llamaba realmente Laureen. Laureen Underwood Scott. Lankau se quedo un buen rato mirando la direccion y el nombre. No le decian nada. -?Tu amiga es inglesa! -exclamo Lankau mientras agitaba una de las tarjetas.

_ No, es de Friburgo. De ascendencia inglesa y casada con un ingles, ?eso si!

– Resulta sorprendente el monton de ingleses que aparecen hoy por todas partes. ?No te parece?

– ?No es inglesa, te he dicho!

Lankau le dio la vuelta al monedero. Entre los recibos encontro una foto de tamano carnet. Petra contuvo la respiracion.

– Por lo visto tiene una hija -dijo Lankau-. ?Como se llama? Eso deberias saberlo, ?no?

– ?Se llama Ann!

Lankau miro el dorso de la foto, solto un grunido y se coloco debajo de la lampara de techo del pasillo para examinar la foto detenidamente.

– ?De que conoces a esa tal Laureen? ?Y por que la has traido aqui?

De pronto, el hombre del rostro ancho se volvio y agarro el brazo de Petra con fuerza.

– ?Quien es, Petra? Dimelo ya. ?Que tiene que ver con Amo von der Leyen?

Lankau apreto el brazo de Petra, que empezo a jadear.

– ?Sueltame ya! -dijo Petra intentando retener las lagrimas y mirandolo fija y obstinadamente a los ojos-. ?Nada, idiota! ?Sueltame!

La lucha habia sido excesivamente desigual. El hombre corpulento se paso la mano por la nuca y alargo el cuello dolorido. Conocia el malestar del campo de golf, cuando golpeaba mal la pelota. Un golpe en falso siempre se propagaba a los musculos de la nuca. Sin embargo, el dolor desapareceria al cabo de un par de horas. La enclenque Petra no habia ofrecido suficiente resistencia a sus golpes.

Habia sido como dar golpes en el aire.

Coloco a la mujer largirucha precisamente donde Amo von der Leyen lo habia abandonado, sentada en una silla parecida a la que el habia ocupado. A pesar de que ligo sus tobillos con tal fuerza que las rozaduras empezaron a soltar liquido, la mujer no se movio. Seguia inconsciente.

Al pasar por el lavadero con Petra al hombro, apago el interruptor principal y la luz del patio se extinguio, y el cielo estrellado se abrio sobre sus cabezas.

En la seccion central del ala accesoria se hallaba su tesoro, del que se sentia muy orgulloso. Aunque no solia producir mas de un par de cientos de botellas de buen vino al ano, se habia dejado llevar por las ansias de poseer y habia adquirido una prensa digna de unos vinedos mas extensos. Dentro de unas semana habria que volverla a limpiar para que cumpliera con su cometido. Hasta entonces, seria un lugar adecuado al que atar a Petra, que todavia no habia entendido que le resultaria imposible librarse de sus ataduras. Lankau tiro del panuelo con el que la habia amordazado; estaba suficientemente cenido.

– ?Todo ira bien si no te mueves! -dijo Lankau, a la vez que le daba unos cuantos golpes al perno gigante sobre el que la habia depositado.

Sin duda, Petra conocia su funcion, como cualquier persona que vive en una zona vinicola. Sencillamente sacaba todo el jugo de las uvas, cosa que tambien podria hacer con ella facilmente.

– ?Asi tampoco te cortaras, Petra!

Acto seguido, Lankau alzo la mano y tiro, para su horror, de un interruptor. Petra cerro los ojos.

– Bueno, Petra. Mientras e) interruptor principal este desconectado, no tienes nada que temer. ?Dentro de un par de horas, todo habra acabado! De momento, estas bien donde estas. Ya veremos que hacemos contigo mas adelante.

De camino de vuelta a la casa principal, Lankau inspiro el aire frio de la noche. Afortunadamente, pronto llegaria el otono.

Apenas un par de horas antes podria haber considerado hacerles sitio en la pared a una o dos cornamentas mas.

CAPITULO 57

Aunque era terrible, no dejaba de ser un hecho: Laureen se encontraba en Friburgo.

En apenas un instante, la realidad habia vuelto atrozmente. Bryan respiro hondo y acelero el paso. A partir de ese momento, esperaria lo peor. Pese a que hacia apenas unas horas que habia decidido dejarlos acontecimientos de Friburgo atras, el destino no parecia querer permitirselo. La informacion que Bridget le habia dado todavia le producia escalofrios.

Era terrible. Una realidad sangrienta que ya no solo le incumbia a el y a los tres hombres que durante anos habian ocupado sus pensamientos mas intimos. De pronto, el ser mas torpe e indefenso que conocia se veia envuelto en aquella situacion absurda.

Por lo visto y muy a su pesar, Laureen habia descubierto, por vias absolutamente desconocidas para el, que se encontraba en Friburgo. Y ahora el no sabia donde estaba ella, tan solo que debia de estar en algun lugar de la ciudad. Bryan se estremecio solo de pensarlo.

Laureen seria una presa sumamente facil en manos de Petra y de los simuladores.

Bryan sopeso los pros y los contras de la situacion. El resultado fue muy desigual. A primera vista, las unicas ventajas eran que el seguia estando libre, tenia la direccion de Stich, tenia a Lankau bajo control y una pistola cargada en la cintura.

Tan solo se tardaba un par de minutos en coche en ir del hotel Colombi a Holzmarkt y Luisenstrasse; tiempo insuficiente, teniendo en cuenta el que Bryan solia necesitar para sentirse sereno y preparado para asumir una situacion critica.

Durante unos momentos, Bryan considero pedir ayuda. Al fin y al cabo, la policia estaba precisamente para solucionar ese tipo de problemas. Sin embargo, no lo creerian. Las denuncias sueltas y fragmentadas contra un par de los ciudadanos mas celebres del lugar sin duda les asombrarian. Tardaria mucho en ofrecerles una imagen general que pudiera resultarles aceptable.

Demasiado.

Bryan sacudio la cabeza. Conocia las reglas del juego. Cualquiera que fuera el pais del mundo en que estuviera, el cuerpo de policia siempre estaba sometido a las reglas de juego del lugar. Los hombres cuyas sombras gravitaban sobre el no eran unos cualesquiera en aquella ciudad. Ademas, la pistola con silenciador que llevaba en la cintura y el maniatado Lankau no eran precisamente evidencias que pudiera hacer encajar facilmente en una posible declaracion en su favor. Y en cuanto hubiera logrado movilizar la ayuda, posiblemente a la fuerza, sin duda, los demas implicados habrian desaparecido, no sin antes haber tomado todo tipo de medidas efectivas y adecuadas.

Por tercera vez aquel mismo dia, se quedo observando el piso de Luisenstrasse desde la calle. Al igual que el resto del edificio, estaba a oscuras. En el preciso instante en que lo constato, se dejo vencer por la sensacion de haber acudido alli en vano. Se quedo un minuto escaso contemplando las casillas oscuras de la fachada desde el mismo lugar que habia ocupado aquella manana.

De pronto, algo capto su atencion. La vision general se habia alterado. En contraste con la vision que habia tenido anteriormente, la trivialidad homogenea de la segunda planta se habia roto. Bryan recorrio las ventanas de una en una con la mirada. En todas y cada una de las ventanas, salvo en una, las cortinas coronaban tres macetas dispuestas cuidadosamente en el alfeizar. Cuanto mas la miraba, mas caotica y desnuda le parecia aquella ventana. Y aun asi, era tan poco lo que la distinguia de las demas… Mientras que en las demas ventanas habia dos geranios rojos que flanqueaban un tercero de color blanco, aquella ventana mostraba dos plantas rojas apoyadas la una contra la otra y una tercera, de color blanco, separada de las rojas. Bryan sacudio la cabeza. Detalles como aquel podian describir tanto hechos como personas. Sin embargo, no sabia lo que significaba. Solo sabia que le parecia preocupante.

Alli vivia Peter Stich, el jefe de los simuladores que habia determinado los movimientos y las acciones del grupo. El habia enviado a Lankau a Schlossberg para que lo matara, eso era indudable. Los simuladores no habian olvidado su oficio ni su instinto asesino.

Su aparicion habia puesto nerviosos a Kroner y a Stich. Era muy posible que incluso le tuvieran miedo. Si descubrian que Laureen era su esposa, la maltratarian.

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