojos y dejo que desapareciera una parte del pasado. Se habia sacado dos espinas de su mente torturada: Kroner y Stich. Se dio la vuelta y sus ojos se encontraron con el botiquin.

Empezo a temblar.

La habitacion le parecio fria. Todo lo que lo rodeaba se deformo. La realidad y la seguridad estaban renidas. Vio reflejado su rostro en el espejo del botiquin: un extrano.

El contenido del botiquin era escaso. Tardo poco tiempo en encontrar el frasco grande del que los simuladores le habian dejado tomar con tanta prodigalidad.

Esta vez se limito a meterselo en el bolsillo.

El unico vestigio visible de su encuentro con Kroner eran las alfombras arrugadas, resultado de la lucha que habia tenido lugar dentro de la casa.

Despues de colocarlas bien, Gerhart volvio al estudio de Kroner. Una vez alli, recogio el abrecartas con el pie de ciervo del suelo y lo dejo encima de la mesa de escritorio. En el rincon mas alejado de la estancia habia un cesto de mimbre estrecho repleto de bastones y tubos de carton. Se quedo un rato mirando aquel bosque de pinchos antes de introducir la mano hasta el fondo. Despues de unos segundos, encontro lo que buscaba. Un rollo pequeno y fino envuelto en papel de embalar de color marron. Se lo quedo mirando un rato. Cuando los simuladores se juntaban para beber, Kroner solia sacarlo de vez en cuando para provocarlo.

Se lo metio en la chaqueta, subio la cremallera y lo estrecho contra el cuerpo.

Cuando se disponia a abandonar la casa, sono el timbre. Alli estaba, desposeido de ideas y sentimientos, en medio del oscuro vestibulo, hasta que el timbre dejo de sonar.

CAPITULO 55

Despues de que hubieran abandonado el hotel Colombi, Laureen empezo a llorar desconsoladamente.

Estaba fuera de si.

En un intento de tranquilizarla, Petra la habia introducido en un portal.

– No te preocupes, lo encontraremos a tiempo -dijo con resolucion, considerando, a su vez, si debia darle una bofetada.

Diez minutos mas tarde, Laureen volvia a estar serena.

– ?A donde vamos? -pregunto, intentando sonreir.

– Tendremos que hablar con Wilfried Kroner. Mientras no haya forma de dar con Peter Stich, es con el con quien debemos hablar.

– Pareces preocupada…

– Es que tengo razones para estarlo. ?Las dos tenemos razones para estarlo!

– ?Realmente crees que es recomendable que vayamos a su casa?

La calle estaba iluminada. Los visitantes ya habian aparcado sus coches a lo largo de la acera en una hilera ininterrumpida. Los sabados, la gente aprovechaba para hacer visitas. Laureen dejo vagar la mirada por la calle.

– Se parece un poco a Canterbury -comento, distraida.

Un destello melancolico de una vida tranquila y preterita, a varios anos luz.

Laureen se apoyo contra un coche ostentoso de color gris metalizado que estaba aparcado en la acera enfrente de la casa de Kroner que, dejando a un lado el Audi de la entrada y una solitaria ventana iluminada, parecia estar desierta y abandonada.

– Tambien se pueden ver coches como estos aparcados en Tavistock Street -mascullo casi para sus

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